Antonio Negri es un filósofo que atraviesa las
transformaciones y los debates del siglo XX desde una particular relación entre
consistencia conceptual y militancia política. Un pensador que rechaza la
figura del intelectual como "profeta" al mismo tiempo que valora la capacidad
de una multitud dinámica y heterogénea.
Su lectura de Marx excede al Estado como figura
organizadora y reactualiza la idea de trabajo como capacidad de crear,
establecer vínculos y organizar nuevos modos de institucionalidad. Estas nuevas
instituciones no se basan en el presupuesto del hombre como "lobo del
hombre", sino en una concepción afirmativa e igualitaria de las
capacidades. Fue Spinoza su principal aliado en la cárcel, donde reflexionó
sobre la soledad y la comunidad. Llegó a afirmar: "Tal vez el futuro pueda
llegar a construirse a partir de la cárcel".
En tiempos en que la política como potencia de la
multitud es el único antídoto a los fundamentalismos -entendidos como
imposición de valores trascendentes en todos los órdenes-, Negri sostiene que
"la resistencia de los cuerpos produce la subjetividad no en una condición
aislada e individualista, sino en un complejo dinámico en el cual se concatenan
las resistencias de los otros cuerpos". De este modo, liga la resistencia
frente a las nuevas formas de explotación a la productividad de los cuerpos
colectivos y singulares, como experiencias populares, organizaciones sociales y
diversos modos de asociación entre las personas. El trabajo no puede
parcializarse ni dividirse como en otros tiempos, por eso Negri apela a una
noción ampliada de cuerpo como capacidad de componerse para incrementar la
potencia, y a una nueva mirada sobre la inteligencia como herramienta
fundamental.
Lo Común supone tanto las riquezas del mundo material
como el conjunto de la producción social, los llamados bienes naturales como
los conocimientos, los lenguajes, los códigos, la información, los afectos? y
sus consecuencias. Si lo Común es la condición de toda producción de libertad y
de innovación material, son imprescindibles nuevas formas de organización,
nuevas instituciones emergentes de la multitud que habiliten el libre acceso y
uso de lo producido para cualquiera, así como también la libertad de expresión
e interacción. El control privado tanto como el control público acotan las
posibilidades de la esfera común, en la medida en que separan capacidades,
dirigen los movimientos y reparten funciones desde lógicas preestablecidas,
transformadas en credos durante la historia de la modernidad.
Negri cree que Spinoza es el subsuelo de la modernidad
porque allí reside la fuente permanente y continua de ruptura frente a la
voluntad de dominio con sus modos del temor y la esperanza. En la fuente de
ruptura anida la sabiduría de un poder constituyente como principio de cambio y
transformación del mundo material. Su camino obrerista, político y filosófico
que, entre otras cosas, lo llevó a la cárcel y al exilio, enlaza a Maquiavelo,
Spinoza, Marx y Deleuze para insistir en que sólo la potencia común es punto de
partida de alegrías inmediatamente compartidas, desde la autonomía de las redes
afectivas, sociales y productivas. Afirma que lo esencial para transformar lo
propio en común es el amor que no cesa de abrirse a comunidades más vastas que
uno mismo y sus allegados.
¿Cuál es la importancia del concepto de multitud para
pensar las condiciones políticas del presente y cómo evalúa la pertinencia de
la noción ampliada de "multitud de los pobres", según su último libro
en colaboración con Michael Hardt, Común. Más allá de lo privado y lo
público ?
Cuando se habla de "multitud de los pobres"
la primera referencia tiene que ver con el
nacimiento del término "multitud". Es una distinción que se da en el
marco de la Revolución Inglesa, en medio de la discusión entre los revolucionarios
que se manifiestan en contra de la propiedad privada y los partidarios del
ejército republicano. Mientras que los primeros dicen ser una multitud que
representa a los pobres como aquellos que no tienen propiedad, del otro lado se
da la definición de pueblo para aquellos otros que tienen la propiedad como
fin. La revolución concluye evidentemente a favor de la República. Es decir, la
República de los que poseen la propiedad. Aquellos que no tienen la propiedad
se transforman en el proletariado que luego atraviesa el proceso de acumulación
primitiva para volverse la clase obrera. Desde este punto de vista, existe una
dimensión de pobreza en el hecho de ser un viviente sin propiedad.
¿En qué medida afecta al concepto de multitud la
transformación sufrida por el trabajo en las últimas décadas?
