lunes, 30 de mayo de 2016

El rompecabezas continental: acerca de por qué Clinton es más peligrosa para América Latina que Trump

Es polémico el título del artículo. E inclusive ya puedo escuchar algunas objeciones. Especialmente de las buenas conciencias liberales progresistas. Y por eso trataré de ser cuidadoso con los juicios e interpretaciones que acá se enuncien. 

Sí. Efectivamente, Hillary Clinton parece más peligrosa que Donald Trump para las agendas e intereses de los pueblos latinoamericanos. Y esa peligrosidad a la que acudo en este análisis no está necesariamente consignada en el programa de gobierno o en la plataforma electoral de los candidatos. Aunque es cierto que ese también es un dominio que amerita atención, pero que, en cualquiera de los dos casos, demócratas o republicanos, la omisión de temas cruciales como la crisis ambiental o el irrefrenable ascenso del militarismo global o la posibilidad de una conflagración nuclear es un silencio rutinario en las alocuciones de los candidatos en pugna. 

Pero si en los aspectos fundamentales no se distinguen Hillary y Donald, en los aspectos supletorios (no por ello menos importantes), hay diferencias que cabe atender, sin obviar la realidad concreta en la que esas diferencias se manifiestan. Y sólo para evitar un vitupero de algún incauto, advierto que esto no es una apología disfrazada de la candidatura de ese personaje pedestre e impresentable que aspira a dirigir el timón político de Estados Unidos, como sí se puede inferir de algunas otras opiniones que circulan en la prensa, incluso en espacios pretendidamente alternativos. 

Lo primero que cabe recordar es lo sostenido en otra oportunidad: a saber, que no es accidental que las detracciones contra Donald Trump provengan de ciertos círculos privilegiados o de grupos de poder nacionales e internacionales (http://lavoznet.blogspot.com.ar/2016/03/el-rompecabezas-continental-estados.html). Con excepción de su base social dura (blancos desposeídos, tradicionalmente despolitizados e indignados), las acusaciones o condenas contra el candidato republicano se lanzan unánimemente desde cualquier ámbito social o político, extra e intramuros. Y si bien es cierto que se trata de un signo saludable de cordura política, lo que no es razonable es que contra Hillary las críticas sigan un tenor más terso u omiso. 

¿Qué es eso que irrita tanto acerca de Trump? A esta pregunta, casi todos responderían sin titubear que su xenofobia, su intolerancia o su racismo. Es cierto que es chocante. Pero no es menos cierto que la clase política en su conjunto y las élites dominantes de Estados Unidos piensan exactamente lo mismo que él, señaladamente en relación con la comunidad afrodescendiente o los mexicanos o los pobres. Y si el individuo en cuestión es mexicano, negro y pobre, pues que dios lo ayude, porque en las categorías de las clases dominantes esa persona es algo menos que un humano. Sólo que no lo dicen. Si el grito contra Trump, particularmente ese que procede de la cúspide del establishment, es tan armoniosamente monocorde e innegociable es porque en cierto sentido contraviene un principio cupular inquebrantable: hacer público el discurso oculto de los ricos y poderosos. Esa es la fuente del escándalo: no que lo piense, sino que lo diga. 

Insisto que la respuesta de ciertos sectores de la población civil estadunidense hacia Trump es meritoria de simpatía, precisamente porque demuestra que las clases subalternas no han claudicado ante esa modalidad de dominación basada en la discriminación racial. Pero no se puede confundir esa respuesta con las reprobaciones viscerales que vocifera la podrida clase política e intelectual norteamericana. De hecho, ellos son parcialmente responsables del ascenso de una figura tan despreciable como Trump. Ellos con su prepotencia y su falta de tacto social y sus peroratas fútiles e indulgentes y su lambisconería con los dueños del dinero. Donald Trump sólo está capitalizando exitosamente el descontento de esos segmentos poblacionales tercamente ignorados en las ecuaciones y los programas y los planes de gobierno del establishment tradicional. 

Detrás de la tribuna pública, los poderosos y los esbirros de los poderosos desprecian al ciudadano común. Pero en secreto. La violación de ese pacto tácito de secrecía es altamente probable que le cueste la elección a Trump. La función del discurso político es manipular ocultando. James Scott decía que el discurso público responde a un interés inconfesable que consiste en reproducir un autorretrato halagüeño de las élites dominantes, que además cultive una apariencia de unanimidad entre esos grupos dominantes y de consentimiento entre los subordinados. Esa tradición es constitutiva del liberalismo político, y acaso de todo el pensamiento político occidental: neutralizar los contenidos traumáticos de la política, anular práctica y discursivamente el conflicto, y trasladar la politicidad hacia escenarios susceptibles de gestión oligárquica. 

Trump traiciona al establishment tradicional, pero no traiciona el precepto básico de la manipulación política: recoge esos dos contenidos, el de las élites dominantes, con su desprecio sin rubor hacia los grupos minoritarios y su aspiración supremacista, y el de los subordinados, con su condena a los partidos políticos o a ciertas familias de abolengo en Estados Unidos. 

¿Que por qué es más peligrosa Hillary Clinton? Bueno, si rastreamos la carrera política de la ex secretaria de Estado, es posible descubrir que en el renglón latinoamericano su trayectoria es una historia de criminalidad. Y un eventual triunfo de la candidata demócrata en la próxima elección reforzaría la continuidad de esa política criminal. ¡Y con el respaldo moral de los gobiernos latinoamericanos!

Durante la presidencia de Bill Clinton, que ejerció conjuntamente con la “dama de hierro” norteamericana, la pareja diseñó el Plan Colombia, que tras su implementación arreció el baño de sangre en el país cafetalero. Recientemente, Hillary reivindicó esa política, y aunque teóricamente respondía a la premura de combatir el narcotráfico, la señora de Clinton admitió sin ruborizarse que el Plan había conseguido los objetivos no declarados: “…[el] objetivo era tratar de utilizar nuestra influencia para controlar las acciones del gobierno contra las FARC y las guerrillas, pero también para ayudar al gobierno a detener el avance de las FARC y de las guerrillas” (http://www.democracynow.org/es/2016/4/13/hear_hillary_clinton_defend_her_role). 

