“La historia del pensamiento y de la cultura es una cambiante configuración de grandes ideas liberadoras que inevitablemente se truecan en asfixiantes camisas de fuerza” (Isaiah Berlín). Penoso axioma indiscutible.
Los conceptos y categorías se han vuelto dogmas y discursos cuasi-religiosos. Las fronteras otrora más o menos claramente discernibles entre el examen científico y la elucubración teológico-metafísica acusan indeterminación.
La ultra-especialización del saber ha devenido en formulaciones instrumentales e inútiles que oscilan entre lo fáctico, formal, y lo vago, genérico, mágico-chamánico-antropocósmico. Por ejemplo, conceptos tales como la mexcolombianopakistanobalcanización (¡sic!) del mundo, ó narcoterrorismo-narcosubversión, tan de moda en nuestra era. Este fenómeno –aquel de la indefinición-malformación de las categorías subyacentes al saber– es sintomático de un problema mayúsculo: la actual condición fallida del planeta.
Los absurdos están a la orden del día, insertos en el léxico común, circunscritos en las concepciones y prácticas de la vida social contemporánea. War is peace (la guerra es la paz), reza una consigna amplia y universalmente aceptada en Estados Unidos. (Hay una expresión que en lo personal me resulta divertida: “intervenciones militares humanitarias”).
Lo mismo se usa el concepto-fetiche de “democracia” para designar a un régimen electoral de vocación pluripartidista como para referirse al velo que recubre las sórdidas guerras emprendidas a lo largo y ancho del globo.
La distinción entre Estado autoritario y Estado liberal es sólo de carácter nominal (aunque la ciencia política vulgar –oneroso pleonasmo– se niegue a aceptarlo), pues nunca antes había tenido lugar una violación a la intimidad como la que existe en el presente con la creciente aplicación de tecnología cibernética/satelital al campo de la (auto)vigilancia social e individual, máxime en los sistemas liberales modernos.
Eso que llaman “globalización” puede ser entendido como la internacionalización de la producción o bien como el triunfo de las telenovelas de Hollywood a escala mundial. La plurivalencia deliberada es la norma en la acuñación de conceptos y nociones.
Una vez más recurriré al escrutinio del lastimoso escenario humano en el que confluyen todas las “chabacanadas” (útil neologismo) que dan cuenta de la ridícula y peregrina naturaleza del planeta que tristemente nos asila:
1. Mario Vargas Llosa, escritor comprometido literariamente con el ideario burgesoide y creador de una obra abocada al desprecio de las clases populares latinoamericanas recibe el premio Nobel de literatura.
2. En México, Colombia, y demás países donde se libra virulentamente una “guerra internacional contra las drogas”, la estrategia nacional contra el consumo de estupefacientes no la dirige un médico, sino un jefe militar.
3. En Chile, se convoca a la “unidad nacional” con motivo del rescate de los mineros atrapados durante más de dos meses en una mina al norte del país, a causa de un derrumbe entre cuyas causas –insistentemente omitidas– destacan las pésimas condiciones de trabajo relativas a la mina, y la desvergonzada negligencia de la empresa y el Gobierno en lo tocante a la implementación de medidas de seguridad.
A modo de conclusión, ofrézcole, lector, un singular “pilón”:
Choi Yoon-Hee, también conocida como la "sacerdotisa de la felicidad" (¡sic!), autora de más de 20 libros de autoayuda, se ahorcó junto a su esposo en la habitación de un hotel en Corea del Sur a causa de una profunda depresión.
Los conceptos y categorías se han vuelto dogmas y discursos cuasi-religiosos. Las fronteras otrora más o menos claramente discernibles entre el examen científico y la elucubración teológico-metafísica acusan indeterminación.
La ultra-especialización del saber ha devenido en formulaciones instrumentales e inútiles que oscilan entre lo fáctico, formal, y lo vago, genérico, mágico-chamánico-antropocósmico. Por ejemplo, conceptos tales como la mexcolombianopakistanobalcanización (¡sic!) del mundo, ó narcoterrorismo-narcosubversión, tan de moda en nuestra era. Este fenómeno –aquel de la indefinición-malformación de las categorías subyacentes al saber– es sintomático de un problema mayúsculo: la actual condición fallida del planeta.
Los absurdos están a la orden del día, insertos en el léxico común, circunscritos en las concepciones y prácticas de la vida social contemporánea. War is peace (la guerra es la paz), reza una consigna amplia y universalmente aceptada en Estados Unidos. (Hay una expresión que en lo personal me resulta divertida: “intervenciones militares humanitarias”).
Lo mismo se usa el concepto-fetiche de “democracia” para designar a un régimen electoral de vocación pluripartidista como para referirse al velo que recubre las sórdidas guerras emprendidas a lo largo y ancho del globo.
La distinción entre Estado autoritario y Estado liberal es sólo de carácter nominal (aunque la ciencia política vulgar –oneroso pleonasmo– se niegue a aceptarlo), pues nunca antes había tenido lugar una violación a la intimidad como la que existe en el presente con la creciente aplicación de tecnología cibernética/satelital al campo de la (auto)vigilancia social e individual, máxime en los sistemas liberales modernos.
Eso que llaman “globalización” puede ser entendido como la internacionalización de la producción o bien como el triunfo de las telenovelas de Hollywood a escala mundial. La plurivalencia deliberada es la norma en la acuñación de conceptos y nociones.
Una vez más recurriré al escrutinio del lastimoso escenario humano en el que confluyen todas las “chabacanadas” (útil neologismo) que dan cuenta de la ridícula y peregrina naturaleza del planeta que tristemente nos asila:
1. Mario Vargas Llosa, escritor comprometido literariamente con el ideario burgesoide y creador de una obra abocada al desprecio de las clases populares latinoamericanas recibe el premio Nobel de literatura.
2. En México, Colombia, y demás países donde se libra virulentamente una “guerra internacional contra las drogas”, la estrategia nacional contra el consumo de estupefacientes no la dirige un médico, sino un jefe militar.
3. En Chile, se convoca a la “unidad nacional” con motivo del rescate de los mineros atrapados durante más de dos meses en una mina al norte del país, a causa de un derrumbe entre cuyas causas –insistentemente omitidas– destacan las pésimas condiciones de trabajo relativas a la mina, y la desvergonzada negligencia de la empresa y el Gobierno en lo tocante a la implementación de medidas de seguridad.
A modo de conclusión, ofrézcole, lector, un singular “pilón”:
Choi Yoon-Hee, también conocida como la "sacerdotisa de la felicidad" (¡sic!), autora de más de 20 libros de autoayuda, se ahorcó junto a su esposo en la habitación de un hotel en Corea del Sur a causa de una profunda depresión.
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