El estado de alarma se ha generalizado. La contención del pánico colectivo es un escenario improbable. No hay maniobra política alguna que consiga frenar el éxodo en masa y en serie de respetables connacionales indispuestos a consentir el asentamiento físico y moral de los neo-promotores del alboroto popular: ¡los bizarristas!
Es evidente que la acción tardía de las autoridades propició la proliferación de la virulenta epidemia que contrajo la Nación, a saber, el Bizarrismo Mágico. La táctica y estrategia del Gobierno en el combate al libretráfico de ideas bizarras evidencia lagunas y deficiencias inexcusables. La ciudadanía, a través de lideres acreditados, exige la aplicación rigurosa del artículo 6º constitucional, a saber: “La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, los derechos de tercero, provoque algún delito o perturbe el orden público...”. En virtud de esto último (el menoscabo a la moral colectiva y la consigna al agravio social), los ciudadanos comprometidos juzgan urgente proceder a la aplicación de penas condenatorias a aquellos que transgreden el Contrato que rige la vida de las y los ciudadanos.
En declaraciones recientes, el presidente de la República demandó que en materia de inseguridad público-moral todas las autoridades actuaran responsable y comprometidamente. El Presidente ofreció “todo lo que soy y todo lo que tengo” en materia de seguridad. Con relación a esta declaración, la organización bizarrista Bola de Oro emitió, a modo de contestación, un bizarro comunicado:
“DESTINATARIO: El Hijo Obediente: –“Señor ‘Hijo Obediente’, usted ha ofrecido ‘todo cuanto es, y todo cuanto tiene’ en materia de seguridad. Es de todos sabido que el principal objetivo en su lucha contra los agentes del mal es la eliminación moral y física de los bizarristas. No obstante sus malintencionadas bravatas, los bizarristas agradecemos sus palabras, acaso de aliento, pues resulta reconfortante saber que esta nueva cacería hará gala de 'todo cuanto usted es y todo cuanto usted tiene'. Lo que nos conduce a pensar, sin menospreciar su valioso esfuerzo, que nuestra perdurabilidad es un hecho virtualmente consumado.”
Desde la Presidencia se escuchó un estruendoso alarido en señal de repudio a la réplica: “¡Ha llegado la hora de librar a México de las garras del crimen!”.
Obstinados en refrendar su grotesca insubordinación, los bizarristas acuciosamente respondieron al llamado del Ejecutivo Federal: –“Honestamente nos cautiva más el guión de ‘El Bueno, el malo y el feo’”.
Irritado por la tosca desfachatez de los bizarristas, el Secretario de Educación, y vocero ocasional del Presidente, adujo: “Estamos, por supuesto, abiertos como en todo sistema democrático a recibir críticas, a escucharlas, pero también, por supuesto, a responderlas; el Presidente está respondiendo y con gran claridad”.
Cuando parecía que la violenta diatriba había cesado, los bizarristas, a través de un portavoz no identificado, arremetieron otra vez en contra de la figura presidencial: –“Nuestro pensar es indestructible. Si usted, Señor ‘Hijo Obediente’, se siente agredido por nuestra libre expresión le sugerimos que discontinúe el ejercicio de su cargo público en este preciso instante. Nuestro afán no es herir susceptibilidades de orden moral: las sepultaremos irreparablemente”.
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