Unos años después (2002), ya como senadora, respaldó el fallido golpe contra Hugo Chávez en Venezuela. Nunca negó su involucramiento. Y por cierto que esa agenda golpista no ha virado un ápice. 

Y en 2009, en funciones de secretaria de Estado, apoyó el golpe de Estado que derrocó a Manuel Zelaya en Honduras. Pese a la ola de violencia que desató la agresión en ese país, y que incluso sigue su vejatoria marcha (recuérdese el asesinato de la activista Berta Cáceres), Hillary reconoció con orgullo su participación en los hechos, y justificó el agraviante intervencionismo estadunidense. En entrevista con Democracy Now, Clinton adujo: “Trabajé muy duro con los líderes de la región y conseguí que Óscar Arias, el ganador del Premio Nobel, tomara el liderazgo para tratar de negociar una resolución sin derramamiento de sangre. Y eso era muy importante para nosotros, ya sabe, Zelaya tenía amigos y aliados, no sólo en Honduras, también en algunos de los países vecinos, como Nicaragua, y podríamos haber tenido una terrible guerra civil, con una aterradora pérdida de vidas… Y comparto su preocupación, no sólo sobre las acciones del gobierno; las bandas de narcotraficantes y los traficantes de todo tipo se están aprovechando del pueblo de Honduras. Así que creo que tenemos que hacer un plan Colombia para Centroamérica (¡sic!)”. 

Donald Trump no es el único sociópata suelto. 

Después advino la secuencia de golpes blandos en el resto de América Latina, con base en juicios políticos prefabricados o elecciones fraudulentas: Paraguay contra Fernando Lugo (2012), Argentina contra el kirchnerismo (2015), Brasil contra Dilma Rousseff (2016). Y otros golpes fallidos contra Evo Morales en Bolivia (2008) o Rafael Correa en Ecuador (2010). E intervención en el proceso de paz en Colombia, y desactivación política de Cuba (revestida de normalización diplomática), y reducción a escombros de organismos latinoamericanos como Unasur o Celac. Esa es la herencia del partido demócrata, en cuya agenda de reconquista regional participó directamente Hillary Clinton. Es más, en 2015 el departamento de estado de Estados Unidos desclasificó documentos que reportan que la ex secretaria de estado es coautora de la reforma energética mexicana, que por cierto es claramente lesiva para el interés económico de México, y a todas luces ventajosa para las grandes petroleras internacionales, como Exxon Mobil, Chevron y British Petroleum

La reedición de la Doctrina Monroe es una operación política que oficiaron exitosamente los demócratas (http://lavoznet.blogspot.com.ar/2016/03/el-golpismo-o-la-encrucijada-politica.html). 

Y regresando a la pregunta de por qué Hillary es más peligrosa que Trump, cabe tan sólo puntualizar que, en el caso de una victoria electoral de Clinton, el grado de legitimidad que conseguiría acopiar sería virtualmente ilimitado, sólo por el hecho de haber derrotado al “monstruoso” Trump. No habría contrapesos gubernamentales o políticos o sociales para frenar esa agenda criminal de los grupos de poder que representa Hillary. Y todas las derechas golpistas en Latinoamérica ganarían legitimidad o credibilidad “democrática” con una alianza con la dirigente demócrata. Hillary es la pieza clave que necesitan las derechas emergentes en América Latina. Con Trump no es tan factible esa pax mafiosa. La alianza con un Estados Unidos gobernado por el republicano despertaría descontento e intranquilidad social. Y naturalmente que ese es un escenario indeseable para las élites latinoamericanas. 

El triunfo de Hillary inhibe la posibilidad de una radicalización de las agendas sociales en América Latina. Hillary es la condición de la posibilidad de alcanzar un consenso continental oligárquico, de establecer un orden regional unificado profundamente derechizado donde la neoliberalización y la reedición de la criminal doctrina Monroe arrollarían sin obstrucciones.

http://www.jornadaveracruz.com.mx/Post.aspx?id=160530_060047_683#share

sábado, 28 de mayo de 2016

Serbia: La última frontera (puertas adentro) de Europa

Luego de la guerra y la secesión, la región que anteriormente conformaba en su conjunto a la República Federal Socialista de Yugoslavia está en proceso de integración a la Unión Europea. Croacia y Eslovenia ya se encuentran dentro del club comunitario. Serbia, por su parte, se sitúa inmersa en un proceso similar de integración al organismo. El consenso alrededor de la integración no es total. Cerca de la mitad de la opinión pública no consideraría un hecho positivo que Serbia sea parte de la UE. También hay una minoría creciente que prefiere que su nación esté más cerca de su hermano eslavo mayor: Rusia (1). No obstante, más allá de las resistencias, en todo el arco social, político y económico, algunos levantando las banderas de la algarabía y otros las de la resistencia, creen que una futura cristalización del ingreso de Serbia al club europeo es inevitable. 

Pastorales alrededor de la incertidumbre 

Hay una corriente reformista, de corte liberal conservador por un lado y progresista por el otro, en la política, la economía y la sociedad que impulsa el proceso de adhesión a la UE. Alegando que las condiciones de vida en ese país, mejorarán drásticamente con el ingreso de Serbia al bloque y que florecerán miles de puestos de trabajo gracias a una lluvia de inversiones de empresas de los países más poderosos del bloque. Una fórmula que sacará a esa nación del ostracismo, el olvido y el estancamiento y la pondrá en la autopista de una necesaria modernización. Una tabula rasa que será la salida definitiva de los ecos y el aturdimiento de un pasado reciente turbulento. 

Los nostálgicos de un pasado dorado, el previo a las guerras balcánicas, que tuvo a Serbia a la cabeza de una Yugoslavia socialista y unida, comunistas y nacionalistas que, por izquierda y derecha, miran con recelo una casi inevitable entrada de su país a la UE, no piensan lo mismo. Pues argumentan que los problemas económicos no se solucionarán mágicamente con la entrada a la Unión. Sino que, al contrario, corren riesgo de profundizarse. Basta ver los escasos progresos conseguidos por países vecinos como Rumania y Bulgaria. También la crisis económica griega así como la mala situación de España y países centrales como Italia y Francia. La situación del bloque no es la mejor desde hace casi una década. Ni su modelo económico es el mejor para Serbia. Pues quedaría confinada en un lugar desdeñable en la división del trabajo puertas adentro de la comunidad. 