El concepto de multitud encuentra su genealogía en
este proceso histórico. Actualmente esto va acompañado de la disgregación de la
clase obrera que está ligada a la desintegración del trabajo. El trabajo, en la
medida en que se transforma en trabajo social, resulta un tipo de actividad que
se arranca de cierta espacialidad específica de los modos tradicionales de
producción. Es decir, de un lugar o una determinación local, e incluso de una
determinación temporal, entendidas como lugar de la jornada laboral. La medida
del trabajo estaba normalmente dada en relación con el espacio de trabajo y con
la jornada laboral, que contribuía, por un lado, a reproducir el capital y
hacerlo fructificar y, por otro, a reproducir al trabajador mismo. Hoy estas
medidas clásicas son trasvasadas tanto espacial como temporalmente. Desde este
punto de vista, la multitud deviene en una multitud de trabajadores precarios.
Pero existe otro aspecto en relación con esta precariedad que es la potencia
social y cooperativa del trabajo. La multitud se disgrega en singularidades que
son ante todo trabajo vivo: trabajo singular y capacidad de producción que se
presenta como cooperación virtual. El problema político pasa por llegar a
revelar cómo esta multitud virtual que contiene lo Común logra expresarse.
¿Se trata entonces de una dimensión potente de lo
precario?
Sí, hay una dimensión potente en lo precario. Se da
desde un punto de vista político en cuanto la multitud contiene la cooperación
virtual. Es importante para la cooperación el problema de la transición como
verdadero dilema político. En la Argentina, es un problema que ha sido tratado
en un sentido fuerte. Sobre todo cuando la transición en distintas latitudes no
ha sido problematizada seriamente, cuando aún se intenta hablar de la
transición sin considerar la fuerza del fascismo. La necesidad del sistema
capitalista es la de mantener de cualquier manera una continuidad. Es lo que ha
sucedido en Chile. Se trata de un problema filosófico de primer orden: entender
qué es la transición y cómo afecta la potencia social productiva. En España,
esta transición se está dando por primera vez desde la derrota de la República:
aparece hoy el movimiento de los "indignados" como reacción que
redescubre la vieja República y entrevé la posibilidad crítica de continuidades
potentes. El razonamiento sobre la potencia no es un razonamiento que pueda
referirse a un ser como Idea propio de una ontología abstracta. Constituye la
necesidad de una ontología concreta que se presenta siempre como histórica, de
plena naturaleza productiva y nunca vacía.
¿Por dónde pasa, entonces, la potencia de esa
"multitud de los los pobres"?
La multitud proletaria es libre, pero al mismo tiempo
se reúne porque la soledad es el verdadero problema. No es la pobreza el
déficit del ser, el verdadero déficit es la soledad. Hay necesidad de
superarlo, de recomponerlo. La pobreza tiene la enorme fuerza de ser trabajo
vivo. Se trata de un ser-ahí vivo y efectivo que se presenta como índice de
asociación, de cooperación, de construcción. De construcción de ser: porque el
ser puede ser construido y no preexiste como fondo. El ser no está siempre
detrás sino que en cada momento se encuentra "ahí", como existente en
el momento oportuno en el que se rompe la repetición monótona del tiempo. Se
trata de la composición de las afecciones que Marx recupera de Spinoza.
Después de la crisis argentina de 2001 aparece una
tensión creciente entre el Estado y los movimientos sociales, los espacios
sensibles ligados a los modos de hacer y de ser que reclamaron cierta
autonomía. ¿Cómo piensa esa relación? ¿En qué sentido puede ser pensada la
emancipación?
Cuando hablo de emancipación no lo hago en un sentido
iluminista ni en el modo de lo que creo que es su mistificación actual o su
sentido escatológico. Benjamin fue un pensador radical, pero ha sido utilizado
en un modo ambiguo. Toda esta "escatología" hebraica y paulina que
nos ha sido ofrecida y nos domina en el campo teórico como una tentativa para
definir la emancipación es sólo el preludio trascendente de una liberación
utópica. Es necesario recuperar la emancipación en un territorio material. Esto
abre a una serie de preguntas: ¿cómo hace el hombre endeudado para
emanciparse?, ¿cómo hace el hombre mediatizado para emanciparse?, ¿qué es la
emancipación de la representación política?, ¿qué quiere decir participación?,
¿qué quiere decir lucha de clases? Éstos son los grandes problemas de la
emancipación de nuestro tiempo. No existe emancipación como concepto derivado
de la hegemonía o simplemente como propuesta simbólica. La emancipación es práctica
política efectiva de resistencia y creación cooperativa.
¿Cómo percibe, entonces, el movimiento de las
singularidades y la continuidad del sistema de representación?
El problema es que la Constitución permaneció igual.
