La izquierda mexicana vive hoy en día uno de los momentos más álgidos de su historia, pero también uno de los más decisivos. Las presiones efectuadas por López Obrador y sus simpatizantes al resto de las fracciones del PRD, quienes se niegan rotundamente a la alianza con el PAN (con justas y sobradas razones) sacan a la luz las tendencias y los intereses personales de varios de sus personajes y ponen entre la espada y la pared a algunos otros. En las situaciones liminales suele verse quién es quién y Andrés Manuel lo sabe.
Me parece que la acción de AMLO muy bien podría leerse como una medida para desenmascarar a las fracciones perredistas que desde hace algún tiempo han lastimado verdaderamente al partido a y a la izquierda, principalmente a Jesús Ortega y su séquito. El por qué lo explica lo siguiente:
Con el ajetreo que ha ocasionado la petición de licencia pedida por Andrés Manuel –para manifestar su inconformidad ante una alianza con el PAN-, se ha reconocido indirectamente el gran poder que aún conserva el movimiento obradorista, pues el mismo Jesús Ortega ha dicho que se fraccionaría aún más el partido y se debilitaría la izquierda. Asimismo, al menos un 60 por ciento de los militantes perredistas han manifestado que seguirían a López Obrador en caso de que éste saliera de las filas del partido Amarillo.
Pero independientemente de demostrar en quien radica el verdadero poder de la izquierda, que ya es bastante-sobre todo después de tanto tiempo de intentos de deslegitimar la fuerza de Andrés Manuel-, la situación para Chucho Ortega y todos lo que no han definido con quien se alinean se vuelve comprometedora.
Si los “chuchos” y demás seguidores se aferran en una decisión unilateral a ir en una alianza con el PAN, entonces serán ellos los responsables, una vez más, del divisionismo en la izquierda.
Las dos figuras más importantes y populares del partido ya han manifestado sus posiciones firmemente. Ni Alejandro Encinas ni Andrés Manuel pretenden dejar el PRD, saben que esto sería fatal y le dejaría el camino abierto al PRI; pero de ninguna manera irán en alianza con el blanquiazul.
Hacer caso omiso de las peticiones de dos de los pilares más fuertes del PRD sería tomar una decisión política errada a todas luces, esta sería la verdadera causa de crear más divisionismo en la izquierda y cederle el terreno a la derecha.
He aquí al verdadero caprichoso. Si bien Jesús Ortega ha sido ya desenmascarado desde hace ya mucho, se deberían poner a pensar en esto seriamente quienes aún tambalean y no definen de manera clara su postura, cosa que exigen ya López Obrador y Encinas. ¿O no mi buen Marcelo?
jorge.azamudio@gmail.com
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