Los medios de comunicación se han dado a la tarea de confeccionar meticulosamente la información que ofertan en relación con la amenaza viral. Hoy mas que nunca, es importante tratar de ubicar en medio de esta gigantesca maraña seudoinformativa las referencias que son útiles para la cognición de la amenaza en turno (y digo en turno, porque anteriormente fueron Al Qaeda, la crisis alimentaria y/o los zetas los que atiborraron los espacios de información).
Tres puntos me gustaría destacar en relación con la peste porcina y los medios de comunicación.
Uno. Los motivos del origen de esta nueva cepa son fuente de gran controversia. Nunca nadie señala los factores que le engendraron. Hay diversas versiones, pero pareciera que nadie se decide a denunciar por las represalias que supondrían ciertas acusaciones. Algunos pocos han levantado la mano para inculpar al sistema de producción industrial de cerdos, en donde la excesiva conglomeración porcina permite el intercambio masivo de virus, lo que estimula la aparición de nuevas cepas, algunas de las cuales pueden afectar a los humanos. Esta información no la desconocen la OMS y la FAO. Saben perfectamente que en este rubro tan delicado de la producción alimenataria se prioriza, como en toda actividad productiva, la ganancia sobre la salud humana. Los medios, en contubernio con estas organizaciones, han encubierto tenazmente estas condiciones de producción.
Dos. La confusión masiva es un ingrediente ineluctable en esta clase de crisis sanitarias. Los medios en lugar de evitar este desconcierto, le fomentan. Nadie conoce con exactitud los alcances de la epidemia. Unos dan una cifra, otros dan otra completamente disímil. Al estar “partidizado” (perdón por el neologismo) el caso epidemiológico, los medios informativos se subordinan a las disputas políticas, por lo cual los datos que se filtran se explican en función de un interés fundamentalmente político y no social. No debemos olvidar nunca esta inexorable limitación de los medios masivos de comunicación.
Tres. Hay una absurda campaña mediática que sugiere la “corrección” de nuestra cultura. Según dicen sus apologistas, los mexicanos tenemos que aprender a evitar el contacto físico innecesario. Saludar de beso y/o de mano es una costumbre rudimentaria que debemos limitar o erradicar, pues estimula la rápida propagación de enfermedades. ¡Ahora resulta que la fraternidad y la cordialidad son prácticas de incultos y que el culpable de esta crisis sanitaria es el pueblo mexicano! Aunque usted no lo crea (estoy seguro que sí lo cree), este tipo de sugerencias son repetidas una y otra vez en múltiples espacios informativos.
Lo que habría que cambiar no es la cultura civil, sino la cultura del beneficio económico a ultranza, principal sospechosa de la mutación y propagación del virus.
Lo que habría que hacer es apagar nuestros televisores y hacer un esfuerzo por buscar fuentes más fidedignas (alternativas) de información.
¿O usted que opina mi estimado lector?
Tres puntos me gustaría destacar en relación con la peste porcina y los medios de comunicación.
Uno. Los motivos del origen de esta nueva cepa son fuente de gran controversia. Nunca nadie señala los factores que le engendraron. Hay diversas versiones, pero pareciera que nadie se decide a denunciar por las represalias que supondrían ciertas acusaciones. Algunos pocos han levantado la mano para inculpar al sistema de producción industrial de cerdos, en donde la excesiva conglomeración porcina permite el intercambio masivo de virus, lo que estimula la aparición de nuevas cepas, algunas de las cuales pueden afectar a los humanos. Esta información no la desconocen la OMS y la FAO. Saben perfectamente que en este rubro tan delicado de la producción alimenataria se prioriza, como en toda actividad productiva, la ganancia sobre la salud humana. Los medios, en contubernio con estas organizaciones, han encubierto tenazmente estas condiciones de producción.
Dos. La confusión masiva es un ingrediente ineluctable en esta clase de crisis sanitarias. Los medios en lugar de evitar este desconcierto, le fomentan. Nadie conoce con exactitud los alcances de la epidemia. Unos dan una cifra, otros dan otra completamente disímil. Al estar “partidizado” (perdón por el neologismo) el caso epidemiológico, los medios informativos se subordinan a las disputas políticas, por lo cual los datos que se filtran se explican en función de un interés fundamentalmente político y no social. No debemos olvidar nunca esta inexorable limitación de los medios masivos de comunicación.
Tres. Hay una absurda campaña mediática que sugiere la “corrección” de nuestra cultura. Según dicen sus apologistas, los mexicanos tenemos que aprender a evitar el contacto físico innecesario. Saludar de beso y/o de mano es una costumbre rudimentaria que debemos limitar o erradicar, pues estimula la rápida propagación de enfermedades. ¡Ahora resulta que la fraternidad y la cordialidad son prácticas de incultos y que el culpable de esta crisis sanitaria es el pueblo mexicano! Aunque usted no lo crea (estoy seguro que sí lo cree), este tipo de sugerencias son repetidas una y otra vez en múltiples espacios informativos.
Lo que habría que cambiar no es la cultura civil, sino la cultura del beneficio económico a ultranza, principal sospechosa de la mutación y propagación del virus.
Lo que habría que hacer es apagar nuestros televisores y hacer un esfuerzo por buscar fuentes más fidedignas (alternativas) de información.
¿O usted que opina mi estimado lector?
1 comentario:
¿Qué opino? Que quizás querido escritor usted se adelantó a los hechos.
Si el gobierno, o quien haya tenido la responsabilidad de anunciar los orígenes de la nueva cepa no lo hizo, es porque no tenían la información; no se sabía. No se puede ni se tiene por qué saber todo. Es necesario que pase un tiempo mínimo para que hagan declaraciones apropiadas, después de su respectivo tiempo de investigación.
Considero desde mi más humilde postura, que no se trataba de decir cualquier barbaridad con tal de que la gente quedara tranquila. Ahora se sabe que la cepa que mutó no era porcina, por lo que su apresurado comentario ahora está muy fuera de lugar, o hasta de moda, porque ahora podríamos todos pensar que ese tipo de cepa que mutó, nunca existió, como usted mismo lo sostiene en su última publicación, en este muy valioso espacio de expresión.
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