Terrorista. Delincuente. Narcotraficante. Malhechor. Los gobiernos de México y Colombia han entonado esta semana al unísono los adjetivos difamantes que escoltan el nombre de Miguel Ángel Beltrán Villegas. El hecho de que sea un referente académico en su país, o un distinguido catedrático universitario, o un hombre de vasta trayectoria como estudioso, carece de valor para quienes concertaron este secuestro político. Su presunto vínculo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia fue motivo suficiente para perseguirle, denigrarle, deportarle en México y condenarle arbitrariamente en Colombia.
El presidente colombiano, Álvaro Uribe, agradeció el apoyo de las autoridades mexicanas en la captura de los “terroristas” adherentes a las FARC que aun merodean en el extranjero. Una vez mas estos dos gobiernos se alían –tal como lo hicieran en 2008 con el caso de los mexicanos muertos durante los bombardeos contra el campamento de las FARC en Ecuador- para crear un ambiente político de terror entre los académicos críticos y para criminalizar el pensamiento libre.
¡Vaya año el que han tenido los dos grandes exponentes del servilismo pro-norteamericano! Mientras el uno se ha convertido en superhéroe y exterminador de los virus perversos que amenazan al mundo, el otro se ha consolidado como el gran paladín de la inteligencia anti-terrorista latinoamericana. Han encontrado la forma para hacer de sus turbias y vergonzosas gestiones un torrente de laureles y virtudes políticas. La cacería de académicos críticos figura entre sus políticas predilectas.
La forma en que ocurrió la captura y deportación del profesor Miguel Ángel Beltrán Villegas deja ver que autoridades de México y Colombia actuaron en complicidad para cometer esta arbitrariedad.
Cabe destacar que la representación diplomática del gobierno mexicano en Colombia, había dado su aval un año atrás para que el catedrático colombiano ingresara legalmente a México por un término tentativo de 90 días, en calidad de “visitante no inmigrante”, con base en Artículo 42, fracción tercera de la Ley General de Población, a fin de que realizara los trámites para obtener visa de estudiante. Sin embargo, un trámite que regularmente tarda 30 días hábiles para finiquitarse, continuaba sin resolverse hasta el día de su detención. En los 9 meses transcurridos, el Instituto Nacional de Migración retrasó la concreción del trámite, seguramente a petición del gobierno colombiano. Finalmente, el 22 de mayo, un funcionario del INM le negó su solicitud e inmediatamente fue deportado, sin juicio previo, y después de una clara violación de los términos y plazos por parte de este organismo.
El hecho de que docentes y académicos sean objeto de persecución pone al descubierto las pretensiones reales de los gobiernos en México y Colombia: crear un régimen de terror crónico y criminalizar la discrepancia intelectual. De ahí que en ambos Estados las redes del crimen organizado operen con toda normalidad e impunidad: el homicidio, el secuestro, la extorsión y el narcomenudeo son agentes inmejorables para la propagación del terror.
Mas claro ni el agua: en un régimen de terror, terrorista es aquel que ejerce la libertad de conciencia e impugna la violencia estructural.
¿O usted que opina amable lector?
El presidente colombiano, Álvaro Uribe, agradeció el apoyo de las autoridades mexicanas en la captura de los “terroristas” adherentes a las FARC que aun merodean en el extranjero. Una vez mas estos dos gobiernos se alían –tal como lo hicieran en 2008 con el caso de los mexicanos muertos durante los bombardeos contra el campamento de las FARC en Ecuador- para crear un ambiente político de terror entre los académicos críticos y para criminalizar el pensamiento libre.
¡Vaya año el que han tenido los dos grandes exponentes del servilismo pro-norteamericano! Mientras el uno se ha convertido en superhéroe y exterminador de los virus perversos que amenazan al mundo, el otro se ha consolidado como el gran paladín de la inteligencia anti-terrorista latinoamericana. Han encontrado la forma para hacer de sus turbias y vergonzosas gestiones un torrente de laureles y virtudes políticas. La cacería de académicos críticos figura entre sus políticas predilectas.
La forma en que ocurrió la captura y deportación del profesor Miguel Ángel Beltrán Villegas deja ver que autoridades de México y Colombia actuaron en complicidad para cometer esta arbitrariedad.
Cabe destacar que la representación diplomática del gobierno mexicano en Colombia, había dado su aval un año atrás para que el catedrático colombiano ingresara legalmente a México por un término tentativo de 90 días, en calidad de “visitante no inmigrante”, con base en Artículo 42, fracción tercera de la Ley General de Población, a fin de que realizara los trámites para obtener visa de estudiante. Sin embargo, un trámite que regularmente tarda 30 días hábiles para finiquitarse, continuaba sin resolverse hasta el día de su detención. En los 9 meses transcurridos, el Instituto Nacional de Migración retrasó la concreción del trámite, seguramente a petición del gobierno colombiano. Finalmente, el 22 de mayo, un funcionario del INM le negó su solicitud e inmediatamente fue deportado, sin juicio previo, y después de una clara violación de los términos y plazos por parte de este organismo.
El hecho de que docentes y académicos sean objeto de persecución pone al descubierto las pretensiones reales de los gobiernos en México y Colombia: crear un régimen de terror crónico y criminalizar la discrepancia intelectual. De ahí que en ambos Estados las redes del crimen organizado operen con toda normalidad e impunidad: el homicidio, el secuestro, la extorsión y el narcomenudeo son agentes inmejorables para la propagación del terror.
Mas claro ni el agua: en un régimen de terror, terrorista es aquel que ejerce la libertad de conciencia e impugna la violencia estructural.
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