domingo, 23 de agosto de 2009

Surveillance

En el 2008 la hija del afamado cineasta David Lynch, Jennifer Chambers Lynch estrenó su segunda película: Surveillance. En el desierto de Santa Fé se han cometido varios asesinatos a mano armada por unos enmascarados. La policía local se muestra incompetente y dos agentes del FBI, Elizabeth Anderson (Julia Ormond) y Sam Hallaway (Bill Pulman), se ven obligados a intervenir.
Los agentes interrogan a tres testigos de un reciente incidente relacionado con los mentados asesinos: Stephanie (Ryan Simpkins) una niña de ocho años que vio como asesinaron a su familia; Bobbi Prescott (Pell James) una adolescente adicta a la cocaína que viajaba con su novio; y Jack Bennet (Kent Harper) un oficial de la misma delegación de la carretera en la que se cometieron los asesinatos.
Cada testimonio nos revela la forma de ser del personaje que nos relata su historia, y al mismo tiempo, nos damos cuenta de que tan cierta o que tan fielmente se apega cada quién a lo que realmente pasó. Todos los tesigos saben algo más de lo que aparentan, pero la mayoría oculta la verdad para lograr enfrentarse a ellos mismos.
La palabra surveillance, significa vigilancia, refiriéndose más específicamente a la vigilancia de un criminal o persona de la que se piensa puede cometer algún mal. En la película las autoridades como el FBI y la policia representan esa red de vigilancia con el deber de proteger y servir. Sin embargo, la ambigüedad del deber asignado a las supuestas autoridades es constantemente puesto en tela de juicio a lo largo de toda la película; como cuando una pareja de oficiales dispara hacia los neumáticos de los autómoviles que pasan por su zona, para después sacarles algo de dinero, atormentarlos física y psicológimante, y por supuesto, para divertirse un rato (cualquier semejanza con la realidad nacional es mera coincidencia).
En una entrevista para SCIFI-UK Jennifer Lynch aclara que todo en su película se reduce a una pregunta: ¿Decir la verdad nos salvará en algún momento? Retomo su pregunta para contextualizarla un poco. ¿Decir la verdad nos salvará de la violencia ejercida por las autoridades negligentes e incompetentes, que parecen provocarnos para someternos en cuanto levantemos el puño en lugar de agachar la cabeza? En la película, la niña parece ser la única que si bien sabe algo más, no dice más que la verdad que los adultos le permiten decir en voz alta. Su suerte no es la misma que la de los demás personajes, pero no es tan reconfortante como se suele decir que sería despues de decir la verdad.
El lento transcurrir del tiempo en la película, los vacíos de información y los dialogos mudos o amnbiguos muy al estilo de papá Lynch, están también presentes en esta segunda producción de Jenny Lynch, quien también incluyó un sundtrack también con el sello familiar. Se nota la intención de transmitir esa sensación de claustrofobía que David exprime hasta la última gota, lamentablemente, su hija no explota este recurso con tanto éxito. Aún así es una buena película de horror y suspenso que no deja de valer la pena.

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