Todos los caminos conducen a Bruselas (y a Moscú) 

Estas pastorales, neoliberal y anti-neoliberal, una más pro-europea y otra más pro-rusa no representan a la mayoría de la población serbia, sumida en la apatía y la desesperanza, que lidia entre la precariedad y el desempleo crónico. Que descree de las opciones políticas y un Estado desvencijado frente a las fuerzas del Mercado y el crimen organizado. Un poder público rehén de fuerzas mayores y al que, más allá de las visiones y perspectivas disimiles, que miran al Este y al Oeste dentro de los extremos del espectro político, no le queda otra alternativa que profundizar lazos con Bruselas. 

La adhesión a la Unión Europea es un hecho (casi) consumado, tanto los grupos reformistas de carácter liberal-conservador y progresista como los socialistas y radicales nacionalistas (dominados por su ala moderada) ven como un futuro cercano el formar parte de la comunidad. Estos últimos más por descarte e inviabilidad de mantener una posición autónoma. Además de a Rusia, a ningún otro país le interesa que Serbia mantenga su autonomía respecto a la UE. De las tres fronteras que contienen al bloque supranacional, es la menos problemática de ser absorbida (2). En Moscú saben que no pueden sostener la independencia Serbia. No pueden enviar más fondos de los que ya envían a Belgrado. Pero hacen sus presiones para que el Estado serbio no olvide los favores geopolíticos y económicos que el Kremlin ha hecho por ellos. Eso significa que más allá de una eventual integración a la UE hay un límite el cual no pueden pasar aunque quieran; el ingreso a la OTAN. 

El nuevo gobierno, compuesto por un Partido del Orden (el Partido Progresista Serbio) que integra a ex nacionalistas devenidos en social conservadores y tecnócratas liberal-conservadores, más allá de contar con mayoría propia para imponer una agenda política pro Unión Europea, luego de unas elecciones en las que ha ganado holgadamente a las opciones socialista y paleo-nacionalista, no tiene en sus planes descuidar la histórica alianza política con Rusia. No solo el PPS es un aliado estrecho de Rusia Unida, el entramado político a través del cual Putin gobierna al gigante euroasiático, sino que también Serbia es uno de los países europeos que no adhirió a las sanciones impuestas a Moscú desde Washington y Bruselas a raíz del conflicto abierto con Ucrania mientras que Rusia no solo es uno de los principales inversores económicos, también es el principal aliado geopolítico. Que protege al hermano eslavo menor de las condenas y sanciones que aún pesan sobre él luego de las guerras balcánicas. De un pasado por el cual el Tribunal de La Haya aun pide al Estado serbio que entregue a muchos de los que pelearon al lado de Milosevic. Lo que se erige como un compromiso inexpugnable a cumplir, además de encontrar una resolución a la cuestión Kosovo, por las actuales autoridades serbias si es que quieren acelerar el ingreso al bloque comunitario. 

Los gobiernos se parecen más a su tiempo que a su ideología. Es una máxima común a las administraciones de todos los países. La ideología choca con el realismo capitalista, y no queda otra opción que acoplarse a las sinuosas y angostas condiciones que depara este para el Estado y la sociedad, tratando de encontrar, en lo posible, un ángulo de maniobra para adaptar en lo particular esos imperativos a la idiosincrasia de la población y las instituciones. El Partido del Orden serbio sabe que el camino hacia la UE es indeclinable, que se trata de tomar esa senda u optar por la del aislamiento. De todas maneras debe encontrarse un margen para no meter en la negociación cuestiones como el dejar de lado la relación con Rusia y el morigerar los efectos de las políticas de austeridad que forman parte del paquete de medidas que exige la Troika (3) a cambio de la inclusión de Serbia en la UE. Pragmatismo para entender cuál es el camino más viable y también para comprender que las políticas a implementar no deben dañar los lazos del país balcánico con sus antiguos y aún útiles aliados así como con las reales necesidades de la sociedad. 

Consideraciones sobre el futuro cercano 

Una futura obtención del pasaporte comunitario por parte de Serbia, al igual que sucedió con Croacia y Eslovenia en el caso de la yugoesfera (4), y de Rumania y Bulgaria en un plano macro-balcánico, visibilizaría y daría forma institucional el desajuste de este país frente a sus pares occidentales. Arrojando luz sobre los problemas que existen para desarrollar un aparato productivo sostenible y profundizando la nostalgia sobre un dorado pasado comunista. Que no fue tan dorado pero si mucho mejor que su presente y el de la mayoría de los países que formaron parte de una supra nación que fue estratégica tanto para el bloque socialista como para occidente en la Guerra Fría y supo alcanzar los niveles de vida más prósperos detrás del telón de acero. 

La anomia de la juventud, la desconfianza ciudadana hacia la clase dirigente sea de izquierda o derecha y la llegada de empresas occidentales, que traen consigo cambios en cuanto a hábitos de producción y consumo, son elementos de un nuevo escenario que terminará de tomar forma cuando Serbia sea miembro de la UE. Poniendo fin a una larga etapa marcada por una gradual, lenta pero constante decadencia de la vieja estructura social. En el tintero queda un considerable ejercito de reserva compuesto por sub-ocupados y desempleados crónicos que esperarían nuevas oportunidades de empleo precario traídos por la constelación de corporaciones alemanas, francesas, españolas e italianas. 

El gobierno, y la clase dirigente en general, deberán entender que el solo ingreso a la UE o el acomodarse debajo del manto de un polo de poder no solucionarán por arte de magia los problemas sociales y económicos que arrastra la nación serbia. Aplicar un modelo económico sin adaptarlo, por lo menos, a la realidad concreta que atraviesa, en este caso, la población serbia, es equivalente a su pronto fracaso, no sin consecuencias sobre una sociedad que ya atravesó catástrofes como el derrumbe del sistema económico y político constituido por el titoismo (5) y la posterior guerra. 

