sábado, 6 de febrero de 2016

Progresismo, populismo y neoliberalismo: escenarios para México. 3/3



El neoliberalismo ha sido confinado muchas veces al ámbito de la economía, reviviendo el modelo del liberalismo clásico que asignaba al estado las tareas del mantenimiento del orden social. El estado policía, ajeno a jugar un papel relevante en el desarrollo económico demostró sus limitaciones con la crisis que estalló en 1929 en los EE. UU.  y obligó a los grupos dominantes a implementar la propuesta keynesiana. Sin embargo, en nuestros días, si bien permanece fuertemente ligado a la economía, el neoliberalismo ha extendido su influencia a los más variados espacios de la vida social y cultural. Colocando a la lógica de mercado en el centro de la sociedad, como ente regulador, su influencia va más allá de ser una simple receta de política económica para definir incluso buena parte de las relaciones sociales. 

El valor central del neoliberalismo es la libertad, por lo que desconfía de la intervención estatal, no sólo en la economía sino en la educación, la cultura, etc. Al revalorar la esencia del liberalismo clásico, pretende reconfigurar las relaciones sociales a partir de una sociedad civil fuerte y un estado de derecho que garantice la aplicación de la ley. Opuesto también al nacionalismo supone que la ausencia de restricciones al comercio internacional redundará en favor de las economías nacionales, lo que en realidad ha favorecido que las corporaciones internacionales ocupen un lugar cada vez más importante en la definición de la política económica de los países latinoamericanos.

En los hechos, el neoliberalismo ha sido utilizado como punta de lanza para la transformación de los estados nacionales en América Latina con la finalidad de incrementar la tasa de ganancia, que a partir de los años setenta comenzó a descender. Su impacto ha sido de tal magnitud que su uso se ha banalizado, al grado de identificar cualquier problema como consecuencia de las ideas neoliberales.

Las ideologías comentadas arriba han permeado en muchos sentidos la discusión política en nuestro país y si bien el populismo no ha desaparecido completamente, se la ha utilizado por los neoliberales para desprestigiar cualquier propuesta que se oponga a éste. Como se mencionó antes, el populismo  ha sido utilizado tanto por la derecha como por la izquierda, sobre todo para legitimar sus posturas a partir del pretendido origen popular de sus propuestas y políticas. Menos orientado a la incorporación de sectores aun marginados de la política, el populismo en México no parece tener la fuerza ideológica que una vez tuvo y aun la izquierda se cuida de no utilizarlo directamente por el sentido peyorativo que ha cobrado fuerza a partir de la aparición del neoliberalismo. Sin embargo no se le puede descartar de las futuras luchas políticas sobre todo por el enorme deterioro de las condiciones de vida de millones de personas que viven en la marginalidad y la pobreza.

En este sentido, son el neoliberalismo y el progresismo los cuerpos ideológicos que juegan un papel principal en los conflictos políticos, de los cuales la izquierda moderada echa mano del progresismo mientras que la derecha acude al neoliberalismo para definir sus acciones y valores predominantes. Los escenarios posibles para el futuro próximo de México estarían así caracterizados por el uso de ambas ideologías toda vez que el crecimiento de la dependencia económica hacia los EE. UU. difícilmente permitiría la presencia de una ideología que aspirara a la cancelación del patrón de acumulación vigente. La crisis humanitaria provocada por el narcotráfico y la corrupción rampante han tenido el efecto de inhibir la formulación de nuevos proyectos sociales y los que existen sólo han podido sentar sus reales en el plano local y regionales. 

A contrapelo de las tendencias políticas en algunos países de América Latina, en México no parece haber condiciones para que un futuro próximo se rompa el dominio del neoliberalismo o la superación del progresismo para conformar una nueva confrontación ideológica. El regreso del populismo apunta más a una solución autoritaria, sea de izquierda o de derecha, que a una superación del modelo vigente. Las décadas por venir parecen más bien a la consolidación del modelo sobre todo porque la discusión ideológica se sigue moviendo en el plano del modelo liberal.

Las elecciones en México están así delineadas por el progresismo que identifica a la corrupción como el principal problema y por el neoliberalismo que considera que la solución a los conflictos nacionales debe venir de afuera, ignorando e incluso atacando frontalmente cualquier postura divergente del fundamentalismo del mercado. Es entre éstos dos cuerpos ideológicos en donde se establecen las coordenadas de la lucha política liberal, garantizándole al capital las condiciones necesarias para su reproducción. Ambas ideologías conforman hoy por hoy el escenario político electoral en México y sus limitaciones están a la vista. Al final ambos proyectos llegan al mismo lugar, tarde o temprano. Discutir si el progresismo es mejor que el neoliberalismo es simplemente pasar por alto que la lucha por cambiar el sistema vigente está en otra parte: Abajo y a la izquierda.

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