domingo, 8 de septiembre de 2013

¿La juventud se acaba?

Camilo González 
 
Los conspiracionistas encuentran la paja en el ojo ajeno. El ilustre Salvador Borrego Escalante por ejemplo, insiste que detrás del poder falso de los gobiernos mundiales se encuentra un grupo de empresarios, jeques y políticos que controlan los vaivenes de la economía y sobre todo, por su carácter religioso, pretenden destruir al catolicismo en el mundo. 

De la misma manera, otros no tan doctos conspiracionistas piensan que detrás del poder de Peña Nieto hay un hombre y nada más que un hombre de escaso cabello y prolongadas orejas. No es el PRI, ni los gobernadores actuales ni pasados, ni legisladores y prominentes personajes de la vieja guardia quienes eligieron al candidato. No, ellos no existen, ellos no votaron por Peña. La decisión se tomó por el poder tras el trono, por una sola persona. 

Para no hacer el cuento más largo, ni la trama más ridícula, ahora en Veracruz sucedió que en el tema de la juventud, los conspiracionistas arguyen también que detrás del liderazgo efectivo y probado del subsecretario de la juventud, Julián Loyo, operan fuerzas secretas y obscuras que controlan y dominan las decisiones del sector. 

Dicen, por ejemplo, que las fuerzas obscuras que controlan al Subsecretario de la Juventud en Veracruz eligieron de manera directa y sin mediar concurso o mayores méritos que la amistad con una o con otro, para participar en el Parlamento de la Juventud en el Congreso de Veracruz, realizado a principios de mes. 

Incluso, en una nota de Blanca Arroyo, que transcribo textual (aquí para leerla: http://bit.ly/15sATfk), Julián Loyo nos muestra su profunda responsabilidad de servicio: “Yo lo puedo dar con toda certeza y garantia, si una de las cosas que nos ha caracterizado es trabajar con transparencia y mucha etica, por supuesto que siempre habra inconformes, habra gente que no acepte los resultados, en estos esquemas de la democracia nunca hay ganadores, nunca hay perdedores hay retos que superar y ese es el gran reto de nuestros jovenes y particularmente de nuestra generacion que tenemos en nuestras manos” (sic, de la nota). 

Aprovechando la visita al estado del ilustre Rubén Aguilar, lo que el Subsecretario quiso decir fue que él puede asegurar, y no dar, con toda certeza, que no hubo chanchullo, diría Fox, en la selección de los miembros del Parlamento juvenil. También quiso decir que la transparencia y la ética no son suficientes para acabar con los inconformes, pero que en el puesto él hace su mejor esfuerzo. Me imagino que cuando habla de democracia, por ejemplo, el Subsecretario se refiere a la manera en que eligieron al Presidente, Vicepresidente y demás mesa directiva de este Parlamento transparente y ético que organizó. 

No sean maniqueos, siempre habrá ganadores y perdedores en “esta” manera de hacer democracia. El reto es perpetuarse en el poder, por dios. A los jóvenes invitados al Parlamento hay que enseñarles la línea, el respeto a la decisión superior. ¿Qué es eso de querer ayudar a la sociedad a través del servicio público? Ni madres, como me lo dijo una vez un ilustre líder juvenil local, aquí lo que importa, hermano, es el billete. 

El caso, en fin, es que nuestra juventud veracruzana se encuentra representada por un joven que ha sabido ponerse por encima de grupos, neutralizar a personajes doctos, ilustres y hasta de buen ver en la política juvenil. Julián Loyo Helo logró sumar a su grupo político a la joven Corintia Cruz, que lo apoya incondicionalmente según entiendo; incorporó al Consejo de la Juventud a jóvenes valiosos como Jorge Herrera Alor y Aldo Lara que respetan y asumen el liderazgo que Julián derrocha a diestra y siniestra. Estos jóvenes, como Rodrigo Montoya o Santiago Estrada –estrella recién incorporada a la Subsejuver– avalan y reconocen a Loyo como su líder moral, político, legal y sobre todo, real. 

Atrás quedaron los años del frente juvenil revolucionario, de las juventudes populares, de las colosistas: ahora vivimos los tiempos del inteligente, carismático y jovial líder de los jóvenes veracruzanos. 

Por mi parte, mejor me hago a un lado.

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