Ha comenzado, señores. Lancen sus apuestas. Las damas también están invitadas, aunque todo parece indicar que las candidatas en otros pasteles habrán de cortar pedacitos de presupuesto.
Desde ahora se podrá aceptar la modalidad doble contra sencillo: si usted atina quiénes se llevarán las dos presidencias le duplicamos sus ganancias.
Al cabo que la casa nunca pierde.
Al parecer ahora La Casa que tenía pinos en un inmenso bosque de Chapultepec habrá de ganar inquilino –y dejará de tener rehén- si es que quedan candidatos vivos para el día de la elección.
La intromisión extranjera no es alarmante. Los propios mexicanos acuden a sus residencias a dar cuentas de la numerología que nos gobierna desde algoritmos oscuros, alianzas mafiosas y enriquecimiento abismal.
Lo que es alarmante es que haya un solo país por demás interesado en el intercambio comercial: la cantidad de armas en venta “libre” siempre puede atraer más ganancias, sin importar los muertos por las balas: no importaron en África, no importaron en las guerras con Asia y no están importando ahora en la guerra con medio Oriente.
No ha importado nunca en América latina la cantidad de muertos, siempre y cuando la democracia perdure como en Centroamérica la hicieron perdurar a balazos.
Ahora en México la violencia está en aumento. El caos social es evidente. Lo obsoleto del sistema también.
Los nuevos ánimos que traiga la carrera presidencial tendrán que venir acompañados de muchas respuestas veloces, actuales para rescatar algo de este país que está en crisis –y con un vecino que está peor.
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