Mucho revuelo causó en distintos sectores de la población, la propuesta del presidente Calderón para la creación de una credencial de identificación, credencial que por donde se le busque, para nosotros resulta inútil. Que por que se crea una base de datos a la cual fácilmente ciertas personas y corporaciones pueden tener acceso y mil razones más. Por donde se le busque esto es una violación a la privacidad y la intimidad.
Es un hecho que la privacidad es un derecho que debe respetarse. Si los gobiernos de los estados han sido incapaces de respetar la intimidad de la gente, cada vez implementando más tecnología para la vigilancia, la misma sociedad civil en su conjunto tampoco ha sabido exigir para consigo misma estos derechos. Las actividades socio- culturales del ciber-espacio y el uso de la tecnología actual, lo demuestran.
Dos actividades culturales contemporáneas, que aparentemente están aisladas la una de la otra, actúan perfecta e inconcientemente en conjunción para crear este nuevo e indiscreto fenómeno. Por un lado el desenfreno del consumo, que nos lleva a la adquisición de una multiplicidad de aparatos en su mayoría inútiles, los consagrados “gadgets”, que incluyen una gama de teléfonos celulares, cámaras digitales de todo tipo etc. Por el otro lado, la creación de espacios cibernéticos, los llamados blogs de Internet, en los cuales se pueden verter todas las imágenes y videos capturados por los aparatos antes mencionados.
De tal manera, cada individuo moderno y digitalizado de nuestra sociedad esta capacitado para capturar cualquier momento e imagen de su acontecer cotidiano, y accesar a los mencionados blogs en los cuales añadirá los videos e imágenes de personas a las cuales nunca se les pidió consentimiento para aparecer en la red.
Si las credenciales e identificaciones oficiales crean bases de datos que coadyuvan y fomentan el control de la información personal, los blogs de Internet cumplen la misma función, pues para poder tener acceso a estos, se requiere una previa identificación que exige datos personales.
La tecnología puede darnos maravillosos resultados y puede ser sumamente útil, pero requiere de un uso responsable, que sobre todo respete los derechos del otro. Si no, corremos el riesgo de caer en la tan repulsiva práctica de la autovigilancia.
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