Decía Charles Boukowski que “La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes". Después de las elecciones intermedias en México la frase cobra sentido pues nadie en su sano juicio puede creer que los diputados electos van a legislar pensando en los votantes y en el interés general. Lo más probable es que piensen en el 2012 y en su futuro político.
Seguramente no veremos surgir leyes que protejan a los trabajadores, a los desempleados, a las mujeres y a los jóvenes de los estragos de la crisis económica. Tampoco veremos como modifican las lagunas legales del código electoral que hacen posible que los gobiernos de los estados lleven mano en las elecciones, por encima del gobierno federal, que también hace su luchita utilizando todos sus recursos para manipular a la ciudadanía. Mucho menos veremos leyes que acoten el uso discrecional del presupuesto, ya sea dejándo de ejercerlo para desviarlo vía fideicomisos o simplemente favoreciendo con transferencias de recursos públicos a los amigos del dueño del poder ejecutivo.
Lo más probable es que veamos como nuestros representantes se pondrán a trabajar para favorecer a los grandes intereses empresariales, nacionales y extranjeros, que viendo sus ganancias afectadas por la crisis exijan mayores apoyos e incentivos para salir adelante y volver a los buenos tiempos.
Así las cosas, estarán en el tintero de la siguiente legislatura federal tres grandes reformas: la fiscal, la energética y la laboral. Todas ellas con un solo objetivo: joder al jodido, o como dicen algunos, impulsar el desarrollo económico. La reforma fiscal girará seguramente alrededor de la idea de gravar alimentos y medicinas para cubrir el hueco en la recaudación fiscal, provocada principalmente por la evasión fiscal de los grandes y no tan grandes empresarios nacionales y la negligencia de la secretaría de Hacienda para cobrarles a las grandes corporaciones internacionales, a las cuales les exenta del pago y según ellos, atraer inversiones al país. La energética buscará acabar de una vez con lo poco que queda de PEMEX y de Comisión Federal de Electricidad, y así impulsar el desarrollo… pero de empresas como Halliburton o Shell. Pero para que quede todo bien amarrado y las ganancias vuelvan a crecer habrá que modificar la ley laboral y acabar con el viejo modelo corporativo, en donde el estado fungía como mediador entre el capital y el trabajo. Para ello se buscará flexibilizar (¡vaya eufemismo!) las relaciones laborales instituyendo el pago por horas y demás acciones que permitan explotar mejor a los trabajadores.
Así que el loco de Boukowski no andaba tan perdido. Ya votamos por ellos; ahora habrá que obedecerlos. Pero eso si, la democracia se fortalece, o al menos eso dicen los ganadores.
Seguramente no veremos surgir leyes que protejan a los trabajadores, a los desempleados, a las mujeres y a los jóvenes de los estragos de la crisis económica. Tampoco veremos como modifican las lagunas legales del código electoral que hacen posible que los gobiernos de los estados lleven mano en las elecciones, por encima del gobierno federal, que también hace su luchita utilizando todos sus recursos para manipular a la ciudadanía. Mucho menos veremos leyes que acoten el uso discrecional del presupuesto, ya sea dejándo de ejercerlo para desviarlo vía fideicomisos o simplemente favoreciendo con transferencias de recursos públicos a los amigos del dueño del poder ejecutivo.
Lo más probable es que veamos como nuestros representantes se pondrán a trabajar para favorecer a los grandes intereses empresariales, nacionales y extranjeros, que viendo sus ganancias afectadas por la crisis exijan mayores apoyos e incentivos para salir adelante y volver a los buenos tiempos.
Así las cosas, estarán en el tintero de la siguiente legislatura federal tres grandes reformas: la fiscal, la energética y la laboral. Todas ellas con un solo objetivo: joder al jodido, o como dicen algunos, impulsar el desarrollo económico. La reforma fiscal girará seguramente alrededor de la idea de gravar alimentos y medicinas para cubrir el hueco en la recaudación fiscal, provocada principalmente por la evasión fiscal de los grandes y no tan grandes empresarios nacionales y la negligencia de la secretaría de Hacienda para cobrarles a las grandes corporaciones internacionales, a las cuales les exenta del pago y según ellos, atraer inversiones al país. La energética buscará acabar de una vez con lo poco que queda de PEMEX y de Comisión Federal de Electricidad, y así impulsar el desarrollo… pero de empresas como Halliburton o Shell. Pero para que quede todo bien amarrado y las ganancias vuelvan a crecer habrá que modificar la ley laboral y acabar con el viejo modelo corporativo, en donde el estado fungía como mediador entre el capital y el trabajo. Para ello se buscará flexibilizar (¡vaya eufemismo!) las relaciones laborales instituyendo el pago por horas y demás acciones que permitan explotar mejor a los trabajadores.
Así que el loco de Boukowski no andaba tan perdido. Ya votamos por ellos; ahora habrá que obedecerlos. Pero eso si, la democracia se fortalece, o al menos eso dicen los ganadores.
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