La infame gestión de Petróleos Mexicanos por parte del gobierno federal no deja lugar a dudas del proyecto nacional que están poniendo en práctica: saquear el país para beneficio de las grandes corporaciones a cambio de jugosas comisiones y reconocimientos internacionales traducidos en empleos para cuando finalicen su gestión. Pero además se están cometiendo crímenes de lesa humanidad que no prescriben y pueden ser armas de lucha social en le futuro próximo.
La Unidad de Evaluación y Control (UEC) de la Cámara de Diputados concluyó que la diferencia entre el precio de venta del crudo mexicano y el costo de las gasolinas importadas. PEMEX vende a las grandes petroleras el crudo en 60.4 dólares y compra la gasolina en promedio a 92.9 dólares. El gasto financiero acumulado en los últimos seis años, según la UEC, es de 834 mil millones de pesos. Esa cantidad sería suficiente para construir seis refinerías pero a la fecha ni siquiera se ha empezado a construir la que Calderón prometió y que ganó el estado de Hidalgo.
Pero el manejo corrupto, contrario a los intereses nacionales que dice defender el inquilino de Los Vinos, no para ahí. Además de lo lesivo para las finanzas públicas de la administración de PEMEX el impacto de su trabajo en el medio ambiente y en las personas que viven cerca de una refinaría es prácticamente imposible de cuantificar pero de enormes consecuencias.
Los municipios cercanos a Coatzacoalcos están registrando, cada vez con mayor regularidad, altos niveles de contaminación debido a la incineración de desechos tóxicos que no cumplen con las regulaciones que en otros países se les exige a tales procesos. En las instalaciones del complejo Pajaritos se ubican tres incineradores que queman cuando menos 100 toneladas diarias de deshechos, inundando a la región de sustancias que impactan en animales, plantas, cuerpos de agua y seres humanos.
Por si fuera poco PEMEX, o sea sus altos funcionarios, se niegan a que organismos internacionales visiten los incineradores y conozcan los procesos utilizados así como se oponen sistemáticamente a que las instituciones de salud y seguridad social hagan comentarios sobre las secuelas que deja la incineración. Sin embargo, diversos estudios han demostrado que la presencia de dioxinas en los productos alimenticios como el huevo supera en seis veces el límite en la Unión Europea. Las consecuencias son el aumento del cáncer en niños y adolescentes, que las autoridades niegan todo el tiempo pero que han sido documentadas por organizaciones civiles que además proporcionan atención a los enfermos.
Lo anterior debe ser visto como crímenes de lesa humanidad y no simplemente como errores administrativos impulsados por la ambición y el cinismo. Julio Scherer ha deslizado la posibilidad de que la guerra contra el narcotráfico genere delitos que podrían ser tipificados en el futuro como de lesa humanidad. Los funcionarios de PEMEX podrían también ser acusados del mismo delito, simple y llanamente por su indiferencia al sufrimiento humano que causan. En su defensa podrán argumentar que sólo cumplen órdenes pero habrá que recordarles que ningún servidor público, incluso del sector militar, está obligado a ejecutar acciones contrarias a la dignidad humana y los derechos de los gobernados. Habrá que tenerlo presente para cuando las uvas maduren.
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