La paulatina pérdida del control de nuestras vidas cotidianas junto con la incapacidad de los estados nacionales para resolver problemas -como el caso del derrame petrolero en el Golfo de México o el crecimiento de la inseguridad- son las principales razones para comprender el estado de histeria colectiva en que estamos inmersos.
El miedo tiene como fruto la rabia, la reacción irracional, el rompimiento del delicado tejido social que mantiene unida a una comunidad. Cada quien se encierra en su espacio privado y mira con desconfianza al otro, acusándolo de todos los males y las calamidades que azotan su vida. Es en ése contexto en donde las salidas autoritarias y de corte fascista se fortalecen y se presentan como la única opción viable. No importa que sea a costa de las libertades propias y de la posibilidad de una vida digna para todos.
La aparición de milicias de patriotas que patrullan la frontera de México con los Estados Unidos para impedir el paso de los migrantes, las leyes en España para impedir la construcción de mezquitas o en Francia para el uso de la burka -prenda tradicional de las mujeres musulmanas- no son más que algunos ejemplos de las acciones motivadas por el miedo.
La sociedad mexicana no está exenta de manifestaciones semejantes. El ejemplo más reciente es cortesía de la directora del Instituto de la Mujer Guanajuatense, Luz María Ramírez Villalpando, quien declaró frente a un grupo de panistas que las mujeres que usan tatuajes o perforaciones (piercings) carecen de valores y debería impedírseles el acceso a la educación o al trabajo. Me imagino que pensó que tampoco tenían derecho a vivir, pero algo en su interior le dijo que eso le podía costar la chamba y se mordió la lengua.
Este tipo de manifestaciones, histéricas sin lugar a dudas, seguirán apareciendo en nuestro país y seguramente subirán de tono. Forman parte de una tendencia de la derecha política mexicana para aumentar su presencia en los gobiernos del país. Basada en la certeza de que frente al debilitamiento de los valores tradicionales la sociedad debe volver a los tiempos de la inquisición, apuesta a usufructuar con el miedo colectivo para favorecer sus intereses. Lograrán sus objetivos si los dejamos, si nos dejamos dominar por el miedo. En todo caso, si usted está pensando en hacerse un tatuaje, piense que no sólo le servirá como objeto decorativo sino que además será un manifiesto político.
No hay comentarios:
Publicar un comentario