Desde este espacio aprovechamos para agradecer a Felipillo la oportunidad que nos brinda, con la suspensión de actividades por decreto, para reflexionar sobre la pregunta que millones de mexicanos nos hacemos… ¿qué celebramos?
Hace 200 años, México no existía como nación. No éramos sino una de las más preciadas posesiones ultramarinas de la corona española. No había, por lo tanto, soberanía, y las leyes que regían nuestro país eran dictadas desde remotos lugares.
Vivíamos en una sociedad esclavista, en la que tanto indígenas como negros eran empleados como mano de obra sin obtener remuneración alguna por parte de los dueños de la tierra.
La religión católica nos fue regalada de la misma manera en la que los Estados Unidos regalan democracia por el mundo: a punta de cañón.
Nuestros recursos naturales fueron saqueados por más de 300 años, contribuyendo a la creación de poderosos imperios en Europa. La minería fue una de las principales actividades económicas, lo que se tradujo en una reducción significante del número de indígenas en el país. Como se relacionan una cosa con la otra, lo dejo a su imaginación. Existían grandes monopolios en la comercialización de determinados productos, tales como el oro, la plata y algunos productos agrícolas.
La educación en el país era para un segmento mínimo de la población, así como solamente algunos tenían acceso a los escasos servicios de salud existentes.
Esto solo por mencionar algunas de las maravillas que nos trajeron los españoles. Ahora viene lo bueno.
Dos siglos después, somos tan soberanos que en el tradicional desfile del 16 de septiembre marcharan contingentes militares de varios países, Estados Unidos entre ellos. Dirán que es por invitarlos a la fiesta, pero en lo particular me suena a burla después de la ridícula militarización de la frontera.
Ni qué decir de nuestras leyes, que van entregando el país poquito a poquito a las grandes compañías transnacionales y al capital privado. Flexibilización laboral por aquí, tratados de libre comercio por allá. Te vendo una parte de PEMEX y privatizo la educación, etc. Y eso que las hacen nuestros representantes.
La esclavitud ya no existe, la abolió el cura Hidalgo en 1810. Pero yo sigo viendo a la gente trabajar más de 8 horas diarias, por salarios de risa y con prestaciones que dan pena. Y luego quieren la flexibilización laboral, para que en lugar de un trabajo tengas dos, y te puedan correr con la mano en la cintura. Pero ya no hay esclavitud.
Somos un Estado laico desde 1857, y yo veo a los curas amenazando con excomulgar a los asambleístas que votaron por la despenalización del aborto.
¿Nuestros recursos naturales? Cuáles, si ya se acabaron. El campo, olvidado. El petróleo lo sacan poquito a poquito. ¿Minería? Pasta de Conchos.
Quizá en educación si hayamos avanzado, ¿no? Por algo es que hoy todo mundo se hace rico poniendo una escuela.
No sé qué opine usted, pero todos estos cambios se parecen al que prometió Fox en el 2000. Yo me pregunto qué vamos a celebrar en el centenario de la revolución, si doscientos años de independencia no nos han servido de mucho. Pero dejemos eso para noviembre, y celebremos esta bicentenaria semana como si hubiesen motivos para hacerlo.
Hace 200 años, México no existía como nación. No éramos sino una de las más preciadas posesiones ultramarinas de la corona española. No había, por lo tanto, soberanía, y las leyes que regían nuestro país eran dictadas desde remotos lugares.
Vivíamos en una sociedad esclavista, en la que tanto indígenas como negros eran empleados como mano de obra sin obtener remuneración alguna por parte de los dueños de la tierra.
La religión católica nos fue regalada de la misma manera en la que los Estados Unidos regalan democracia por el mundo: a punta de cañón.
Nuestros recursos naturales fueron saqueados por más de 300 años, contribuyendo a la creación de poderosos imperios en Europa. La minería fue una de las principales actividades económicas, lo que se tradujo en una reducción significante del número de indígenas en el país. Como se relacionan una cosa con la otra, lo dejo a su imaginación. Existían grandes monopolios en la comercialización de determinados productos, tales como el oro, la plata y algunos productos agrícolas.
La educación en el país era para un segmento mínimo de la población, así como solamente algunos tenían acceso a los escasos servicios de salud existentes.
Esto solo por mencionar algunas de las maravillas que nos trajeron los españoles. Ahora viene lo bueno.
Dos siglos después, somos tan soberanos que en el tradicional desfile del 16 de septiembre marcharan contingentes militares de varios países, Estados Unidos entre ellos. Dirán que es por invitarlos a la fiesta, pero en lo particular me suena a burla después de la ridícula militarización de la frontera.
Ni qué decir de nuestras leyes, que van entregando el país poquito a poquito a las grandes compañías transnacionales y al capital privado. Flexibilización laboral por aquí, tratados de libre comercio por allá. Te vendo una parte de PEMEX y privatizo la educación, etc. Y eso que las hacen nuestros representantes.
La esclavitud ya no existe, la abolió el cura Hidalgo en 1810. Pero yo sigo viendo a la gente trabajar más de 8 horas diarias, por salarios de risa y con prestaciones que dan pena. Y luego quieren la flexibilización laboral, para que en lugar de un trabajo tengas dos, y te puedan correr con la mano en la cintura. Pero ya no hay esclavitud.
Somos un Estado laico desde 1857, y yo veo a los curas amenazando con excomulgar a los asambleístas que votaron por la despenalización del aborto.
¿Nuestros recursos naturales? Cuáles, si ya se acabaron. El campo, olvidado. El petróleo lo sacan poquito a poquito. ¿Minería? Pasta de Conchos.
Quizá en educación si hayamos avanzado, ¿no? Por algo es que hoy todo mundo se hace rico poniendo una escuela.
No sé qué opine usted, pero todos estos cambios se parecen al que prometió Fox en el 2000. Yo me pregunto qué vamos a celebrar en el centenario de la revolución, si doscientos años de independencia no nos han servido de mucho. Pero dejemos eso para noviembre, y celebremos esta bicentenaria semana como si hubiesen motivos para hacerlo.
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