Nuestra amiga la crisis ha pasado a una tercera etapa. Primero les metió un susto a bancos y agentes financieros, como para avisar de lo que venía. Después, la actividad económica a nivel global sufrió una fuerte disminución como consecuencia de la fragilidad de los mercados financieros. Ahora, las finanzas públicas recienten ya esos efectos, y de buenas a primeras Grecia está en las primeras planas.
Durante el año pasado, los bancos estadounidenses y demás compañías de servicios financieros que vieron comprometidas sus operaciones tras el paso de la crisis, recibieron una ayudadita por parte del gobierno estadounidense: 700 mil millones de dólares entraron directito a los bolsillos de quienes explotaron a mas no poder las bendiciones de un sistema económico sin regulación alguna en el terreno financiero.
Hoy, los que necesitan de una manita no son ya los empresarios ni los banqueros: ahora son países (los gobiernos de los mismos, más bien) los que requieren de grandes cantidades de dinero ajeno para seguir funcionando de la misma manera que lo venían haciendo antes de la crisis (para bien o para mal es otro tema de discusión).
El pasado viernes, los países miembros de la Unión Europea y el FMI, movidos seguramente por su buen corazón y sus deseos de progreso para las mayorías (pobres de aquellos que piensen que los intereses de tan caritativas entidades van más allá del bienestar de los griegos), decidieron prestar al gobierno griego 110 mil millones de dólares (a una módica tasa del 5% de interés), buena parte de los cuales serán ocupados para pagar obligaciones de deuda contraídas por el gobierno de Atenas.
Por supuesto, el rescate no le saldrá gratis a la nación balcánica. La entrega de la limosna está condicionada a la ejecución de un plan de austeridad aprobado por el parlamento griego la semana pasada.
De nueva cuenta, a socializar perdidas y privatizar ganancias. El pueblo griego tendrá que pagar por una crisis de la que no son responsables. De la noche a la mañana, las deudas que antes eran de algunos se convierten en deudas a pagar por naciones enteras. Resulta señoras y señoras, que para salvar al mercado y las finanzas, solo hay una solución, o al menos nuestros gobiernos (no sólo en América, sino también en la Europa que tanto nos gusta admirar) sólo han pensado en una: empobrecer aún màs a la clase trabajadora.
Existen dos maneras de explotar aún más a los trabajadores y exprimir de ellos cada centavo posible: una, de manera velada, como cuándo proponen flexibilizar la legislación laboral (si le recuerda a alguna propuesta de ley en nuestro país es seguramente coincidencia). La otra, de manera francamente abierta como es el caso de Grecia por ahora, y seguramente de países como España, Irlanda y Portugal en cuestión de meses: suben el IVA e impuestos especiales, se suprime el pago de horas extra, los salarios de los trabajadores públicos quedan congelados (por supuesto, no los de los altos mandos, sino los de los miles de personas que mantienen funcionando una estructura de gobierno), se reducen las pensiones y se retrasa la edad de jubilación. En resumidas cuentas, aumentar la tasa de explotación a favor de mayor obtención de riqueza a menor costo.
Los trabajadores griegos han encabezado huelgas nacionales durante lo que va del mes. Tan solo en Atenas 150 mil personas se vaciaron a las calles exigiendo a su gobierno (elegido democráticamente y que, seguramente, hará caso de la opinión que las mayorías tienen de la situación. Así nos dijeron que funcionaba eso de la democracia, ¿no?) Lógicamente, ha habido represiones, pero es de destacar que elementos policiales se han sumado también a las exigencias de los trabajadores.
Las exigencias del pueblo griego son perfectamente razonables. A los bancos se les dio dinero sin exigirles nada a cambio. Grecia, y particularmente su clase trabajadora, va a sudar para pagar hasta el último centavo de este rescate. ¿Quiénes se benefician de este préstamo? Por curioso que parezca, ningún griego. Los verdaderos ganadores son los titulares de bonos de deuda griega. Probablemente los mismos que rescatan al pequeño país, brillante negocio. El sector financiero exigió ser rescatado. Una vez que lo fue, a hacer negocio de nuevo, esta vez a costa de la deuda pública de un país.
El capitalismo necesita reformarse, escuchábamos sin cesar cuando la crisis hacía su presentación ante la sociedad con bombo y platillo. Ningún gobierno en ningún lugar del mundo ha hecho nada al respecto. En cambio, esa pasividad no tiene comparación con los recortes en materia social que se han llevado a cabo en todo el mundo. Cualquier respuesta a la crisis que no modifique los comportamientos de los mercados financieros y, en general, del sistema económico prevaleciente, simplemente terminará agudizando las contradicciones generadas por el mismo. Si no le parece así, pregúntele a los griegos.