La incorporación de Serbia a la UE marcará, con total seguridad, el camino para la inclusión de Bosnia, Montenegro, Macedonia y Kosovo al bloque comunitario. La reacción de estos países al proceso empezó a ser respondida por Eslovenia y Croacia. No obstante, no hay nada claro. Cada país, por más similitudes regionales e historia en común que tenga con sus vecinos, es un mundo aparte con sus matices socio demográficos, políticos, económicos y culturales bien particulares. Por eso vale la pena replantear estas interrogantes respecto al caso serbio ¿De qué modo integraría el modelo socio-político liberal propuesto por la UE? y ¿Cómo serán encaradas las oportunidades económicas en el nuevo escenario? ¿Recortando salarios para mejorar el índice de competitividad o forjando una cierta autonomía que permita aprovechar el potencial oculto en el nuevo marco para iniciar transformaciones sostenibles y beneficiosas, en el marco de lo posible, para el pueblo serbio? 

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(2) La expansión de la Unión Europea está contenida, hasta el momento, por tres fronteras: la eslava, mediada por Ucrania, la árabe, mediada por Turquía y la balcánica, mediada por Serbia. Dada la tensión desatada con Rusia a raíz del conflicto ucraniano y la inestabilidad de Medio Oriente, por la cual es más conveniente para Bruselas tener a Turquía fuera del bloque como tapón, la frontera más factible de ser absorbida, no sin dificultades ni resistencias, es la balcánica. 
(3) En referencia al grupo de facto que gobierna sobre la economía de la UE conformado por la Comisión Europea el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. 
(4) Se denomina yugoesfera al conjunto de países que integraron la República Federal Socialista de Yugoslavia. 
(5) La República Socialista Federal de Yugoslavia, conformada al final de la Segunda Guerra Mundial luego del triunfo de los Partisanos de Tito sobre la ocupación alemana y colaboracionista nazi, si bien inicialmente formó parte del bloque pro-soviético, a los pocos años independizó su política económica. Que no salió de los parámetros del Socialismo Real pero adquirió rasgos particulares como su carácter autogestivo y ciertamente permisivo con la iniciativa privada. El llamado socialismo autogestivo o socialismo titoista fue una suerte de alternativa dentro del mundo socialista y modelo para los países no alineados ni a Moscú ni a Washington durante la Guerra Fría. Una alternativa que fue convenientemente sostenida a un lado y el otro del Telón de Acero con fines estratégicos. Como un Estado Tapón para alivianar tensiones entre ambos bloques sobre el territorio europeo en general y la siempre problemática cuestión balcánica en particular.

domingo, 22 de mayo de 2016

Las tribulaciones de #LadyTormenta y el futuro de la UV.


En medio del lodazal electoral y la crisis financiera en Veracruz -que han colocado a la UV en el ojo del huracán- #LadyTormenta se aferra al timón para alinear la nave universitaria con la armada oficialista y arribar a la continuidad del régimen político. Otras naves, señaladamente la piloteada por Raúl Arias, corsario con patente oficial claro, ya navega al ritmo del tricolor, madrugando a propios y extraños en la delicada misión de manifestar públicamente su preferencia electoral. De paso, el fallido economista compró protección para mantener su poder al interior de la UV y soñar con su regreso triunfal de la mano de Leticia Audirac. Y digo fallido porque durante su largo mandato se cocinó y consumó el quebranto a las finanzas universitarias, desviando recursos públicos para apoyar a su mentor, el góber faccioso ¿O mafioso?, ese si mago en el manejo de la finanzas para beneficio personal y para ganar elecciones comprando voluntades a diestra y siniestra. 
 
La postura de #Lady Tormenta frente al saqueo siempre ha sido siempre institucional, evitando a toda costa -¿Desde que colaboró en el rectorado del corsario con patente?- que la UV se enfrente al gobierno estatal para reclamar lo que le corresponde. Sin embargo, la crisis financiera puso en entredicho su capacidad para mantenerse en el timón y fue así como no le quedó mas remedio que 'denunciar' el adeudo en su primer informe de labores. Desde entonces se ha dedicado a administrar el conflicto procurando conciliar sus intereses políticos (un segundo periodo consolidaría su poder) con los intereses de la UV, cosa delicada en mares embravecidos. Para ello decidió primero apoyar al candidato que no usa el logo de su partido en la campaña -o sea Héctor Yunes, por si no lo había notado embarcado lector- y luego contener hasta donde se pueda las protestas de la comunidad universitaria aunque no necesariamente en ése orden.

Para lograr la contención del descontento convocó a la megamarcha del 10 de marzo para después, via Consejo Universitario, decretar una veda electoral declarando que “ ... no queremos que la defensa de nuestros derechos sea vista como parte de un interés partidista, esto no significa terminar con las gestiones”. Las gestiones para lograr el pago fracasaron estrepitosamente y atizaron al descontento de la comunidad universitaria, que poco a poco empezó a mostrar su rechazo a la kafkiana veda electoral, aplicable a los gobiernos para impedir el uso de los programas sociales pero nunca para conculcar derechos como el de expresión y manifestación. Pero como el desprestigio PRI es enorme resulta evidente que la protesta social en tiempo de campaña llevará más votos a la oposición por lo que es indispensable mantener a la gente en su casa hasta el 5 de junio.

Pero navegar en contra el viento huracanado del hartazgo social no es fácil y las velas empezaron a rasgarse con los vientos de la inconformidad por lo que para evitar males mayores #LadyTormenta decidió dar un golpe de timón, que sin desviarla de su curso le permitiera seguir administrando el conflicto. Fue así como convocó a una Asamblea General en donde procuró impedir el consenso para un paro general, cosa que logró, pero a costa de tener que convocar a otra marcha, no el 10 de junio como había sugerido sino el 27 de mayo. Seguramente el ambiente no será el mismo que en marzo pero parece un poco tarde para lograr el objetivo, que dicho sea de paso se aleja cada vez mas en la medida en que el sexenio duartista agoniza y las necesidades de la campaña siguen devorando el presupuesto; las campañas negras son muy costosas y falta el cierre. 
 
