Camilo González
Para Gabriel Almond y Sidney Verba
Agregando una a las múltiples nociones de Estado con que Arsinoé Orihuela tuvo a bien ilustrarnos en su columna de la semana pasada (http://bit.ly/GYXCnA) me gustaría trasladar aquí una cita de Norbert Lechner, sobre el reduccionismo economicista en Marx, “que en sus conclusiones llega a reducir la lucha por desmontar las relaciones de dominación social a una lucha por controlar el proceso económico.” [...] “Vale decir, el 'hombre socializado' de Marx opera como una razón objetiva similar a la 'mano invisible' de Smith o la 'voluntad general' de Rousseau. Suponiendo una identidad de intereses prefijada, evitan interrogarse acerca de su constitución histórica. Las relaciones de poder (cómo son generadas y lo que producen) no son tematizadas.
“La ausencia de toda referencia a una sociedad dividida y, por ende, a la política en la reflexión de Marx sobre la sociedad futura, condiciona el posterior pensamiento socialista y dificulta el actual debate sobre socialismo y democracia. En contra de un enfoque reduccionista falta recuperar primero un concepto de lo político a fin de poder problematizar la democracia.”
La emancipación necesita del control social de las condiciones de vida. Por lo mismo, esta necesidad es “más y menos que un control sobre 'el intercambio de materias con la naturaleza'. Es más en cuanto implicaría una disposición sobre los hombres particulares; la particularidad individual no puede ser regulada a la manera de una planificación económica.” Esto por supuesto que no significa la erradicación de la diversidad, sino su realización. “Y esta diversidad exige la política, o sea, la determinación (conflictiva) de un referente trascendental por medio del cual los hombres pueden reconocerse unos a otros en su diversidad.”
Sigue Lechner: “aun superadas las relaciones capitalistas de producción, seguirá subsistiendo un 'reino de la necesidad'. Es decir, habrá relaciones mercantiles y aunque se trate de una división voluntaria del trabajo, no son relaciones sociales directas. Mientras exista un 'reino de la necesidad' existe una sociedad dividida y toda división social implica una mediación. Vale decir, incluso si consideráramos solamente las relaciones (no capitalistas) de producción, un modo de producción comunista, la falta de relaciones sociales directas exige una representación del trabajo colectivo.
“Tal representación o mediación de la sociedad consigo misma no está vinculada lógicamente a ninguna forma específica. Históricamente es la forma de Estado.”
De esta manera, se justifica que existió Estado en las sociedades originarias y lo existió en todas las sociedades modernas anteriores al capitalismo. Y como el mismo Lechner lo plantea, lo existirá superada la forma de producción capitalista. Esto nos devuelve a la crisis actual del modo de producción de la economía mundo capitalista.
En otras palabras, el concepto que se sugiere es el de crisis. En un momento de incertidumbre, como lo puede ser el paso de una sociedad capitalista a una socialista, en la que la organización de las actividades del Estado no estén regidas por las clases dominantes, sino que incorporen de manera correcta a todos los miembros de una sociedad, y que todos los intereses estén representados en el gobierno, la parte material del Estado.
La otra parte sería la forma del Estado. Continúa Lechner: “el Estado controla, el Estado crece, el Estado articula... (como decimos que el oro sube o que el cobre baja). En realidad, el Estado aparece como símbolo de determinada burocracia gubernamental: ella afirma, interviene... Pero el lenguaje traiciona: el Estado aparece como lo que es -es un sujeto dotado de vida propia-. No se trata de una simple metáfora. El Estado se independiza de las voluntades políticas.
“La forma de Estado condensa las luchas (divisiones) en la sociedad, cristalizando, por así decir, el sentido de las relaciones existentes. Condensación de la verdad o el sentido del orden que produjeron las luchas de poder. Siendo una exteriorización coextensiva a la sociedad, la forma de Estado no está al margen de las relaciones de dominación y explotación. La forma de Estado es 'representativa' del conjunto de las relaciones sociales de producción (en el sentido lato de producción de las condiciones de vida en y de la sociedad).”
Esto nos lleva a pensar que el Estado está conformado, al mismo momento, por los intereses de la clase dominante como su plataforma principal y por los intereses del resto de la sociedad que conforma al Estado, aunque de una manera no dominante, para no decir lumpenizada.
Por ende, la lucha socialista no debe tener la bandera de la aniquilación -por más que le duela a mi anarquismo- sino la de la transformación (?) del Estado, pero esto nos lleva a la erradicación de sus males como la corrupción (?), el fin del compadrazgo (?) y el coyotaje (?), así como la descentralización efectiva del federalismo (?), el uso transparente de los recursos públicos (?), la profesionalización de las elecciones locales (?), la transformación a un régimen parlamentarista (?), la reelección (?), la elección libre y democrática de nuestros representantes (?), la calidad de la democracia (?), la cultura política de nuestra sociedad y todo el resto del palabrerío liberal de los últimos tiempos que no logro entender hacia dónde quiere llevarnos si está cayendo al precipicio.
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