“Los bizarristas son como el Alquitrán: una partícula tóxica causante de cáncer. ¡Compatriotas, hagan Patria: Matad a un bizarrista!”. La anterior declaración de guerra, de cuyo emisor se desconoce la identidad, causó eco y conmoción entre la sociedad civil que, en un arrebato de cólera colectiva, salió a las calles con estaca en mano, cual Ku Kux Klan, a exterminar todo cuanto tuviera un ligero olor a bizarrista. Es menester destacar que la furia del vulgo es incontenible.
El espíritu navideño ha sido un catalizador magnífico: en el marco de las sagradas festividades en puerta, es deber ciudadano unificarse en función del la aniquilación de la escoria social.
Todo este feliz alboroto se suscitó a raíz de que un hacker profesional consiguió vulnerar la cuenta de correo electrónico de un bizarrista, cuyo paradero no se ha revelado, y extraer duplicados de la “correspondencia instantánea” que almacenaba en su cuenta personal. El material fue divulgado a través de las redes sociales en Internet con el objeto de alertar a la ciudadanía de este nuevo bizarro-atentado. Déjoles, en condición de comunicador imparcial, fragmentos destacados de las conversaciones confiscadas al polémico bizarrista, confiriéndoles a ustedes, lectores, el derecho inalienable de ejercer su vocación de jueces y fustigadores:
- Bizarrista1: “Camarada bizarrista, mis estudios en Filosofía de la Ciencia han conducido a descubrimientos teóricos inéditos. Usted es amplio conocedor de mi irreductible escepticismo respecto de la doctrina del cristianismo. Reconozco que mi labor de investigación suele estar impregnada por un feroz ateísmo. Empero, en esta ocasión no tenía previsto arribar a conclusiones tan apreciablemente heréticas. Le pido que crea en lo que digo. Gracias al rigor de las leyes generales de la ciencia aplicada, y siempre auxiliado por los recursos de la observación y la verificación, hoy me es grato presentarle, camarada, mi mas reciente hallazgo.
- Bizarrista2: “Soy todo oídos, camarada. Apresúrese con el veredicto que soy curioso”
- B1: “Debido a dudas que me han perseguido insistentemente desde hace algún tiempo, consideré necesario hacer un estudio de campo en virtud de averiguar, mediante la aplicación de encuestas, qué relación existe entre el socialismo científico y el cristianismo. Pero curiosamente la gente encuestada tenía una percepción sui generis respecto de la Historia. Y gracias a esta perspectiva transfigurada descubrí, accidentalmente, lo que el vulgo conoce como Guerra Fría. Una de las preguntas contenidas en la encuesta era: ¿Cuándo fue la Guerra Fría? Y justamente aquí viene el criterio transgresor que deseo subrayar… Un misterioso encuestado respondió: ‘La Guerra Fría fue en diciembre, en el marco de un invierno infernal. Se trata de una lucha que libraron los Reyes Magos y Santa Claus para conquistar la hegemonía de la temporada. Y es bien sabido que el “rojillo barbón” [epíteto conferido usualmente al socialista dogmático] salió victorioso, arrojando a Melchor, Gaspar y Baltasar a segundo plano. Sobra decir que la fábula de Jesucristo es solo eso, una fábula’”.
- B2: “Bendito sea el diablo. No puedo creer lo que me dice, camarada.”
- B1: “Auxiliado por el método hipotético-deductivo, he conseguido llegar a la conclusión que ansío compartir con usted: ¿Sabe usted cual es la única diferencia entre Dios y yo?
- B2: “La desconozco. Ilumíneme, camarada bizarrista”.
- B1: “Que yo existo.”
- B2: “Feliz Navidad camarada”.
1 comentario:
Feliz Navidad "Rojillo Barbon"
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