La pregunta entonces es ¿Qué se puede lograr con las movilizaciones de la comunidad universitaria? En la humilde opinión de este simple marinero, lo que se puede lograr es subrayar las consecuencias de seguir manteniendo al PRI en el gobierno del estado. La UV ha sido desde los años setenta y ochenta un actor político que se ha distinguido por impulsar el cambio en el estado de Veracruz. Ese legado debe ser honrado hoy, a pesar de la crisis institucional en la que se encuentra, mostrando a la ciudadanía lo que está en riesgo si se continua con gobiernos como los de Miguel Alemán, Fidel Herrera o Javier Duarte, los cuales además de sumir al estado en la pobreza y la violencia han mostrado su desprecio por la UV. Más aún, que por medio del saqueo de sus recursos han ganado terreno los procesos de privatización, que de seguir propagándose acabarían finalmente con ella. 
 
Es ésta tormenta la que debe enfrentar la rectoría, la tormenta que pone en riego la viabilidad de una universidad, gratuita, laica y abierta a todos y no la que amenaza al continuidad del dominio priísta en el estado y el país. El legado político de #LadyTormenta debe apuntar a la continuidad de la UV y su espíritu, a la defensa de un bien público como lo es la educación pública. Todo lo demás es secundario, incluidos los intereses personales o partidistas. Que no se tome el apelativo que aspira a hashtag como una falta de respeto a la persona que lleva el timón de la nave universitaria; mas bien es simplemente una manera de recordarle cual es la verdadera tormenta en la que navega y cual es el puerto de arribo. 
 
Probablemente la UV no desaparecerá pero podría dejar de ser lo que ha sido y es hoy por hoy, al menos en teoría: un oasis de amor al conocimiento, a la libertad de pensamiento, a la tolerancia y la diversidad, en medio de la barbarie, el cinismo, la corrupción y la impunidad rampantes. Cobrar caro el agravio cometido por los siniestros personajes arriba mencionados a la UV -¿que mas caro que la derrota electoral de su partido?- significaría un mensaje contundente para que quienes lleguen al poder consideren el costo político de seguir debilitando el proyecto universitario original. Para que tomen en cuenta que la UV es más que una universidad pública, con todos sus defectos y virtudes. La UV es una aspiración legítima de las mayorías veracruzanas para alcanzar una vida digna, una vida que valga la pena vivir.

jueves, 19 de mayo de 2016

Patología electoral: las encuestas.


Las campañas electorales utilizan desde hace ya varias décadas las técnicas de mercadeo, particularmente las encuestas, como una manera de medir el impacto de sus mensajes en los votantes pero también para identificar las problemáticas que más preocupan a la ciudadanía. Ambas proporcionan información valiosa al candidato, lo que le permitirá afinar sus mensajes para armonizarlos con las temáticas mas relevantes en la esfera pública. Sin embargo, sin dejar de mantener su misión original, hoy por hoy las encuestas se han convertido en simple publicidad, por medio de la cual el candidato procura mejorar su imagen para hacerse pasar como el favorecido por las preferencias electorales.

Resulta difícil pensar que las encuestas no son consultadas por los equipos de campaña para conocer la eficacia de sus esfuerzos para ganar elecciones, pero los resultados reales no necesariamente se publican tal cual sin que se maquillan para utilizarlos a favor del candidato. Nadie pagaría millones de pesos a una consultora de publicidad para que le regresen una encuesta en donde aparece como perdedor aunque resulta absurdo pagar para que le oculten la verdad. La consultora deberá entonces echar mano de sus mejores trucos para obtener el resultado deseado: manipular las preguntas, seleccionar la muestra que mejor convenga al candidato, ocultar el margen de error y un largo etcétera que sólo los magos de la probabilidad conocen.

Como olvidar la campaña para la presidencia de la república en el año 2000, cuando todas las casas encuestadores, excepto una, le daba el triunfo por amplios márgenes a Francisco Labastida quien a la postre perdió, demostrando los límites de la propaganda basada en encuestas falsas. Y a pesar de ello, se intensificó el uso de encuestas para engañar al votantes, reproduciéndoles en periódicos, revistas y noticieros televisivos. Es tanta su influencia que la ley electoral prohíbe la publicación de encuestas días antes de la elección pues está comprobado su poder para torcer las preferencias de votantes que, al igual que en las casas de juego, prefiere apostar por el supuesto ganador.

Ahora bien, el resultado manipulado de una encuesta sólo puede ser efectivo si es amplificado por los medios de comunicación; repetido una y otra vez para que sea digerido por la audiencia y a la postre se convierta en factor clave en sus preferencias. En este sentido, la encuestas devienen publicidad electoral que junto con los spots y los actos de campaña conforman la triada básica de las campañas electorales. El impacto de semejante estrategia en el costo de las campañas es enorme pues los candidatos pagan con largueza a las encuestadoras, no se diga a las televisoras y a los organizadores de los mítines, que muchas veces contratan a empresas para coordinar el acarreo de 'entusiastas' seguidores que aparecen luego vitoreando a otro candidato, previo pago claro.

En el caso de las elecciones en Veracruz, la manipulación de las encuestas se ha convertido en uno de los elementos más importantes. Al inicio de la campaña el margen entre los Yunes era grande pero poco a poco se fueron publicando resultados que mostraban un crecimiento del candidato priísta hasta que con bombo y platillo se anunció el esperado empate técnico. Seguramente la diferencia ha cambiado pero resulta prácticamente imposible saber en qué medida y sobre todo en que regiones y grupos de electores pues la manipulación es evidente y desmentida por los otros candidatos. Todos gritan a diestra y siniestra sus números como si fueran los verdaderos pero sin ofrecer mayor prueba que su dudosa honestidad.

Por lo anterior alguien podría sugerir la posibilidad de que se eligiera una institución pública o de reconocido prestigio para que de manera autónoma -sin recibir pago de partidos sino financiado con recursos públicos- midiera las preferencias de los votantes y los publicara regularmente a lo largo de la campaña para que candidatos y electores contaran con una referencia confiable. Lamentablemente la decadencia del sistema político y la corrupción endémica arrastrarían al lodo semejante intento, tal como ha sucedido con órganos y tribunales electorales, por lo que por el momento no parece una opción viable. Tal vez el INE podría revistar la metodología y los resultados de las encuestas antes de ser publicados sus resultados como medio hace con los spots, pero volvemos a lo mismo.

