jueves, 25 de febrero de 2010

Aquellas pequeñas cosas

Dice un viejo y querido amigo que las pequeñas cosas justifican a las grandes. Creo que más acertada no podría ser su observación.

Son esos detalles a veces nimios los que encuentran mayor cabida en el recuerdo y la memoria de las personas. Son esas pinceladas de vida cotidianas las que, al remembrar el pasado, nos producen mayor gratificación y alegría. Ahí, en esa cotidianidad vivencial, se encuentra quizá el secreto de la existencia.

“No cabe duda que es verdad que la costumbre, es mas fuerte que el amor”, reza una de las canciones populares mas remembradas por románticos e incrédulos. ¿No será acaso que al interior de esa “costumbre” subyace el indescifrable misterio del amor? Y si es así, ¿no sería pertinente dotar de un valor superior a esas pequeñeces cotidianas, en ocasiones imperceptibles, que otorgan sentido y orientación a las relaciones humanas? Es cierto que en algunos casos, no pocos, la costumbre substituye al amor. Pero, ¿acaso es una condición inexorable su mutua exclusión? ¿No será mas bien que en la síntesis de ambos radica la esencia de un amor fecundo?

“El amor es la mayor fuerza del mundo, y sin embargo es la más humilde”, decía Mahatma Gandhi. Solo algo tan elemental y “pequeño” como lo es la humildad, puede justificar algo tan grande e imperecedero como lo es el amor.

La actual desesperanza humana tiene una explicación primordial: la frustración de las propuestas de cambio social y el fracaso de los principios revolucionarios del siglo XX. Pero, ¿cuál fue la causa de este fracaso? Podríamos conjeturar, a modo de especulación, y respondiendo solo parcialmente la interrogante, que la priorización de los grandes ideales utópicos en detrimento de las causas más pequeñas y de menor resonancia fue el motivo esencial del Gran Fracaso (en lugar del Gran Salto). El advenimiento del comunismo y la consecuente liberación de la clase obrera habría de engendrar un mundo nuevo radicalmente mejor y homogéneo. Pero tal proyecto nunca prosperó. Hoy, en el marco del capitalismo decadente, los nuevos grupos subalternos y antisistémicos abogan por un proyecto de cambio social fundamentado en el reconocimiento y el respeto del “otro”, de lo distinto, de lo diverso. Estos numerosos grupos, a veces pequeños en espacio de influencia y ocupación, han conquistado finalmente el primer plano de la lucha social. Ya no pugnan por su incorporación al Estado-Nación en condición de ciudadanos “universales”, sino en condición de lo que real y objetivamente son: microcosmos únicos que conforman un macrocosmos común.

Según Walter Benjamin, “la débil fuerza mesiánica de cada generación es la posibilidad histórica de la revolución”: un fugaz e ínfimo destello de juventud alerta y consciente es capaz de detonar el mas grande de los acontecimientos humanos.

La vida en provincia, pueblo, o campo, lejos de la vida febril y abrumadora de las grandes metrópolis, nos permite muchas veces darle el valor que le corresponde a las pequeñas cosas: desde una sonrisa hasta un cordial gesto, desde una caminata apacible hasta un apretón de manos afectuoso, desde una charla exenta de “prisas” hasta un “buen provecho” en señal de solidaria camaradería, desde un atardecer sin el típico smog citadino hasta un acercamiento desinhibido con la indómita naturaleza, desde un viejo neurótico que nos produce simpatía por su tierna hosquedad hasta un desarrapado que nos saluda con candorosa humildad.

Las pequeñas cosas, en efecto, justifican a las grandes. Quizá el siguiente paso sería invertir expresamente los papeles y conceder a las pequeñas cosas la inalterable condición de “grandes”.

Así, desojándola de toda pretensión glorificadora y megalomaníaca, la vida humana tomaría un matiz muy distinto y se tornaría cualitativamente mejor: capaz de apreciar “aquellas pequeñas cosas.”

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El Mundo Cambia Cuando Dos Personas Se Miran y se Reconocen...Dedicado Especialmente a Ti!

ANDY dijo...

EL BUEN SERRAT NO SABE FALLAR JAJAJA, ME DA GUSTO SABER QUE SIGUES COHERENTE EN TU ACUTAR-PENSAR, AUNQUE AHORA UNA POCO MÁS ENAMORADO DE LA VIDA. SIGUE EN ESTE CAMINO Y OJALÁ ALGÚN DÍA TE PUEDAS PASAR A VISITARNOS QUE NO CAERÍA MAL UNA EXTENSA CHARLA DE ONCE CAFÉS JAJAJA. RECIBE UN CORDIAL ABRAZO ANDY