jueves, 24 de septiembre de 2009

Felicidas

Vayan dos antecedentes:
1. Cerca de Xalapa hace poco una joven madre desquiciada mata a golpes a su hija de tres años, y en plena esquizofrenia manifiesta, se corta las venas. La salvaron y va a Pacho Viejo; y

2. Hace años Excélsior publicó varios reportajes sobre el crimen de una masaba en el mundo de extrema pobreza del D.F. Recuerdo lo esencial y meritorio del asunto que conmovió a la nación: la masaba que hablaba únicamente su dialecto y con cinco hijos fue abandonada por su marido pepenador defeño, azuzado por su madre.

Al principio iba con la suegra en busca del pan de cada día y a palazos era corrida con sus hijos. Después mendigaba en las calles para conseguir un poco de pan que darle a sus hijos, que morían de hambre lentamente.

A oscuras por la noche recorría el lecho de muerte de cada uno y pegaba su oído a la boca de ellos: aún tenían aliento y pálpito de vida.

Levantaba a su bebé de meses y lo pegaba a sus chichis, manantiales secos. Eso era de todas las noches. Y una tarde al regresar a la cobacha con las manos, alma y corazón vacíos la boca del hijo mayor estaba sin aliento. Sin titubear taponeó con tiliches las boquitas de cada uno de los cuatro, arrebatándoles los últimos alientos de vida.

Sobre ellos buscó su propia muerte, colgándose.

Cuando llegaron su suegra y el pepenador bajaron a la masaba que cayó sin ruido junto a los cuerpecitos muertos de sus hijos. Y en el aquelarre desatado logran salvarla regalándole, como pan de cada día mendigado, una segunda muerte por morir.

Dos crímenes en tiempo, circunstancia y lugar diferentes. Dos veredictos que la sociedad impuso (2) e impondrá (1) de acuerdo a jurisprudencia (Lest est Let). Y al purgar la sentencia y en el estado en que se encuentren estas felicidas regresarán a ella. Y colorín colorado…

Ahora escribo de cada uno más acá o más allá de la Ley:

Del 1: la madre comete tal crimen con su hija como resultante de lo que socialmente ha recibido. Horrendo crimen y lo pagará, pero eso no basta. Es mejor prevenir que lamentar. Cueste lo que cueste se debe consolidar un modelo de vida socialmente educativo, que no sea escolar porque ya lo tiene (recordemos la Reforma educativa) sino de-en-para la sociedad misma, desennagenándola. ¿Por dónde empezar? He allí el quid de este aquelarre.

Del 2: Fue la sociedad-estado la que orilló a la masaba a tal crimen por la extrema y miserable pobreza del grupo más marginado del país: las etnias.

¿De qué han valido las alharacas políticas gubernamentales y presupuestales de instituciones para incorporarlos al desarrollo nacional? Sólo como folklor se les acepta. La masaba mató a sus hijos antes de que el hambre lo hiciera.

¿Alguien puede explicar qué es morir por hambre o ver morir de hambre a alguien que se ama? Yo no.

¿Fue un acto paranoico o de amor infinito el de la masaba?

¿La única culpable fue ella y no el estado que nos gobierna sin ofrecer el bienestar de todos para el bien de la vida nacional?

¿Entonces qué?

arturo mejía acosta

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