Primero que nada tenemos que mirar con cuidado el lugar de la función. Los detalles salen de la ocurrencia peculiar de cada participante. Por ejemplo, la brillante, inteligentísima, insospechada decisión de nombrar a un secretario de gobernación que nadie conoce.
Sin lugar a dudas son muchos los lugares para estar atentos: ¿cuántas veces la cámara baja le ha negado licencia a César Nava? ¿Sabe alguien algo de la expulsión del PAN al gobernador de Aguascalientes? ¡Ya vamos a ser amigos otra vez!
¿Y quién es el chistosito del nombre raro en la Cofetel?
La bancada priista en el senado dice que no sabe.
El caso es que los lugares más interesantes son las oficinas donde despachan los que tienen dinero: el presidente y los presidentitos, perdón, el presidentito y los gobernadores; los legisladores federales y locales y la lista es larga y tediosa, porque también están inmiscuidos los partidos políticos.
La segunda parte de la receta es marinar en la imaginación todas las travesuras que se puedan, y dejarlas en el horno hasta que esponjen. De ahí usted tendrá que comparar los dimes y diretes que se publican en los periódicos y deshebrar uno a uno los complós de la vida política nacional: que las grabaciones a gobernadores, que las entrevistas a los capos, que Jesús Ortega y César Nava son novios y se quieren.
Y que Camacho Solís se pone celoso.
La verdad a estas alturas de las crisis alimentaria, económica, electoral, de estado, financiera, jurídica, sanitaria (y si se me olvidó alguna me disculpo argumentado que las organicé alfabéticamente) la enchilada completa es un concepto fundamental.
Y esa es la tercera parte del montaje: afirme exactamente lo contrario que dicen personajes tan [poco] ilustres como los multitalentosos y multipremiados (léase con sonido de trompetas por favor) Héctor Aguilar Camín y Jor G. Castañeda, para tomar un tono de intelectual serio y que todo mundo le crea lo que dice.
Añada la picardía a su gusto, y el montaje está listo para servirse.
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