“No tiene talento, pero es muy… [buen mozo]… muy poderosa televisión… tiene un… [copete]… que causa sensación”.
- Willie Colón
El acontecimiento destacado de esta semana es el desfachatado sabotaje de Tv Azteca, cuyo dueño es Salinas Pliego, al debate de los candidatos presidenciales a efectuarse el domingo próximo. Con el solícito aval de la Femexfut, la televisora del Ajusco transmitirá el juego entre Monarcas Morelia (cuyo dueño es Tv Azteca) y Tigres de la U.A.N.L. a la misma hora que está programado uno de los escasos debates que sostendrán los candidatos de cara a la elección presidencial. Ante la solicitud efectuada por el Movimiento Progresista, secundada por diversos sectores de la sociedad, de transmitir el debate en cadena nacional, el IFE, cual árbitro vendido, no hizo más que ratificar la “imposibilidad” de responder a este llamado, alegando que la ley no establece como obligación de los concesionarios (las televisoras) la transmisión de este evento. En una palabra, la autoridad pública subordinada a las veleidades de un particular. Bien dicen que es más nocivo para una sociedad los agravios que se perpetran con el patrocinio de la ley, que aquellos que se consuman en los circuitos de la ilegalidad.
Aunque pudiera asumirse como una curiosidad inclusive humorística en el actual proceso electoral, como tristemente ha ocurrido, cabe subrayar que esta querella es altamente ilustrativa de la realidad de este país. Desde el sexenio de Salinas, los hombres de negocios han conseguido colocarse por encima de los asuntos de interés público, o bien, controlar a discreción los tiempos, espacios, recursos, que otrora eran prerrogativa de los mandos estatales. Y esta es justamente la piedra angular de la llamada “transición democrática”: a saber, una dictadura del poder oligopólico.
Allá por la época en que el Generalísimo Santa Anna combatía anti-heroicamente a los anglotexanos en el presidio de El Álamo, el diario El Mosquito Mexicano publicó en un encabezado: “Las mejores instituciones de nada sirven, si se quedan escritas en el papel y existen solo para perpetuar en ridículo a la nación. ¿Qué será, pues, del país en donde el abuso se sobrepone a la ley?”.
A 180 años de distancia, quizá al fin podamos ofrecer un par de respuestas a esta atinada pregunta:
1. Un país donde la libertad se confunde con el reino del atropello sistemático y el control mental de un pueblo. Sino véase la declaración de Salinas Pliego: “¡Este sí es un debate entre un grupito de twitteros autoritarios [ciudadanos que solicitan cadena nacional para transmitir el debate] y los ciudadanos libres de votar por lo que quieren ver [sic]!”.
2. Un país gobernado por una élite estéril que pretende imponer a un candidato-mercancía-marioneta, con base en ardides como aquel de empalmar un espectáculo opiáceo con un evento político vital para la sociedad, revistiendo esta risible faena con un discurso de “libre elección”.
3. Una nación en perpetuo ridículo.
Con base en las bondades que ofrece el control monopólico de las telecomunicaciones, un puñado de hombres de negocios ha logrado construir una candidatura a la medida: a saber, “un buen mozo” cuya “palanca es su [copete] y no su valor”; un “Talento de TV” cuyo único defecto, paradójicamente, es no saber conducirse en público.
¿Será por eso que procuran minimizar la audiencia del debate?
1 comentario:
"Resulta imposible atravesar una muchedumbre con la llama de la verdad sin quemarle a alguien la barba"
Georg Christoph Lichtenberg.
(No habrémos de andar chamuscando copetes...).
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