Tanto el
progresismo como el populismo y el neoliberalismo pertenecen al periodo de transición en que vivimos aunque
aún son deudoras de una visión de mundo moderno, liberal y capitalista.
Surgidas al calor de la llamada tercera ola democrática (propuesta por
Huntington a principios de los noventa) que inició en 1974 con la Revolución de
los Claveles en Portugal pasando después por España y América Latina (con el
fin de las dictaduras franquista y sudamericanas) así como en los países de
Europa del este, después de la caída de Berlín, finalizó con la represión en la
plaza de Tiananmen en China.
Si bien es deudor
del concepto de progreso -tan caro a los pensadores iluministas y componente
esencial de la visión de mundo moderna- el progresismo contemporáneo en América
Latina podría identificarse con la ideología social demócrata, resultado de la
alianza entre liberales y socialistas que resultó a la postre el soporte
ideológico del estado benefactor. Vago e impreciso en la medida en que puede
ser útil tanto a la derecha como a la izquierda política, se utiliza para
señalar las actitudes favorables al progreso no sólo en la esfera de la
economía sino de la política y la cultura. Es en este sentido multidimensional
e incluyente de toda actitud o acción dirigida a desarrollar las diferentes
esferas de las sociedades humanas.
A pesar de que se
adscribe a la idea del cambio permanente no necesariamente asume una ruptura
con el pasado ni mucho menos coloca a la desaparición del capitalismo en su
futuro deseado. Alejado del utopismo, acepta la complejidad de la sociedad como
un elemento que anula cualquier posibilidad de una visión radical y
revolucionaria. Y si bien está en contra de los retrocesos en la vida social
resulta una visión que atrae tanto a sectores de la izquierda política como del
centro e incluso de la derecha laica, de los católicos humanistas y la
democracia cristiana. Un representante destacado en América Latina fue Luiz
Ignacio ‘Lula’ Da Silva y su proyecto gubernamental, encabezado por el Partido
de los Trabalhadores (PT.
Crítico del
neoliberalismo por su vocación pragmática de los derechos humanos, no por ello
deja de poner en el centro de su propuesta al individuo y su desarrollo en el
marco de un estado liberal que promueve la igualdad de oportunidades. El
multiculturalismo y el reconocimiento de la diversidad, el concepto en realidad
procura fortalecer la izquierda moderada a un sistema electoral encaminado a
capturar votos de todo el espectro político, señaladamente los del centro
político. Sin embargo puede coincidir con el nacionalismo, el ecologismo, el
estado benefactor e incluso el socialismo marxista.
Utilizado tanto
en términos peyorativos para denotar el autoritarismo como legitimadoras de
estados nacionales en construcción (la voluntad popular como eje de las
decisiones del estado), el populismo comprende en términos históricos los
procesos políticos que desde el estado liberal se emprenden con la finalidad de
ampliar el espectro de la participación política de los sectores
tradicionalmente marginados del quehacer político nacional, como los campesinos
y obreros. Surge después de la crisis de los años treinta particularmente en
México, Bolivia y Argentina para promover la industrialización y la alianza del
estado con los sectores emergentes de la clase obrera, asociada directamente al
modelo de sustitución de importaciones.
Esta ideología,
en sus orígenes, se asume como representante
de la totalidad del pueblo por lo que se aleja de la democracia competitiva y
las luchas electorales y partidistas. Desconfía de los mecanismos
parlamentarios, procurando una relación directa entre el líder carismático y el
pueblo, anti oligárquico pero no anti burgués, y colocando al estado en el
centro del desarrollo económico.
En nuestros días,
el populismo en América Latina ha sido la punta de lanza de la crítica al
neoliberalismo, sobre todo en Venezuela, donde el liderazgo carismático del
desaparecido Hugo Chávez, reconfiguró al populismo aunque manteniendo rasgos
centrales como la organización de sectores sociales tradicionalmente ajenos a
la política para sostener un modelo económico que sin abjurar del capitalismo
se ha distinguido por su antiimperialismo en el marco de la lucha electoral y
parlamentaria.
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