Degradada. Degradante. Risible. La arena política se despoja de sus prendas interiores y se exhibe desguarnecida públicamente, sin en el menor recato o decoro, sin un ápice de respetabilidad. Los protagonistas del teatro político nacional se disputan el espacio público para exclamar perogrulladas a granel, con el sólo propósito (nótese la dimensión del insulto) de seducir a un auditorio crecientemente aturdido, pero, por increíble que parezca, aún expectante. Lo más alarmante no es la deshonra manifiesta, sino el fondo oculto tras la rusticidad discursiva de la nomenclatura partidaria: el envilecimiento de la esfera pública, la condición fraudulenta de la institucionalidad en vigor.
Comenzando con el más populista de los mandatarios que ha padecido el país (crónico padecimiento el nuestro), Vicente Fox (ranchero iletrado, curiosamente honoris causa), el analfabetismo se extendió cual cáncer maligno a lo largo de todo el cuerpo político, convirtiéndose en moneda corriente de los funcionarios públicos (que no servidores públicos: “no hay servidores públicos, sino aprovechadores públicos” –Fernando Vallejo). Herederos de la misma escuela (nótese la ironía), Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto, Ernesto Cordero, Elba Esther Gordillo, se suben al ring político, centro del escarnio nacional, para entretener a las multitudes con lujo de piruetas poco diestras.
“Respetable público, lucharán dos de tres caídas, sin límite de tiempo: en esta esquina el Santo, el Cavernario; y en esta otra, Blue Demon y el Bulldog…”.
En sus más recientes alocuciones, Felipe Calderón urdió una secuencia de metarrelatos que habrán dejado boquiabiertos aun a sus más entusiastas feligreses. En el marco de su quinto informe, el Santo (pero no de nuestra devoción) cínicamente profirió: “plantamos la semilla de una nueva patria democrática, ordenada y generosa”. Y añadió con la habitual cuota de espuria heroicidad: “Hemos defendido y vamos a seguir defendiendo a las familias mexicanas hasta el último día de mi mandato”. Más tarde, en el homenaje a Francisco Blake Mora, recurrió a la táctica rastrera: “Antes [los delincuentes] amenazaban con quitarles los apoyos, hoy amenazan a la gente que si vota por el PAN le quitan la vida y eso no se puede tolerar”.
“… métele la wilson, métele la Nelson, la quebradora y el tirabuzón… sácalo del ring”.
En un auditorio dispuesto a modo (FIL) para el candidato puntero 2012, Enrique Peña Nieto, se verificó un hecho de formidable valor cultural. A la pregunta de “cuales lecturas han influido más en usted”, el Cavernario, con incontestable erudición respondió: “He leído varias telenovelas (¡sic!)… la Biblia es uno… La Silla del Águila de Krauze (¡sic!)… Leí la antítesis (¿?)… las mentiras sobre el libro de este libro (¿?)”.
“… quítale el candado, pícale los ojos, jálale los pelos… sácalo del ring”.
En este mismo tenor de exquisito iluminismo, Ernesto Cordero, el Blue Demon, cuya carta está tasada en 6 mil pesos, señaló que uno de sus libros favoritos es “La Isla de la Pasión” de Isabel Restrepo. ¿Quiso decir Laura Restrepo? No importa. El dice que lo agarraron temprano, que le apena mucho. ¿Un rudo cursi?
“… y la gente comenzaba a gritar, se sentía enardecida sin cesar… sácalo del ring”.
La maestra número uno del país, Esther Gordillo, conocida en el ámbito de la lucha libre como la Bulldog, recibió en 2009 el galardón de “menor aprovechamiento académico”, luego de cometer incontables pifias en un mismo discurso. Véase la memorable secuencia: “Los precios internacionales del ‘pretoleo’… la guerra contra la ‘dlelincuencia’… no podrá ‘fomar’ parte… la ‘pobeza’… que haga ‘irrevelante’… el riesgo ‘epimediológico’ fue ‘expotencial’…”
“En el ring luchaban, los cuatro rudos, ídolos de la afición”.
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