La ciencia política no se detiene a mirar los medios de comunicación. A lo mucho, los utiliza para promover sus conceptuosos comentarios.
Tampoco conoce bien de grandes regiones. La tenebrosa metodología del análisis micro regional se olvida casi siempre de una cosa que se llama mundo.
Por lo mismo, la ciencia política no confía mucho en la historia. La quiere como a un pariente muy lejano, del que sólo se conocen algunos detalles.
Prefiere mirar los procesos, esa idea muy de otro lado de organizar la vida milimétricamente. Por eso su fascinación con la burocracia, alimento preferido de las cuantiosas facturas que tanto le gusta imprimir a la ciencia política.
Como todo método científico, el de esta ocupación se preocupa poco por la filosofía. Sobre todo se olvida, muy a descrédito de sus propias palabras, de la rigurosidad reflexiva, objetivo sustancial de la madre del conocimiento: la academia.
Quizá con la sociología es con la que mejor relación lleva la ciencia política. Porque comparten clásicos de su literatura, pero sobre todo, por que así lo dicen las escuelas que ofrecen las dos carreras. Faltaba más.
La poesía, la música, el cine, pero sobre todo las comunidades marginadas, son palabras que no se conocen en esta ciencia.
Se trata de estandarizar el vacío de ideas, de analfabetizar el análisis. De guanajuatizar todo.
He ahí tamaña rama: prefiere a las matemáticas para entender lo que pasa en la realidad. Aún más: prefiere sus palabras, que a la realidad misma.
Tampoco conoce bien de grandes regiones. La tenebrosa metodología del análisis micro regional se olvida casi siempre de una cosa que se llama mundo.
Por lo mismo, la ciencia política no confía mucho en la historia. La quiere como a un pariente muy lejano, del que sólo se conocen algunos detalles.
Prefiere mirar los procesos, esa idea muy de otro lado de organizar la vida milimétricamente. Por eso su fascinación con la burocracia, alimento preferido de las cuantiosas facturas que tanto le gusta imprimir a la ciencia política.
Como todo método científico, el de esta ocupación se preocupa poco por la filosofía. Sobre todo se olvida, muy a descrédito de sus propias palabras, de la rigurosidad reflexiva, objetivo sustancial de la madre del conocimiento: la academia.
Quizá con la sociología es con la que mejor relación lleva la ciencia política. Porque comparten clásicos de su literatura, pero sobre todo, por que así lo dicen las escuelas que ofrecen las dos carreras. Faltaba más.
La poesía, la música, el cine, pero sobre todo las comunidades marginadas, son palabras que no se conocen en esta ciencia.
Se trata de estandarizar el vacío de ideas, de analfabetizar el análisis. De guanajuatizar todo.
He ahí tamaña rama: prefiere a las matemáticas para entender lo que pasa en la realidad. Aún más: prefiere sus palabras, que a la realidad misma.
1 comentario:
Tengo que decirte que no estoy de acuerdo totalmente, pero eso no importa.
Cuando en mi escuela inició la carrera de "Ciencia Política" [no ciencias políticas], se dió por terminada la carrera de Ciencias Sociales [no Ciencia Social]. Tal vez expresar el nombre en singular denota la falta de diversidad ideológica de la "Ciencia"... al menos en la institución donde realizo mis estudios [y, de ninguna manera, es un refrigerador industrial como tú dices] supongo que en todas es igual, a decir de tu artículo.
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