En el presente es imprescindible preguntarse: ¿qué significa modificar la
Constitución?, ¿qué quiere decir introducir, más allá de lo privado y lo
público, lo Común?, ¿qué quiere decir introducir la participación en el lugar
de la representación?, ¿qué significa la gestión común de las empresas, de los
bienes comunes, del saber, del trabajo? Éstas son las cosas concretas que
interesan. Son las cosas que a la multitud de los pobres y de los indignados -a
todos, en realidad- se le presentan como fundamentales, aunque a veces los
problemas sean tratados de manera caricaturesca. No se puede hablar de
singularidades si no se habla de los nuevos modos de constitución del saber en
relación con las tecnologías, con las finanzas, con las fuerzas de trabajo en
transformación. Esto vale tanto para Deleuze, para Virno, como para nosotros.
Hablamos de una producción de plusvalor que pasa a través de la innovación de
los procesos de lenguaje. Es lo que tenemos que problematizar y en torno de lo
cual deben construirse las estructuras políticas.
¿Qué relación encuentra entre el concepto más
contemporáneo de biopolítica y aquel clásico de fuerza de trabajo?
Fuerza de trabajo es un concepto que evidentemente
vive en el interior de la noción de capital. Al mismo tiempo, constituye un
problema político que atraviesa la vida. Su movimiento es, por un lado, el
capital variable y, por otro, el trabajo vivo. El mismo concepto de fuerza de
trabajo debe romperse internamente para devenir trabajo vivo independiente.
Este concepto de trabajo vivo independiente es fundamental porque removió toda
la temática obrera cuando tuvo lugar en Europa treinta o cuarenta años atrás.
Entonces, vale preguntarse qué es la independencia del trabajo vivo. Éste es el
problema que está en el corazón del pensamiento de Gilles Deleuze y de Paolo
Virno, y que después adquiere en sus obras forma filosófica. Desde ya que el
pensamiento de Giorgio Agamben aborda este tipo de problemas, aunque en
términos negativos. En lugar de trabajo vivo dice "absoluta pobreza",
en vez de fuerza de trabajo organizada dice "regla". De este modo
recorre la abstracción al máximo nivel, aunque el problema permanezca en su
lugar. En nuestro caso "liberar" no es más un problema místico o
escatológico, sino que se trata de un problema de reforma constitucional, un
problema de definición de los regímenes de propiedad, de tratamiento de los
regímenes monetarios, bancarios, financieros. La filosofía crítica
contemporánea tiene que abandonar la filosofía occidental en sus máximos
niveles de abstracción. La filosofía puede darse por muerta cuando pretende
pensar los problemas de las formas de resistencia y de libertad de manera
negativa y abstracta. Es necesario para la ética y la política volver a las
palabras que significan algo y que afectan a las prácticas en procesos
históricos de larga duración.
Hablábamos antes de emancipación. ¿Cómo percibe la
obra de Jacques Rancière?
Mantengo una óptima relación con el pensamiento de
Rancière tanto desde un punto de vista filosófico como desde un punto de vista
personal. Rancière es la persona más contradictoria del mundo, porque por un
lado alcanza una definición de la política para pensar el reparto de lo
sensible que simultáneamente supone un régimen de la police y un régimen
de la polis. Es exactamente lo que teorizo como poder constituyente y poder
constituido, que pueden pensarse en el lenguaje de la tradición como potentia
y potestas . También hace una historia que es extremadamente plena,
colmada de contenidos históricos determinados, que es la de los primeros
socialistas que construyeron una relación política intensa, como por ejemplo en
su libro La noche de los proletarios ; pero por otra parte parece, a mi
juicio, negar la historia cuando teoriza en forma abstracta modelos políticos
muy generales a partir de problemas sensibles. Cuando uno se encuentra con esta
pareja aparece como completamente contradictoria, sin embargo él la resuelve a
su modo en sus abordajes estéticos. Desde mi punto de vista, en la estética
conjuga estos problemas en una pareja completamente separada: por una parte,
exalta el momento de la política; por la otra, el momento de la genealogía o de
la historia deconstructiva. Pero a mi juicio no consigue disponer juntas una en
la otra. Digamos que La noche de los proletarios es la solución a su
problema teórico.
¿Cómo piensa en esta coyuntura global los problemas
que se le plantean a Europa y a América Latina?
Entre 2004 y 2005 escribí un libro titulado GlobAL.
Biopoder y luchas en una América Latina globalizada (junto con Giuseppe
Cocco), en el que planteaba una previsión, con ejemplos probablemente no del
todo adecuados pero bastante precisa, por el hecho de que percibía que América
Latina estaba saliendo de la dependencia. Estaba superando la dependencia y
entrando en el orden global. ¡No les cuento las cosas que me dijeron!
"Usted niega el imperialismo, quiere destruir a los movimientos
subversivos". Y yo les respondo: "El problema es reconocer que están
saliendo de la dependencia. Entonces, organícense para movilizar los
movimientos sociales adentro y en contra del Estado".