Durante el año pasado, los bancos estadounidenses y demás compañías de servicios financieros que vieron comprometidas sus operaciones tras el paso de la crisis, recibieron una ayudadita por parte del gobierno estadounidense: 700 mil millones de dólares entraron directito a los bolsillos de quienes explotaron a mas no poder las bendiciones de un sistema económico sin regulación alguna en el terreno financiero.
Hoy, los que necesitan de una manita no son ya los empresarios ni los banqueros: ahora son países (los gobiernos de los mismos, más bien) los que requieren de grandes cantidades de dinero ajeno para seguir funcionando de la misma manera que lo venían haciendo antes de la crisis (para bien o para mal es otro tema de discusión).
El pasado viernes, los países miembros de la Unión Europea y el FMI, movidos seguramente por su buen corazón y sus deseos de progreso para las mayorías (pobres de aquellos que piensen que los intereses de tan caritativas entidades van más allá del bienestar de los griegos), decidieron prestar al gobierno griego 110 mil millones de dólares (a una módica tasa del 5% de interés), buena parte de los cuales serán ocupados para pagar obligaciones de deuda contraídas por el gobierno de Atenas.
Por supuesto, el rescate no le saldrá gratis a la nación balcánica. La entrega de la limosna está condicionada a la ejecución de un plan de austeridad aprobado por el parlamento griego la semana pasada.
De nueva cuenta, a socializar perdidas y privatizar ganancias. El pueblo griego tendrá que pagar por una crisis de la que no son responsables. De la noche a la mañana, las deudas que antes eran de algunos se convierten en deudas a pagar por naciones enteras. Resulta señoras y señoras, que para salvar al mercado y las finanzas, solo hay una solución, o al menos nuestros gobiernos (no sólo en América, sino también en la Europa que tanto nos gusta admirar) sólo han pensado en una: empobrecer aún màs a la clase trabajadora.
Existen dos maneras de explotar aún más a los trabajadores y exprimir de ellos cada centavo posible: una, de manera velada, como cuándo proponen flexibilizar la legislación laboral (si le recuerda a alguna propuesta de ley en nuestro país es seguramente coincidencia). La otra, de manera francamente abierta como es el caso de Grecia por ahora, y seguramente de países como España, Irlanda y Portugal en cuestión de meses: suben el IVA e impuestos especiales, se suprime el pago de horas extra, los salarios de los trabajadores públicos quedan congelados (por supuesto, no los de los altos mandos, sino los de los miles de personas que mantienen funcionando una estructura de gobierno), se reducen las pensiones y se retrasa la edad de jubilación. En resumidas cuentas, aumentar la tasa de explotación a favor de mayor obtención de riqueza a menor costo.
Los trabajadores griegos han encabezado huelgas nacionales durante lo que va del mes. Tan solo en Atenas 150 mil personas se vaciaron a las calles exigiendo a su gobierno (elegido democráticamente y que, seguramente, hará caso de la opinión que las mayorías tienen de la situación. Así nos dijeron que funcionaba eso de la democracia, ¿no?) Lógicamente, ha habido represiones, pero es de destacar que elementos policiales se han sumado también a las exigencias de los trabajadores.
Las exigencias del pueblo griego son perfectamente razonables. A los bancos se les dio dinero sin exigirles nada a cambio. Grecia, y particularmente su clase trabajadora, va a sudar para pagar hasta el último centavo de este rescate. ¿Quiénes se benefician de este préstamo? Por curioso que parezca, ningún griego. Los verdaderos ganadores son los titulares de bonos de deuda griega. Probablemente los mismos que rescatan al pequeño país, brillante negocio. El sector financiero exigió ser rescatado. Una vez que lo fue, a hacer negocio de nuevo, esta vez a costa de la deuda pública de un país.
El capitalismo necesita reformarse, escuchábamos sin cesar cuando la crisis hacía su presentación ante la sociedad con bombo y platillo. Ningún gobierno en ningún lugar del mundo ha hecho nada al respecto. En cambio, esa pasividad no tiene comparación con los recortes en materia social que se han llevado a cabo en todo el mundo. Cualquier respuesta a la crisis que no modifique los comportamientos de los mercados financieros y, en general, del sistema económico prevaleciente, simplemente terminará agudizando las contradicciones generadas por el mismo. Si no le parece así, pregúntele a los griegos.
1 comentario:
Compas,
Saludamos la construcción de su espacio y les anunciamos que les hemos agregado en nuestra "Danzonera blogueril", enlazándoles en el apartado de "Resistencias".
Reciban un abrazo solidario del equipo de La Otra Chilanga.
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