Se había mencionado
en la primera parte de este tema que el #132 había subrayado el carácter
pacifista de sus acciones, lo que resulta lógico en un contexto permeado
por la guerra de ‘baja intensidad’ que ha invadido al país.
Y a pesar de que los seguidores del candidato del PRI han insistido
en calificarlo como violento -para ocultar el verdadero origen de la
violencia electoral exhibido en innumerables videos donde aparecen grupos
priístas agrediendo a jóvenes que se manifiestan en los actos de campaña
de Peña- los integrantes del #132 tienen muy claro que la violencia
no es el camino.
En este sentido, las
actividades del movimiento tienen como eje la no violencia y su acción
por excelencia es articular su presencia en cada acto de campaña de
Peña, manifestando su repudio y visibilizando lo que muchos ciudadanos
no se atreven a manifestar en público: su hartazgo por los viejos estilos
de hacer política en México y el cinismo de un candidato de laboratorio.
Pero estas manifestaciones
de repudio no podrían ser organizadas sin la otra cara de las acciones
colectivas del #132: la creativa y dinámica utilización de las redes
sociales. Y es este rasgo el que define la naturaleza de sus acciones
y su alta efectividad para burlar el cerco informativo impuesto por
la mediocracia mexicana. De hecho, estirando un poco el argumento se
podría afirmar que la dinámica de las redes sociales es la que configura
la base del movimiento, no sólo porque surge con el video en donde
los jóvenes estudiantes responden a las acusaciones de ser porros y
acarreado sino porque es en el ciberespacio en donde los #132 se encuentran
en su elemento natural. Su destreza en el manejo de las redes y su capacidad
para neutralizar por ese medio los ataques y descalificaciones son lo
que potencian sus acciones y actividades.
Casi de manera instantánea,
los #132 ‘suben’ a la red todo acción, magnificando así su impacto.
De hecho, buena parte de los actos de repudio contra Peña son llevados
a cabo por decenas o a veces centenas de estudiantes, pero son grabados
y colocados en infinidad de blogs, en twitter y videos en Youtube, magnificando así su impacto e involucrando a miles
y miles de personas, que las comparten en sus plataformas personales
y comentan en donde los dejen. Y el decir buena parte es porque no se
pueden pasar por alto las manifestaciones masivas, como la organizada
en la ciudad de México esta semana, que contó con alrededor de cien
mil manifestantes. Esto sin mencionar que mucha de la información que
produce el movimiento es retomada por la prensa nacional –la local
sigue amordazada en la mayor parte del país- por noticieros y grupos
de discusión en la televisión y la radio.
Así las cosas,
la consistencia entre las demandas, la organización y las formas de
acción del #132 configuran un movimiento con una fuerza moral
y gran capacidad para influir en la percepción de los ciudadanos con
respecto al proceso electoral. Muchos se preguntan, incluso sus propios
integrantes, cuál será el futuro del movimiento, sobre todo después
de las elecciones. Pero esa pregunta pasa por alto que el #132 ha logrado
ya sus objetivos originales: denunciar la manipulación de los poderes
fácticos en las elecciones y el voto de calidad que ejercen para burlar
la voluntad de las mayorías. Más allá del futuro del movimiento habrá
que evaluar al movimiento por su capacidad para evidenciar, durante
las campañas, las trampas de la democracia electoral entre los habitantes
de este país. Y en ese aspecto su éxito ha sido enorme. Más aún,
probablemente logre también sacar a los votantes indecisos de sus casas
para desafiar a esos poderosos que, elección tras elección, se salen
con la suya envueltos en el falso manto del discurso democrático y
acabar con la farsa electoral.
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