La fuente del bizarrismo mágico nos recuerda que nada queda de la esperanza. A los ojos de quien lo quiera ver, ahora el "estado desnudo" nos recuerda que nada se puede hacer mientras se sigan reproduciendo las formas de control, económicas, políticas, religiosas, de las clases que lo tienen todo (llámenles burgueses, ricardos, millonarios, capitalistas) en las clases que nada tienen.
Y eso es preocupante en México. En un país de 100 millones (suponiendo que no somos como 120 millones) 60 millones son pobres según los ricos de este mundo. Esto quiere decir que tienen una mala alimentación, si es que la tienen; que no están educados (ni siquiera en las patrañas de la competitividad y las finanzas); que no tienen un hogar decoroso si es que tienen hogar; que viven sin trabajo, aunque haya leyes (hay leyes) que les aseguran un trabajo digno.
Se ponen a celebrar, a festejar un centenario horroroso. El verdadero festejo de este bicentenario es el golpe de estado de Calderón, que celebran Diego Fernández de Cevallos donde quiera que esté, Carlos Salinas (el malo, por supuesto) y también Andrés Manuel.
Porque se supone que todos ellos son lo mismo. Si vienen de un partido político entonces nada pueden hacer por que las condiciones de vida de todos mejoren.
Tendrían que venir del ANTI sistema. No del sistema.
Tendría que estar, siguiendo el ejemplo, el Sub desenmascarando de plata, ayudando al estado (ya con minúsculas) a desmoronarse, a derrumbarse, a desaparecer, mientras todos los demás hacemos lo propio.
Debería estar, siguiendo con el ejemplo, en otra ANTI campaña, porque resulta más esperanzador Marcos que todos los otros. Todos.
Y si Marcos fuera presidente entonces todos celebraríamos que él es la persona con más autoridad moral en este país, y no como dijo Fidel Castro en su artículo sobre López Obrador.
Pero no está Marcos.
Están los otros.
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