Los temas del desempleo y la desigualdad rampante en una sociedad acostumbrada a creerse la cima del mundo son necesariamente los que más atraen la atención del ocupante de la Casa Blanca, como una manera de conectarse con los votantes.
Cuando afirma que “… podemos aceptar un país donde un número de gente cada vez más reducido prospera mucho, mientras un número creciente de estadounidenses apenas sobrevive. O podemos restaurar una economía donde cada quién tiene una oportunidad, cada quién aporta lo justo… Es hora de aplicar las mismas reglas de arriba hacia abajo….” (24/01/12) resulta imposible no establecer un paralelo con los discursos de los gobernantes de los países periféricos del sistema mundo en que vivimos desde los años ochenta, o mejor dicho, del estado capitalista desde los años del New Deal. El modelo económico inspirado en el neoliberalismo se ha distinguido precisamente por aumentar la desigualdad en todo el mundo por lo que el argumento no pasa de ser un buen deseo… para lograr votos claro.
Para aumentar el dramatismo y en el colmo del cinismo, el señor de las guerras justas (y no me refiero a Calderón, quien solo obedece órdenes del Pentágono) se anima al decir que “No regresaré a los días cuando se le permitió a Wall Street jugar bajo sus propias reglas…” para tratar de ganarse a los ocupas, que han puesto en jaque a todo el país precisamente porque ésas son las reglas que definen el conflicto social hoy por hoy. Son ellos quienes han puesto el dedo en la llaga al declarar en un comunicado que “Nuestra nación y nuestro mundo están en crisis y nuestros funcionarios ‘electos’ nos han fallado. Se negaron a responsabilizar a sus donantes –Wall Street– por los crímenes financieros que llevaron a nuestro país a la bancarrota y a destruir la economía mundial…” (17/01/12)
Pero Obama no parece darse por enterado y asume que las reglas han cambiado para los dueños del dinero, aunque al iniciar su gobierno lo primero que hizo fue rescatar al sector financiero con dinero público, profundizando en la mayoría de la población las consecuencias de la crisis que hoy pretende enfrentar y colocando al estado yanqui al borde la bancarrota.
Otra perla de su discurso fue presentar la retirada de Irak como un éxito que redundó en el fortalecimiento de su liderazgo en un mundo más seguro, en parte por el asesinato de Bin Laden. La realidad es que la guerra de Irak jugó un papel importante en la quiebra económica del país y en su desprestigio, no sólo en la región sino en el mundo entero. La guerra de Irak dejó en claro que los tiempos en que los Estados Unidos se presentaban como el policía del mundo han pasado y hoy se enfrenta a una realidad en la que su poder militar no le alcanza para someter a quien no comparta sus ideales.
Ya para terminar no podía dejar de insistir en señalar el carácter populista de su discurso cuando declara que “…la renovación del liderazgo estadounidense se puede sentir a través del mundo… Estados Unidos ha regresado.” Dime de que presumes y te diré que te falta.
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