Casi 40 mil muertos no son suficientes para pensar en un cambio de estrategia, parece decir Calderón mientras asegura que el Ejército seguirá en las calles a pesar del llamado de la ONU, de múltiples organizaciones y de miles de manifestantes en al menos 26 ciudades del país.
La militarización del país se ha traducido simple y sencillamente en el crecimiento exponencial de la violencia en el mismo. Lo peor del asunto es que, aunque Calderón se canse de repetir que estamos en la ruta correcta, la realidad es que dicha ruta sólo nos ha llevado a una situación de violencia en el país como pocas veces en la historia, y de la que no se vislumbra salida alguna de mantenerse las políticas que en materia de seguridad ha emprendido esta administración.
Cualquier experto en operaciones militares nos dirá que parte de la planeación de una guerra es pensar en una estrategia de salida. No lo hicieron los estadounidenses en Afganistán e Iraq, y llevan casi una década sin poder salir. ¿Cuál es la estrategia de salida de Calderón? Después de 5 años de violencia en aumento sin mayores logros en el combate al narcotráfico, parece el momento oportuno de empezar a pensar en una.
Por lo mientras el gobierno estadounidense, autoridad en la materia, ha hecho público su informe sobre derechos humanos correspondiente a 2010.
Si yo fuese Calderón estaría furibundo (y probablemente borracho, pero ese es otro tema) al enterarme de los resultados. Su administración ha hecho hasta lo imposible por complacer al gobierno norteamericano. Se ha seguido al pie de la letra la “estrategia” de combate al narcotráfico y al crimen organizado dictada desde Washington, la industria armamentística estadounidense ha hecho su agosto en nuestro país y se ha consentido la franca militarización de nuestro territorio, y no solamente con fuerzas nacionales.
No obstante lo anterior, el gobierno de los Estados Unidos, en voz de Hillary Clinton, vocera de la paz mundial (ja!), denunció las irregularidades cometidas por el Ejército mexicano en contra de los derechos humanos en nuestro país. ¿Qué gobierno mejor calificado para denunciar dichas violaciones que el experto en cometerlas (si bien, muy vivos ellos, le cambian el nombre y le dicen collateral damage)?
Afortunadamente, no estamos solos. Cuba, Nicaragua y Venezuela se encuentran también en la lista negra de Washington. Colombia, sin embargo, ha realizado “mejoras notables” en la materia, según el reporte estadounidense. Colombia, que tal como nosotros, lleva años librando una guerra con balas americanas y muertos colombianos en contra del famoso “narcoterrorismo”, cuyas administraciones en las últimas décadas han sido las primeras en respaldar los intereses norteamericanos en la región, como el intento de instalar 7 bases militares en territorio colombiano en el 2009.
Este cuento de los derechos humanos no es nuevo: Estados Unidos lo ha utilizado cada vez que considera necesario desprestigiar y poner en juicio a un gobierno determinado. Por ello no sorprende la inclusión de Cuba y Venezuela en la lista negra, ni el espaldarazo a Colombia, mas el caso de México destaca.
Al parecer estos gringos nunca están contentos. Basto con que se ventilara el operativo Rápido y Furioso y que Wikileaks pusiera de manifiesto las actividades de espionaje barato llevadas a cabo por el ex embajador Pascual, para que el gobierno de Washington pintara su raya con la administración de Calderón, a quién en múltiples ocasiones y cuando así ha convenido han elogiado sin reparos.
A nadie le quepa duda: las violaciones a los derechos humanos en nuestro país están a la orden del día, y el número de las mismas solo parece ir en aumento conforme pasan los meses y aumenta la presencia militar en las calles. Lo que hay que destacar es el cinismo de los Estados Unidos en denunciarlas, cuando gran parte de la responsabilidad por la situación de violencia en nuestro país (y en gran parte de Latinoamérica y el mundo) recae sobre ellos.
Es urgente que se retire al Ejército de las labores policiacas que la ha conferido el gobierno de Calderón, y este debe ser el tema central de las elecciones federales que se avecinan. En caso contrario, la situación de violencia en el país solo empeorará, mientras que en otro lado se frotan las manos pensando en los dividendos que deja la guerra.