Así las cosas, las encuestas son otro síntoma evidente de la patología electoral, pues en lugar de ser un instrumento que sirva para tomar decisiones de los candidatos o guía para el elector es mas bien utilizado para engañarlo y manipularlo. Al grito de ¡Vamos arriba en las encuestas! los candidatos quieren lograr resultados que probablemente podrían lograr por medio del discurso coherente y honesto. Pero ¿para que correr riesgos? Mejor mantener viva la esencia de la democracia liberal: la simulación y la mentira.

domingo, 15 de mayo de 2016

Brasil: el golpe que sí es golpe y el poder que sí es poder

Unos años atrás, en algún foro público, el presidente ecuatoriano Rafael Correa advirtió: “No se puede hacer análisis político haciendo abstracción de cosas tan fundamentales como las relaciones de poder. Detrás de las relaciones de poder está todo”. Y se antoja pertinente evocar esta reflexión en el marco del golpe de Estado que está en curso en Brasil. 

Claro, no ignoramos que connotados analistas apoltronados en el confort de la neutralidad servicial (la enorme mayoría que rebosan los espacios de la prensa tradicional) discuten y seguirán discutiendo equivocadamente esta cuestión, problematizando la situación política de Brasil en función de una seudopregunta: a saber, que si lo acontecido en Brasil es o no es un golpe. Naturalmente que a ese sindicato de opinadores ávidos de la aprobación de los otros (señaladamente los poderosos o los ideólogos de los poderosos), no les interesa explicar seriamente la coyuntura brasileña. Otros, no menos conspicuos e indulgentes, abordan el caso como si se tratara de un asunto de inestabilidad o crisis política, esgrimiendo argumentos puramente formales e institucionales. En ese rebaño es común encontrar a los politólogos, que a pesar de la probada infecundidad de su disciplina (un hecho reconocido incluso por algunos de sus no tan incautos cofrades) continúan reproduciendo discursos estériles a granel, con las convencionales cuotas de colonialismo intelectual, arguyendo que se trata del fin de un ciclo de neopopulismos en la región, o que las “democracias de baja institucionalización” inevitablemente conducen a estos escenarios de inestabilidad, o que el juicio a Dilma no es un asunto político sino judicial cuyo exitoso desenlace inaugura una nueva era de legalidad democrática en el continente. Y así hasta el empacho. 

El hecho concluyente es que un impeachment sin crimen es un golpe. En México y Colombia, donde más de un expresidente está acusado por delitos de corrupción o por crímenes de lesa humanidad, la revocación o interrupción de mandato es una quimera que seguramente arranca risas a esas clases políticas. Con excepción de aquel proceso judicial contra Ernesto Samper en los años 90, bajo la acusación de recibir financiamiento del cártel de Cali, que por cierto acabó en absolución, ninguno de esos dos países latinoamericanos reporta un solo caso reciente de tentativa de revocabilidad. Y nótese que se trata de los campeones en materia de violación a los derechos humanos. Y que además son los principales recipiendarios de apoyo militar de Estados Unidos en la región. Y que ninguno ha tenido nunca un gobierno de oposición seria. Pero claro, para los sacerdotes de la politología esos son aspectos marginales o irrelevantes. Ellos prefieren juzgar la situación de Brasil como un caso “típico” de inestabilidad política “latinoamericana”. Con esa interpretación que no es interpretación despolitizan la trama, y desechan la evidencia que sugiere abrumadoramente que en Brasil se consumó un golpe parlamentario-mediático-judicial. 

La histérica urgencia de remover a Dilma del cargo responde a dinámicas, inercias e intereses claramente extrainstitucionales. Y es allí donde corresponde hurgar. 

La cruzada neoliberal en la región, que es el factor explicatorio fundamental, supuso un achicamiento de la arena pública y una transferencia de las decisiones de las instituciones públicas a manos de entidades privadas, impermeables a la fiscalización ciudadana e incluso estatal. Este hecho se tradujo en dos prescripciones que a la postre alcanzarían rango de canon en Latinoamérica: uno, que en el caso de un conflicto entre la integridad de las instituciones financieras y el bienestar de la población, se priorizaría la integridad de las instituciones financieras; y dos, que ese y otros conflictos no se dirimirían más en las instituciones públicas. En suma, que la gestión gubernamental terminaría allí donde comienza el interés de los barones del dinero. Y de hecho esta “ortodoxia” no cambió significativamente bajo la administración del PT en Brasil. 

Ya Dilma había comenzado a aplicar ajustes antipopulares en beneficio de la alta finanza y del conglomerado de intereses corporativos reunidos en la órbita del consenso lulista. Pero si bien los gobiernos del PT eran crecientemente receptivos con las demandas de las élites económico-financieras, el otro renglón crucial, el social, no fue atendido “adecuadamente” por el petismo. Es decir, no en las estimaciones de los que estiman la acción colectiva o social como algo desestimable. Sin duda que este es un mérito de los gobiernos del PT que los poderosos naturalmente desprecian: el respeto al derecho a la movilización (aun cuando hubo tentativas de domesticación). El otro mérito fue disponer un piso de derechos sociales (aunque con arreglo a una política asistencialista) que se tradujo en un aumento de los estándares de vida de ciertos segmentos poblacionales (aún cuando tampoco atenuó sustantivamente la desigualdad); un fenómeno que acarreó a la par expectativas materiales e inmateriales y un grado de alfabetización política inédito en el país. 

El golpe no es (al menos no primordialmente) contra la gestión económico-financiera del petismo, que durante su administración dejó intocadas las grandes fortunas. El golpe es contra los contenidos sociales del petismo. Es el ascenso de esas clases inferiores dotadas de educación profesional, ciertos derechos sociales y alfabetización política lo que impacienta a los poderosos. Y en un contexto de crisis económica, esas clases modestamente empoderadas cobran la dimensión de clases peligrosas para el poder constituido. 

