Después de dimes y diretes, gritos y sombrerazos, manipulación y simulación
por parte de los actores políticos, los medios de comunicación y las
autoridades electorales de Veracruz, la Sala Regional del Tribunal Electoral
del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) revocó la resolución del Tribunal
Electoral del Poder Judicial del Estado de Veracruz (TEEV), gracias a la cual
se impidió que el PRD y el PAN consumaran la alianza para participar en las
próximas elecciones intermedias en el estado. El ‘nuevo’ PRI’ veracruzano hizo
y deshizo para evitar competir con un frente de oposición y allanarse el camino
para dominar los comicios. Sin embargo es imposible evitar la pregunta ¿Por
qué?
La respuesta es obvia: porque a pesar de vivir un momento de euforia y creer
que los viejos tiempos regresaron, el PRI no quiere enfrentar un frente
opositor en Veracruz. La tendencia, relativamente reciente, de su pérdida de presencia entre el electorado
veracruzano podría acrecentarse. Dicha tendencia es clara desde el año 2004,
cuando el PAN se quedó muy cerca de ganar la gubernatura y el congreso local no
contó con la mayoría tradicional; y se mantuvo en 2010 cuando, según los
entendidos, los juarochos hicieron la diferencia pero la elección fue cerrada.
Para nadie es un secreto que los votos que capta el PRI no han crecido a la par
del padrón electoral y, si bien sigue ganando elecciones, cada vez más
veracruzanos votan por otros partidos. Si a esto agregamos el control mediático
y los ríos de dinero que utilizan para granjearse la ‘voluntad’ popular pues la
decadencia es inocultable.
Los gobiernos estatales han echado mano, en la última década, de todos sus
recursos para ocultar sus problemas y ganar elecciones. En esta ocasión, además
de los recursos materiales que utilizó para dividir al PRD local, presionó sin
misericordia al TEEV y éste tuvo que ‘arreglar’ las cosas dos veces para
bloquear la alianza opositora. Las dos veces maniobró para que una fracción del
PRD local lograra apoderarse de los órganos de dirección y desde ahí echar
abajo la alianza -rasgándose las vestiduras y calificando la alianza de contra
natura- siempre con el apoyo de los principales beneficiados, o sea de la
dirigencia priísta, que en el colmo del cinismo y a grito pelado denunciaban
los ‘fines políticos’ de la alianza. Algo así como, la alianza sólo quiere el
poder. ¿Acaso hay otros fines en una elección?
Por su parte, el TEPJF les corrigió la plana dos veces a los magistrados
del TEEV, que sin ruborizarse en lo más mínimo declaraban a diestra y siniestra
la legalidad de su decisión. En la más reciente corrección los magistrado
federales de plano les jalaron las orejas -con cierta discreción habrá que
decir-, manifestando que: “…no
pasa desapercibido para este órgano jurisdiccional que existió cierto
descuido en el manejo de los expedientes” (Jornada Veracruz, 260313.
Subrayado del autor)
En todo caso el mal está hecho y el PRI estatal así como su jefe se
salieron con la suya, sin importarles el costo político para los órganos
electorales locales y menos aún para los procesos electorales y la endiosada
democracia. A su vez, el costo político para el PRD veracruzano no puede
pasarse por alto. Las trifulcas que escenificaron sus delegados en las
asambleas estatales fueron amplificadas por los medios de comunicación para
fortalecer la idea de que los perredistas son sus peores enemigos y que no
merecen gobernar. Al final son los grandes perdedores pues la alianza con el
PAN les concedía más presencia electoral de la que en realidad tienen en el
estado.
Las ganancias para el PRI son en el corto plazo pues sólo le servirán para la
próxima elección. Al impedir la alianza evidenciaron su temor para enfrentarla,
dándole además a la oposición la experiencia necesaria para configurarla mejor.
Tenga usted por seguro que para las siguientes elecciones lo volverán a
intentar. Por su parte, también es seguro que el PRI intentará impedir
cualquier alianza opositora, aunque ya no vaya a ser tan fácil. Y si además barren
en las próximas elecciones, la oposición no tendrá más remedio que aliarse para
sobrevivir. Cómo el tiburón que huele sangre, la oposición política veracruzana
ya percibió el miedo del PRI. Y ése será el cemento que hará que las
probabilidades de configurar un frente opositor no dejen de crecer.
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