lunes, 16 de agosto de 2010

Cántaro Roto

“Quién dijo que todo está perdido,

Yo vengo a ofrecer mi corazón.

Tanta sangre lleva el río,

Yo vengo a ofrecer mi corazón”.

 

- Alberto Cortez, cantante español.

 

A veces navego en el tal vez. En ese quizás que pueda cambiar el presente poniendo el corazón en el asador como acto de amor para recordar, parando las aguas del olvido y encontrar el cabo de la vida porque allí están todos los comienzos para el cambio que requerimos. Sin lamentos recordemos lo pasado como antesala de libertad democrática para trabajarse como voluntad social. Una cosa es pensar y otra recordar porque las cosas fueron o pudieron no haber sido como pensamos que fueron.

 Las bellas palabras Barlovento y Sotavento evocan a hombres marinos navegando en la alta mar, dirigiéndolos por el viento de la primera y protegiéndolos de la fuerza eólica por la segunda (ojalá que los políticos en escenario electoral tomen las direcciones de los aires de Barlovento y Sotavento para conducir a la Nación a buen puerto).

 Y hasta aquí en el corazón sotaventino del Papaloapan (mariposas acuáticas bajando a la mar), y en el corazón mismo de Tlacotalpan (Fito, hermano mío, no te muevas que te quiero retratar) llégome a este mi pobre corazón de humo y cuerno la acuática noticia de que el 19 de octubre de 2001 Digna Ochoa y Plácido fue asesinada de 2 balazos. Mujer digna, cachichinera misanteca y paisana mía, prométote escribir otro AQUELARRE sobre tu actuar en defensa de las etnias. Vayan a ti estos versos pescados a orillas de este mi Papaloapan, en ese día de tu crimen bajando en las alas de sus mariposas a la alta mar, eternizándote:

 

Cántaro Roto

 Canto de infinito amor para Digna Ochoa y Plácido

 

I

Los heraldos acuáticos del Papaloapan

Trajeron a este viejo corazón girasol

La anunciación de tu muerte indigna,

Alguien agazapado dio la orden.

Y Digna, indignamente, fue asesinada.

Pero no borrada. Estás aquí conmigo.

Cabalgas en el Papaloapan a la alta mar.

Baños de amaneceres y crepúsculos hacen de ti

Glorificada mujer acuática engarzada y coronada

Con algas y lirios para tu resurrección marina.

Redes acuáticas de mariposas y peces te llevan a la alta mar.

 II

Nunca el guarazapo escondido ordenará en ti

Una segunda muerte: las balas en la mar de vida no detonan.

Bajas mujer serrana en el Papaloapan en el día de tu muerte.

Bogas en él a tu mar de guerra y combate:

Con él a la mar de tu manifestado amor étnico.

Y en este viejo girasol mío, corazón mío,

Estás viva, Digna, a pesar de tu muerte indigna.

Y con galopante concierto de cuerdas acuáticas

A los cuatro puntos cardinales de tu Misantla serrana

Heraldos sotaventinos anunciarán tu llegada a la mar.

 III

Cantamos coplas acuáticas para ti, Digna mía,

Mientras bogas a tu mar en alas de mariposas del Gran Río Padre:

Nací al pie de la mar nauteca y tu allá arriba en la sierra misanteca.

Mi mar y tu sierra nos ofrecen icacos y tecomates,

Suficiente arsenal frutal para declarar la guerra:

Redondos frutos balísticos cayendo en nuestras bocas.

Y con mi mar y tu sierra adentro

Manifestemos nuestro estado total de guerra:

No más daño al mosaico étnico de la Patria.

Mar Icacos y Sierra Tecomates: marinos y serranos frutos redondos

Cayendo a nuestras bocas sedientas por sal y viento:

Equipémonos frutalmente para el combate.

 IV 

Pero hoy para ti, combatiente, y por tu muerte indigna

La redondez frutal de la arena y la arcilla:

El indígena cántaro de agua y tierra, de vida.

Y sobre tu cántaro roto,

El frutal murmullo redondo de pena te dijo:

“Con tu muerte indigna nos mataron, hermanita.

Y en la mar del combate, contigo resurgiremos…”


Arturo Mejía Acosta

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