La camarilla de operadores políticos golpistas (al servicio de los poderes fácticos) disputará como aves de rapiña los cargos y presupuestos públicos. Eso es previsible, e incluso está en curso. Ellos no son los autores intelectuales del golpe, como algunos llegan a creer. El gabinete de Temer-Neves (y consortes) es sólo la gavilla sicarial de vanguardia de los dueños del dinero. A nadie asombra que Michel Temer, el camaleónico reyezuelo golpista, fuera informante de la embajada estadunidense en Brasil en 2006, de acuerdo con documentos publicados por Wikileaks

A Aécio Neves no le importa nada (con excepción de su mediocre parcela de poder), mucho menos el país, o la opinión de la población de ese país. Por eso sin rubor espeta: “Temer no debe mirar su popularidad, sino cumplir con los grandes objetivos”. Léase: realineamiento con los organismos financieros internacionales, ataques al ingreso social, recortes al gasto público, aumento de impuestos al consumo básico, y todas las recetas toscamente antisociales consustanciales al programa del consenso de Washington. En suma, asfixia de las clases populares y neutralización de la movilización ciudadana. 

Y para eso de la neutralización de los sectores populares, que es un renglón clave de la agenda programática de la derecha, Temer dispuso del actual secretario de Seguridad de San Pablo Alexandre de Moraes, para ocupar el Ministerio de Justicia (sic). Ese mismo que en alguna ocasión equiparó las manifestaciones ciudadanas con “actos guerrilleros”. El objetivo es anular las acciones de resistencia y el creciente avance de la protesta social. Ya algunos analistas han registrado esa efervescencia ascendente: “En 2013 se produjo un aumento repentino de las huelgas… batiendo el récord de la serie histórica de los 30 años pasados. Según el informe del Departamento Intersindical de Estadística y Estudios Económicos, Balance de las huelgas en 2013, ese año hubo 2 mil 50 huelgas... El informe citado destaca que hubo una expansión de las luchas hacia sectores que habitualmente no se movilizan” (Raúl Zibechi en La Jornada 13-V-2016). 

El golpe es una estrategia de los de arriba que va contra los de abajo, y sólo secundariamente una disputa entre derechas e izquierdas partidarias. 

El golpe inaugura una posibilidad: la radicalización. En Brasil, el enfrentamiento de clase es franco y abierto. A los representantes del dinero se les acabó ese cuento de los “respetuosos de la legalidad democrática”, que por decreto se autoconfirieron. Y la izquierda partidaria tampoco podrá ocultar sus alianzas con ese poder que sí es poder, que por cierto opera agazapado en el anonimato. 

Detrás de las relaciones de poder está todo.

http://www.jornadaveracruz.com.mx/Post.aspx?id=160516_053344_979

miércoles, 11 de mayo de 2016

El fundamentalismo católico y la criminalización de la pobreza en Veracruz

En medio del enorme desprestigio y sacudido por su incapacidad de distinguir el bien público del bien privado, Javier Duarte y lo que queda de su gobierno –diputados incluidos- han decidido pagar favores políticos en plena campaña electoral al lobby fundamentalista católico veracruzano. Al analizar semejante maniobra saltan a la vista tres cosas: la perversa confusión entre bien público-bien privado; la criminalización de la pobreza y del derecho de elegir; y el uso electoral del periodo extraordinario de la LXIII legislatura estatal.
Con respecto a la confusión entre lo privado y lo público no se caería en exageraciones si se afirmase que la confusión es artificial y orientada a presentar un código de valores privado como el equivalente de un código público. Dicho de otro modo, la ley antiaborto, al igual que las aprobadas en legislaturas de otros estados, insiste en poner por encima del principio de la naturaleza laico del estado y sus instituciones a la moral cristiana y sus ideas con respecta a la vida humana.

Hace ya algunos años, la discusión con respecto a la legalidad del matrimonio entre personas del mismo sexo realizada por la Suprema Corta de Justicia no dejó lugar a dudas de que es el bien público el que debe ser salvaguardado por el estado sin menosprecio de las morales privadas. En ésa ocasión los fundamentalistas católicos presentaron un recurso de amparo afirmando que el matrimonio tiene como finalidad básica la procreación, argumento que reproduce la moral cristiana respecto al matrimonio e incluso al acto sexual. Los ministros de la corte rechazaron dicho argumento al afirmar que de acuerdo a la constitución, el matrimonio no puede ser considerado como un contrato civil con la única finalidad de tener hijos. Dos personas pueden unirse en matrimonio legítimamente sin tener que estar obligados a procrear, incluso si son católicos.

Por lo anterior se deduce que el bien público está por encima del bien privado, como lo sería la adopción de un credo religioso, ya que el que una persona asuma los valores morales de una religión no significa que los puede imponer a los demás. Incluso si la mayoría de los mexicanos se declaran católicos esto no obliga al resto a seguir las máximas cristianas. Es curioso como en nuestro país nos escandalizamos con el fundamentalismo musulmán, pasando por alto que la iglesia católica y sus aliados políticos se comportan de la misma manera en nuestro país. ¿No es acaso un rasgo fundamentalista de cualquier religión obligar a personas que no la profesan a vivir de acuerdo a sus principios y además estigmatizarlos como encarnaciones del mal, como enemigos de la vida si no lo hacen?

Es por lo anterior que la propuesta de Javier Duarte –que en realidad es la de la iglesia católica oculta detrás de un grupo civil fachada, Sí a la Vida- utiliza argumentos ‘científicos’ aportados por una bióloga de la UNAM y que son reproducidos en el cuerpo del proyecto de ley. De ese modo coloca fuera de foco el espíritu fundamentalista de la ley contra el aborto a pesar de que está en el fondo del problema es simple y sencillamente la imposición de la concepción católica de la vida –aunque lo más seguro es que no se encuentra nada que soporte semejante idea en la Biblia.

Por otro lado se ha planteado que la ley no impedirá que las personas puedan viajar a la ciudad de México o utilizar los servicios de un médico y un hospital privado para realizar un aborto. Y es cierto, pero siempre y cuando las personas posean los medios económicos para pagar gastos de traslados o atención privada y discreta claro. De otro modo tendrá que continuar con su embarazo -sea este producto de una violación o de relaciones sexuales sin intención de procrear; de si la persona tiene los medios materiales para mantener al infante o no; de si es menor de edad o no; de si el embarazo representa un riego para su salud o no.


