La alternancia del poder en México, con la llegada de Vicente Fox a la presidencia de la nación, sólo fue un fenómeno que el tiempo se encargó de constatar como ficticio y truculento. Los mismos proyectos capitalistas y neoliberales y el debilitamiento gradual de la economía y el estado mexicano siguieron en marcha.
No obstante el voto ejercido en las urnas en aquellas elecciones de 2000 manifestó el sentir de un pueblo que pedía a gritos un cambio. Hoy en día, aquella supuesta alternancia no se muestra más que como un acto fallido (¡otro!) de la política mexicana, un fracaso para la sociedad pues.
Seis años más tarde, los mexicanos nuevamente manifestaron aquella voluntad de dar luz a un proyecto político diferente, al menos que pudiera llamarse proyecto, pues las últimas administraciones del país han carecido de ello. La sorpresa para el pueblo fue beber una vez más, y desde la supuesta alternancia, la sopa del chocolate ya tan conocido para nuestra triste historia: la imposición mediante el fraude electoral.
Aquel proyecto político, que fue defraudado por las instituciones del estado mexicano, busca nuevamente competir para ser el elegido por el pueblo como vía posible de desarrollo de la nación. Una vez más, como hace seis años, ciertos sectores políticos y medios de información, deslegitiman con una serie de falacias y sin argumentos sólidos dichas intenciones.
El argumento principal contra el movimiento mencionado, es que su líder principal, Andrés Manuel López Obrador, es la encarnación del egocentrismo y del autoritarismo, sólo desea ser protagonista principal del drama político de nuestro país.
Me resultan curiosos este tipo de comentarios, que tratan de hacer relevante en un solo personaje el mal que aqueja al político en el país, quizá en el mundo entero: la obsesión burda por la construcción de una imagen, el personalismo pues. Independientemente de las tendencias metrosexuales del político mexicano, me gustaría centrarme en esto: recuerdo a algunos de los integrantes y militantes actuales del proyecto de AMLO defender con argumentos sólidos el hecho de la rentabilidad de PEMEX cuando la iniciativa del gobierno de Calderón debatía que debía abrirse al capital extranjero. En aquel entonces, Pablo Gómez, con números en mano, mencionó las millonarias cifras que generaba la paraestatal y que alcanzaban suficientemente bien para construir refinerías y aumentar todavía más su rentabilidad. Esto ante la burda y charlatana jerga de los políticos entreguistas que decían que mantener PEMEX costaba muy caro.
Ahora me pregunto ¿Acaso hacer política con evidencias claras y argumentos fuertes, pensando en construir proyectos económicos que verdaderamente sean rentables a la sociedad y no sólo a los capitalistas extranjeros, es ser personalista? ¿En qué momento se va a llevar el debate a un terreno franco en el que se analicen verdaderos beneficios políticos y económicos y en que el que participen intelectuales expertos y serios? Ya basta de señalar niñerías y nimiedades.
2 comentarios:
son putos!!!
puta politica por eso anonimus se los va a coger putos encajosos de mierda!!!!
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