La juventud es un término muy amplio. Está, por ejemplo, la concepción que tiene el Instituto Nacional de la Juventud: tres programas operativos básicos que comprenden a todo el sector joven; además, a través de la proyección en medios regionales promueve una imagen similar en un programa de radio (que nadie escucha), una tarjeta de descuento (que no sirve) y pequeños apoyos. La idea, parece mentira, la hicieron hace varios años los panistas recién llegados al DF, venidos de Monterrey.
La idea fue hecha desde las oficinas de gobierno, y éstas… no tienen mucho alcance: en 2006, la participación nacional en las votaciones para Diputados fue de 41millones, 195 mil198 ciudadanos, incluyendo los votos nulos. En 2003, sólo participaron 26 millones, 968 mil 371 personas.
Si los votantes son los que conocen de la vida política y son, además, influidos por el gobierno de algún modo, ¿alguien en verdad cree que va a haber una participación masiva, si sólo hace seis años votó un cuarto de la población?
Las noticias internacionales sobre la crisis; la promoción tiempo completo de personajes siniestros en la televisión que alcanza a no sé cuántos hogares; la velocidad en las agendas. Insistimos en andar apresurados, igualitos que los vecinos del norte.
Y son ellos los que educaron a los tecnócratas; éstos quienes abrieron el país al extranjero (y a la iglesia), y nosotros los que ni siquiera cuenta nos dimos.
Quizá la historia siempre se repita porque los problemas siguen ahí. Ahora en los tiempos electorales es cuando los partidos tienen mayor alcance con la gente, dice la falacia. Sólo son conocidos por unos cuantos… sólo llegan a algunos hogares.
El país entero se seguirá moviendo hasta julio, pero sólo para algunos. La gran mayoría, ni siquiera se entera.
Entre tantas ocupaciones, tantas cosas que producir y tantos arreglos que cumplir, a la juventud aún muy pocos le hacen caso. Y vuelven a pensar en ella como una sola: nada nuevo.
1 comentario:
Tal vez precisamente por todo lo que dices es hora que los jóvenes de este tiempo se ponga a pensar y a hacer sin esperar a que le ofrezcan. Basta con leer los objetivos del Injuve para que le den a uno ganas de dejar de ser joven, y para darse cuenta de que el Estado mexicano no tiene la más remota idea de que la juventud es inversamente proporcional a los planteamientos institucionales. En fin. Como todo, la juventud es algo que se quita con el tiempo...
M Molina
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