La ley no acabará con la simulación y la hipocresía de los estratos sociales acomodados, que seguirán pagándoles a sus hijas abortos en clínicas en el extranjero –disfrazados de viajes turísticos- pero profundizará la opresión hacia las mujeres que no cuentan con los medios materiales para ello. Son ellas y sus descendientes las que pagarán las consecuencias de la sumisión del gobernador del estado de Veracruz para con el fundamentalismo católico, empecinado en imponer su credo personal. Son ellas las que serán víctimas de una maniobra electorera -cuidadosamente planeada por Duarte y la derecha veracruzana para que coincidiera con las campañas- encaminada a presionar a los candidatos a definir su postura frente a la ley antiaborto, o de plano a chantajearlos para obligarlos a apoyarla y colocar el tema en el centro de la disputa por los votos. 

domingo, 1 de mayo de 2016

El (d)efecto Macri



Cuando el recientemente desaparecido filósofo Luis Villoro, en su libro El proceso ideológico de la revolución de independencia, analizaba las discusiones que se dieron en el Ayuntamiento de la ciudad de México en 1808 -cuando peninsulares y criollos se reunieron para decidir que hacer ante la ausencia del rey, destituido por Napoleón- señalaba con acierto que en un primer momento los criollos no pretendían la independencia política y la autonomía sino sólo la posibilidad de administrar los bienes de la nación, mientras se restablecía la monarquía en España: “No es aún libertad de hacer una patria, sino de manejarla y dirigirla; libertad de gerencia, no autonomía” (Villoro, p. 44, 1977) Sólo con el golpe de estado que destituyó al virrey Iturrigaray -para impedir que los peninsulares perdieran su poder- los criollos finalmente se decidieron a desafiar al partido europeo. El agravio se fundó en el rompimiento de la legalidad por parte de la partido europeo para que todo se mantuviera como estaba hasta entonces.

Sin embargo y a pesar de la radicalización de los criollos, que a la postre desembocaría en la independencia, el México posterior a 1821 se debatirá entre la posibilidad de construir un país manteniendo intactas las instituciones virreinales o emulando en la medida de lo posible el liberalismo conservador de Jovellanos o Constand. En ambos casos aunque con sus diferencias, miran siempre hacia afuera para encontrar principios que les sirvan de guía y poder así conformar el entramado institucional del estado. Fue así como se fortaleció una dinámica social, política y económica que, controlada por los criollos, insiste en negarse a si mismo para ser. 
 
Viene esto a cuento porque en la reciente visita de Obama a Argentina, el presidente de los EE. UU. puso a Mauricio Macri como ejemplo para los países de la región. “Quedamos impresionados por el trabajo hecho estos cien días” dijo sobre la gestión de Macri y afirmó “... que él (Macri) está fijando un ejemplo para otros países en este hemisferio” Y lo dijo no sólo por qué ha aceptado pagar sin chistar los fondos buitre o apoyar los planes geopolíticos contenidos en el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP); el embate privatizador para favorecer a las transnacionales y a sus aliados locales así como su oposición a promover la cooperación entre los países sudamericanos seguramente fue la causa para que Obama lo felicitara. Macri logró semejante reconocimiento precisamente por su sometimiento a las políticas yanquis para el continente, entre las cuales no se puede ignorar su aquiescencia para alinear a la Argentina en su guerra contra el terrorismo y el narcotráfico. La colombo-mexicanización (militarización y terrorismo de estado) de Argentina está en ciernes y goza de manera incondicional con el apoyo de la derecha latinoamericana sin importar el costo social.

En este sentido se ha hablado mucho sobre como el triunfo de Macri ha generado un fortalecimiento de la derecha latinoamericana aunque en realidad dicho proceso es promovido desde Washington, el cual ha sometido a países como México y Colombia en su afán por asegurar la fidelidad de la región para enfrentar a China y a Rusia. Y si bien el triunfo electoral de Macri forma parte de dicha política imperial, habría que ver a la ofensiva de la derecha latinoamericana como un defecto típico de las oligarquías latinoamericanas, las cuales siguen mansamente los dictados de los poderes mundiales -en esta dependencia ideológica que les reporta enormes beneficios pero al mismo tiempo socava su poder frente a la mayoría de la población generando violencia, marginación y desigualdad.

Esta obsesión de los criollos del siglo XXI por negar el cambio como elemento consustancial a las sociedades contemporáneas ha generado una miríada de golpes de estado en la región que han provocado miles de muertes.. Y sin embargo, dicha obsesión tropieza una y otra vez, al grado de que si no contara con el apoyo de las corporaciones internacionales y los medios de comunicación locales y globales simplemente no tendría ninguna posibilidad de éxito.

El (d) fecto Macri es el mismo de Enrique Peña o Juan Manuel Santos, a saber, esta incapacidad para conformar un proyecto de país acorde con la historia y las aspiraciones de la mayoría de la población, orientado a satisfacer su necesidades y aspiraciones. Empecinadas en simplemente administrar, las oligarquías latinoamericanas se adscriben sin rubores a un modelo político y económico que las enriquece pero siempre en la precariedad política, sostenida con golpes de estado, duros o blandos, legales o ilegales, rodeados de miseria y desigualdad. La guerra contra el narcotráfico y el terrorismo en Latinoamérica, impulsada desde el Pentágono, demuestra que en su afán por seguir administrando sus respectivos países, las oligarquías latinoamericanas seguirán mansamente los dictados del imperio, reproduciendo así su dependencia histórica para con las doctrinas y visiones que impiden el ejercicio de la libertad plena de los pueblos de la región. 
 
La lección es clara para los millones de seres humanos que no forman parte de ésas oligarquías: dejar de pensar en que sólo ellas pueden dirigir a los países de la región para empezar a mirar hacia abajo y a la izquierda y cancelar definitivamente el ciclo histórico de dependencia política, económica y cultural que inició a principios del siglo XIX. Sólo así, nuestra América podrá aspirar a construir su presente y su futuro para contribuir a la construcción de un mundo donde quepan muchos mundos.