martes, 21 de septiembre de 2010

La era del nihilismo

A pesar de los antecedentes históricos del concepto de nihilismo, que representa la negación de los valores absolutos, es Nietzsche sin duda el pensador occidental que mejor nos advierte de la decadencia ante la que el mundo moderno está a punto de sucumbir.

El desarrollo de la ciencia, el dominio de la naturaleza a través de la tecnología son el comienzo de una transvaloración que deja de lado la necesidad de Dios y de los mitos religiosos. Hecho de suma importancia que impacta fuertemente campos del pensamiento como la Ética y la Política, pues estos precisamente obtenían su fundamentación en constructos metafísicos, algunos religiosos, otros racionales.

El nihilismo penetra fuertemente en las sociedades actuales; la llamada generación X, y otras tantas nombradas últimamente, son la sintomatología de una sociedad apática, carente de principios y valores.

Esta carencia de valores no es gratuita por supuesto, tiene su origen en la violencia fundamentalista, en los dogmas científicos y religiosos que lejos de generar un espacio de paz y convivencia se han encargado de convertirlo en un campo de batalla. El mundo está dolido y desencantado, prefiere no creer en nada. Esto es cómodo por supuesto.

En la política el nihilismo tampoco ha sido abordado desde una perspectiva positiva, tal pareciese que la falta de principios universales ha justificado la avaricia y el cinismo radical. En esta era vacía se nos hace creer fácilmente que el individualismo burdo y la rapiña son los valores por antonomasia.

Basta observar el perfil actual de nuestros gobernantes, quienes carecen totalmente de proyectos de comunidad y sociedad. El espacio político es pues un espacio de crecimiento y enriquecimiento personal. Clara manifestación de un nihilismo bárbaro.

La pregunta que debiéramos hacernos es por qué la carencia de principios universales ha de llevarnos a este caos violento de imposiciones, que no se aleja mucho del mundo de los dogmas y no a un reconocimiento de la imposibilidad de reafirmarse absolutamente, es decir a los limites de mi comprensión del mundo y de la verdad.

Para esto seguramente la humanidad necesita vivir una transvaloración más radical. Quizá algún día.

1 comentario:

Rodolfo Plata dijo...

Friedrich Nietzsche señaló con verdadero espanto ¡la indiferencia de la generación actual ante el nihilismo! La falta de significado para la vida eterna del Libro de Israel y su exacerbado racismo, llevó a Nietzsche a pregonar: ¡la muerte de Dios! Grandes multitudes abandonan la religión judeo cristiana ante su falta de congruencia de sus dogmas con la realidad. El reto es superar el nihilismo de la sociedad actual formulando un cristianismo que se pueda vivir y practicar, no en y desde lo religioso y lo sagrado, sino en y desde el humanismo secular laico, la pluralidad y el sincretismo resaltando la importancia genérica de Cristo y sus enseñanzas. Y para poder lograrlo tenemos que actualizar la teología, la cristología y la liturgia, enmarcadas en la doctrina y la teoría de la Trascendencia humana, conceptualizada por la sabiduría védica, instruida por Buda e ilustrada por Cristo; la cual concuerda con los planteamientos de la filosofía clásica y moderna, y las conclusiones comparables de la ciencia: (psicología, psicoterapia, logoterápia, desarrollo humano, etc.). Congruencia que da certidumbre a la unión inseparable entre la fe y la razón, enseñada parabolicamente por Cristo al ciego de nacimiento para disolver las falsas certezas de la fe que nos hacen ciegos a la verdad, haciendo un juicio justo de nuestras creencias (Jn IX, 39).
http://www.servicioskoinonia.org/relat/344.htm. http://www.redescristianas.net/2010/09/27/ser-cristiano-en-nuestra-sociedad-plural-y-laicajose-m-castillo-teologo/
http://www.scribd.com/doc/17143086/EXPLICACIÓN-CIENTÍFICA-DE-CRISTO-Y-SU–DOCTRINA–A-LA-LUZ-DE-LA-FILOSOFIA-CLASICA-Y-MODERNA-Y-EL-MISTICISMO-UNIVERSAL