¿Movilizarlos adentro y en contra del Estado?
Sí, adentro y en contra. Siempre ése es el problema
de la libertad política de los movimientos sociales que aspiran a una
democracia radical. Pero hay que estar muy atentos, porque ésta es también la
regla de los oportunistas: "se disponen adentro para después hacer otra
cosa". Adentro y en contra no son dos movimientos sino uno solo y simultáneo.
Estuve en contacto con casi todos los países de América Latina y en los últimos
años se hace más evidente una transformación radical. Por ejemplo, en Chile era
inimaginable una revuelta como la iniciada el año pasado por los estudiantes y
que aún está muy presente en las líneas que abrió. Se trata de la lucidez de
chicas y chicos que tienen dieciocho años? Es de una madurez política
sorprendente. Hubo una transformación antropológica en América Latina en los
últimos diez o quince años que afectó el ejercicio político. La victoria de
Lula o el año 2001 argentino son datos fundamentales para evaluar una irrupción
transformadora. Y por otro lado, estaba toda una línea de la izquierda que
miraba a Chávez?
"Siempre fui muy realista respecto de los
procesos que considero importantes. Por ejemplo, Brasil comienza a reconocerse
no en la dependencia sino en la interdependencia global y en ese contexto está
resolviendo el enorme problema racial, que sin embargo existe aún. La favela
recién comienza a ser un lugar que no está fuera de la ciudad, fuera de la
polis. Comienza a haber un Welfare : una situación de asistencia
generalizada, una "escuela" que comienza a abrirse. Éstos son los
grandes problemas que América Latina está afrontando. Hay algunos compañeros
que dicen que el gran momento ya fue superado, que ahora estamos entrando en un
momento de estabilización, que la crisis mundial obra de tal modo que logra
poner palos en la rueda, bloquear la imaginación que es necesario aplicar en la
política. No siento que podamos esgrimir un juicio definitivo. Creo que América
Latina dio un gran paso y fue incluso maestra de trayectorias revolucionarias.
No es tanto el caso de los zapatistas que me lleva a pensar esto, sino el de
los movimientos sociales argentinos y brasileños. Se da en esta coyuntura la
novedad de la relación movimientos sociales-gobiernos, que se corresponde con
una situación general de una crisis del derecho. Hoy no es posible seguir con
un derecho que funcione de manera deductiva: ius publicum europaeum . Es
necesario inventar jurisprudencia a partir del poder constituyente de la
multitud.
El derecho parece funcionar sólo sobre cuestiones
particulares?
Sí, funciona sólo sobre cuestiones que tienen que ver
con elementos de contratación, de consenso, de conflicto. De modo que si
percibimos el hecho de que algunos movimientos sociales entran en la acción
gubernamental, esto no quiere decir que son los movimientos los que han vencido
sino que se trata de una necesidad de los gobiernos. Sobre este punto es necesario
estar muy atentos. Porque al exaltar un aspecto podemos descuidar la otra cara
del problema. De todos modos, ha habido sin duda un suceso muy importante en
América Latina que sería necesario hacerlo crecer. En cambio, en Europa la
situación es completamente diversa. Europa está completamente bloqueada, fijada
sobre una serie de rigideces físicas e intelectuales que vuelven extremadamente
difícil el despegue necesario en torno a la Unión Europea y al modo en el que
en ese contexto se retoma el desarrollo de la lucha de clases. El problema se
sintetiza en algunas preguntas: ¿cuáles son las condiciones de la lucha de
clases?, ¿cuáles son las condiciones por las cuales nos liberamos de estos
patrones? Lo insoportable se da cuando toman el dinero de tu trabajo y se lo
meten en el bolsillo, mientras vos te volvés un miserable. Nosotros tenemos que
hacer esta revolución, tenemos que hacerla un día, ¿no? Éste es el problema al
que hay que volcar la inteligencia; el resto son estupideces.
A pesar de esta pobreza europea y en particular
italiana, percibimos un momento muy prolífico del pensamiento italiano. Casi se
lo puede ver como más potente en América Latina que en Europa misma...
Hardt y Virno editaron, a mitad de los años 90, un
libro formidable con participaciones fundamentales: Radical Thought in
Italy: A Potential Politics (1996). Allí Virno escribió un capítulo
titulado "Do You Remember Counterrevolution?", donde bromeaba con el
hecho de que después de 1848 la revolución se hacía en Francia y el pensamiento
en Alemania. Dice en el texto que el pensamiento se hace en Francia y la
revolución en Italia. Me parece muy bonito, ¿no? Si ahora pudiéramos decir que
el pensamiento se hace en Italia y la revolución en América Latina habríamos
realizado el movimiento completo.