jueves, 21 de julio de 2011

El movimiento estudiantil en Chile pone el dedo en la llaga

Una vez más el estudiantado en Chile vuelve a poner en jaque al gobierno. Ya la ex presidenta Michelle Bachelet había tenido que enfrentar las acciones de las y los estudiantes chilenos en 2006, mostrando una cara poco flexible para atender las demandas que giraban, igual que ahora, alrededor de la relación entre el estado y la educación. Con Sebastián Piñeira instalado en la Moneda, la insistencia por parte de las oligarquías chilenas en mantener y profundizar el modelo educativo privatizador ha encontrado oídos atentos y serviles, provocando la digna respuesta de la juventud.

La privatización de la educación en Chile -iniciada por Pinochet gracias al golpe militar en 1973- se rige por la constitución de 1980 que fue aprobada por plebiscito en plena dictadura militar, siendo tan eficaz en la subordinación de la escuela pública a las recetas de los Chicago boys que hoy siete de cada diez estudiantes pertenecen a instituciones privadas de educación superior. El modelo educativo chileno descansa en las manos de los intereses privados con la total anuencia del estado. Las consecuencias son evidentes: mayor desigualdad social y marginación educativa.

Y es precisamente la protesta estudiantil la que pone en tela de juicio dicha política neoliberal, provocando un amplio apoyo y simpatía por parte de la sociedad chilena que al igual que el estudiantado ha visto reducida su calidad de vida y aumentada su dependencia del crédito bancario. Para poder estudiar en un nivel medio superior, la mayoría de los aspirantes en Chile deberán conseguir un financiamiento ya que las posibilidades de ingresar a las instituciones públicas son casi nulas. El resultado es que debido a este mecanismo ganan pocos -bancos y escuelas privadas- y pierden muchos -las los jóvenes que tiene el derecho a aspirar a una vida digna en un mundo cada vez mas despiadadamente competitivo.

Las protestas estudiantiles también tienen un trasfondo más amplio que la decadencia del modelo educativo chileno; me refiero a la propia administración de Piñeira y su estilo gerencial autoritario pero también y sobre todo a la incapacidad de la clase política chilena que no ha podido enterrar políticamente la herencia de Pinochet. El orden legal sigue siendo el de la constitución de 1980, que surgió para organizar los objetivos de una sociedad militarizada y con sus derechos suspendidos. Treinta años después y luego de varios gobiernos elegidos por elecciones –socialistas o demócratas cristianos- las cosas siguen prácticamente igual, acentuándose la desigualdad y la violencia social que genera. Con la llegada de un gobierno de derecha a secas las cosas no podían mejorar y para el movimiento estudiantil fue la oportunidad de articular nuevamente un movimiento social que promueva entre la sociedad civil la necesidad de pensar en su presente y en su futuro, en lo que quiere conservar y lo que habría que descartar.

1 comentario:

David Maturana Céspedes dijo...

Los estudiantes están en el alma de Chile y no están conformes como la sociedad concibe la estructura en la cual se entrega la educación y solo el agravio de verse por tantos años vulnerados y no escuchados, han llevado a una situación como esta, por eso el movimiento estudiantil no está solo, cuenta con el apoyo de la familia, primera organización fundamental en donde se sustenta la sociedad, aparte recibe el apoyo de los trabajadores a través CUT, de los docentes y otros movimientos sociales conformando una realidad social como un todo, por ello el Gobierno la tiene difícil frente a una uniformidad en la petición.
Asamblea Constituyente.
Plebiscito.
Constitución.
Educación Pública.
Nacionalización de los recursos naturales.
De pronto esto es una integralidad, para que algo ocurra debe alterarse el orden estructural, con la resistencia comprensible de aquellos que usufructúan del poder y del modelo socioeconómico, acostumbrado a ordenar para sí en representación de los otros, por ello el desprecio por la política y los políticos, eso no es ético ni moral, no todos, es cierto.
Querer desentrañar quien está detrás de los estudiantes, intentar desmarcarlos, es dilatar, el Gobierno puede encontrar en los demás su culpas, esas culpas son la fuente de la desigualdad, de las injusticias, de la opresión y de la explotación del ser humano, sus manos las ocupan en la servidumbre, pero también sirven para alcanzar la libertad, romper las cadenas de la falta de oportunidades del proletariado y su condición al estado más perfecto de lo humano y no que este derecho a educarse sea cercenado por la falta de recurso de la familia, ese enorme abuso no se puede mantener con falsos diálogos y tratar de buscar explicaciones en asuntos periféricos que no van al fondo del asunto.
Aquí la sociedad ha interpretado a nuestra sociedad y porque la conoce, desea transformarla, el ser humano tiene la capacidad de sir no a la realidad que vuelve a la educación como un sistema mecanizado sin compromisos sociales, por ello se revindica la educación pública con tanta fuerza.