Mucho se ha hablado del desarrollo político de nuestro país, que si México es un país en vías de desarrollo, que si es un estado fallido y no se que tantas cosas mas. Pero una opinión que me llama más la atención que cualquier otra, es aquella que sobre todo expresa la intelectualidad vanguardista de primer mundo (por supuesto la norteamericana y europea), y es la de que México es un estado “pre-moderno”.
El problema que salta a la vista al hacer un modesto análisis de dicha afirmación, no es el de un absurdo y sentimental nacionalismo, sino el de los términos en que se hace dicha afirmación. En efecto, son agudos y perspicaces los comentarios de nuestros amigos intelectuales del mundo desarrollado, al desenmascarar al estado mexicano como un estado corrupto que carece de un clima democrático y de pluralidad; sin embargo, las implicaciones que tiene afirmar el estado de pre-modernidad mexicano pueden ser tendenciosas. Un estado no tiene necesariamente que seguir un patrón mecánico. México no tiene necesariamente que ser un estado moderno. Esto no quiere decir que no se pueda ser plural, pues la modernidad no ha sido la vía de la pluralidad.
La afirmación de que algún estado es moderno o premoderno, esta construida desde una tradición de pensamiento ilustrado y progresista, el cual supone que hay estadios históricos naturales por los cuales toda sociedad debe transitar. La modernidad se caracteriza por un desden a lo antiguo y un exaltamiento de lo nuevo. Esto es y ha sido ya altamente discutible, un tema muy gastado. Aun así, no esta de más acotar que es la razón moderna la que llevo en el siglo pasado a la humanidad a dos maravillosas guerras mundiales.
El decidir el status de desarrollo de un país es una cuestión sumamente arbitraria, pues obviamente se hace desde una perspectiva propia, la cual se eleva como ideal. Es el monologo de la racionalidad quien dictamina que es lo justo y adecuado en materia política. Nada mas cercano al dogmatismo y a lo impositivo, curiosamente todo lo contrario que la misma modernidad buscaba.
Los países desarrollados que viven bajo el orden moderno, quizá se consideran más demócratas y plurales por que han sabido separar ciertas cuestiones de orden moral del ámbito de lo legal, vaya que esto es un logro en materia de pluralidad; sin embargo, el estado moderno ha devenido en el mas voraz de los liberalismos económicos, ha posibilitado el debilitamiento de los estados mismos, creando un clima totalmente unilateral y de imposición, en el cual el poder económico es el único criterio a considerarse para hacer política. Mis muy queridos señores modernos: ¡esto no es democracia!
El problema que salta a la vista al hacer un modesto análisis de dicha afirmación, no es el de un absurdo y sentimental nacionalismo, sino el de los términos en que se hace dicha afirmación. En efecto, son agudos y perspicaces los comentarios de nuestros amigos intelectuales del mundo desarrollado, al desenmascarar al estado mexicano como un estado corrupto que carece de un clima democrático y de pluralidad; sin embargo, las implicaciones que tiene afirmar el estado de pre-modernidad mexicano pueden ser tendenciosas. Un estado no tiene necesariamente que seguir un patrón mecánico. México no tiene necesariamente que ser un estado moderno. Esto no quiere decir que no se pueda ser plural, pues la modernidad no ha sido la vía de la pluralidad.
La afirmación de que algún estado es moderno o premoderno, esta construida desde una tradición de pensamiento ilustrado y progresista, el cual supone que hay estadios históricos naturales por los cuales toda sociedad debe transitar. La modernidad se caracteriza por un desden a lo antiguo y un exaltamiento de lo nuevo. Esto es y ha sido ya altamente discutible, un tema muy gastado. Aun así, no esta de más acotar que es la razón moderna la que llevo en el siglo pasado a la humanidad a dos maravillosas guerras mundiales.
El decidir el status de desarrollo de un país es una cuestión sumamente arbitraria, pues obviamente se hace desde una perspectiva propia, la cual se eleva como ideal. Es el monologo de la racionalidad quien dictamina que es lo justo y adecuado en materia política. Nada mas cercano al dogmatismo y a lo impositivo, curiosamente todo lo contrario que la misma modernidad buscaba.
Los países desarrollados que viven bajo el orden moderno, quizá se consideran más demócratas y plurales por que han sabido separar ciertas cuestiones de orden moral del ámbito de lo legal, vaya que esto es un logro en materia de pluralidad; sin embargo, el estado moderno ha devenido en el mas voraz de los liberalismos económicos, ha posibilitado el debilitamiento de los estados mismos, creando un clima totalmente unilateral y de imposición, en el cual el poder económico es el único criterio a considerarse para hacer política. Mis muy queridos señores modernos: ¡esto no es democracia!
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