El rescate de los mineros chilenos atrapados en la mina de San José, ubicada en el desierto de Atacama, se ha convertido en un acontecimiento mediático que sirve para ocultar las enormes deficiencias en la seguridad de los trabajadores mineros. El presidente Sebastián Piñera ha utilizado la operación para promover su idea de unidad, su idea de que los chilenos unidos pueden enfrentar cualquier problema. Pero a pesar del show mediático a escala internacional que se ha montado alrededor del rescate no puede negar el hecho de que las empresas mineras, en su afán por aumentar sus utilidades, han reducido las medidas de seguridad con la anuencia del gobierno chileno.
Desde el 5 de agosto, cuando sucedió el derrumbe que dejó enterrados a 33 trabajadores a más de 700 metros de profundidad, fue inevitable recordar la tragedia de Pasta de Conchos y comparar la forma en que actuó el gobierno mexicano. Sin embargo, a pesar de las diferencias que pueda haber en las acciones de ambos gobiernos queda claro que la pauperización de las condiciones laborales alrededor del mundo es particularmente visible en el sector minero.
Coincidentemente, la industria de la minería es la que logra los mayores márgenes de ganancia en el mercado mundial, pues a la contracción salarial hay que agregar el desprecio de las compañías por el impacto ambiental de sus operaciones. Los gobiernos se han hecho de la vista gorda en su afán por atraer las inversiones a costa de lo que sea. Al igual que en Pasta de Conchos, la mina de San José había sido señalada por estar en malas condiciones pero nadie hizo nada al respecto hasta que se derrumbó.
Ya desde el 6 de marzo de 2004, la corte de apelaciones de Copiapó rechazó un recurso de protección presentado por el Consejo Directivo de los Sindicatos de Trabajadores de Minera San Esteban Primera. La empresa descalificó los argumentos de los trabajadores pues a su parecer no estaban basados en estudios técnicos sino en apreciaciones personales de los propios trabajadores. Sin embargo, está comprobado que la empresa no contaba con una vía alterna de escape y esa fue la razón por la cual los 33 mineros tuvieron esperar más de dos meses para que se excavara un túnel que debió haber estado en funcionamiento desde antes del derrumbe.
En el colmo del cinismo, las autoridades y los empresarios mineros quieren ahora convertir una falla en un triunfo, gracias a los medios de comunicación, que narran al detalle las operaciones de rescate pero omiten informar acerca de sus causas. Así las cosas, el gobierno salva a los mineros y anuncia que la mina se cerrará definitivamente porque no es segura. Pero más que rescatar a los mineros atrapados, parece que el gobierno chileno está rescatando a la empresa eximiéndola de cualquier responsabilidad para que pueda seguir operando.
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