La militarización del país se ha traducido simple y sencillamente en el crecimiento exponencial de la violencia en el mismo. Lo peor del asunto es que, aunque Calderón se canse de repetir que estamos en la ruta correcta, la realidad es que dicha ruta sólo nos ha llevado a una situación de violencia en el país como pocas veces en la historia, y de la que no se vislumbra salida alguna de mantenerse las políticas que en materia de seguridad ha emprendido esta administración.
Cualquier experto en operaciones militares nos dirá que parte de la planeación de una guerra es pensar en una estrategia de salida. No lo hicieron los estadounidenses en Afganistán e Iraq, y llevan casi una década sin poder salir. ¿Cuál es la estrategia de salida de Calderón? Después de 5 años de violencia en aumento sin mayores logros en el combate al narcotráfico, parece el momento oportuno de empezar a pensar en una.
Por lo mientras el gobierno estadounidense, autoridad en la materia, ha hecho público su informe sobre derechos humanos correspondiente a 2010.
Si yo fuese Calderón estaría furibundo (y probablemente borracho, pero ese es otro tema) al enterarme de los resultados. Su administración ha hecho hasta lo imposible por complacer al gobierno norteamericano. Se ha seguido al pie de la letra la “estrategia” de combate al narcotráfico y al crimen organizado dictada desde Washington, la industria armamentística estadounidense ha hecho su agosto en nuestro país y se ha consentido la franca militarización de nuestro territorio, y no solamente con fuerzas nacionales.
No obstante lo anterior, el gobierno de los Estados Unidos, en voz de Hillary Clinton, vocera de la paz mundial (ja!), denunció las irregularidades cometidas por el Ejército mexicano en contra de los derechos humanos en nuestro país. ¿Qué gobierno mejor calificado para denunciar dichas violaciones que el experto en cometerlas (si bien, muy vivos ellos, le cambian el nombre y le dicen collateral damage)?
Afortunadamente, no estamos solos. Cuba, Nicaragua y Venezuela se encuentran también en la lista negra de Washington. Colombia, sin embargo, ha realizado “mejoras notables” en la materia, según el reporte estadounidense. Colombia, que tal como nosotros, lleva años librando una guerra con balas americanas y muertos colombianos en contra del famoso “narcoterrorismo”, cuyas administraciones en las últimas décadas han sido las primeras en respaldar los intereses norteamericanos en la región, como el intento de instalar 7 bases militares en territorio colombiano en el 2009.
Este cuento de los derechos humanos no es nuevo: Estados Unidos lo ha utilizado cada vez que considera necesario desprestigiar y poner en juicio a un gobierno determinado. Por ello no sorprende la inclusión de Cuba y Venezuela en la lista negra, ni el espaldarazo a Colombia, mas el caso de México destaca.
Al parecer estos gringos nunca están contentos. Basto con que se ventilara el operativo Rápido y Furioso y que Wikileaks pusiera de manifiesto las actividades de espionaje barato llevadas a cabo por el ex embajador Pascual, para que el gobierno de Washington pintara su raya con la administración de Calderón, a quién en múltiples ocasiones y cuando así ha convenido han elogiado sin reparos.
A nadie le quepa duda: las violaciones a los derechos humanos en nuestro país están a la orden del día, y el número de las mismas solo parece ir en aumento conforme pasan los meses y aumenta la presencia militar en las calles. Lo que hay que destacar es el cinismo de los Estados Unidos en denunciarlas, cuando gran parte de la responsabilidad por la situación de violencia en nuestro país (y en gran parte de Latinoamérica y el mundo) recae sobre ellos.
Es urgente que se retire al Ejército de las labores policiacas que la ha conferido el gobierno de Calderón, y este debe ser el tema central de las elecciones federales que se avecinan. En caso contrario, la situación de violencia en el país solo empeorará, mientras que en otro lado se frotan las manos pensando en los dividendos que deja la guerra.
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