La reforma constitucional a la
educación impulsada desde Los Pinos y que ha sido votada por buena parte de los
congresos estatales parece confirmar la tendencia a sincronizar el sistema
educativo nacional con los designios de los organismos internacionales como la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE). En su afán por
mantener el reconocimiento de las grandes corporaciones y bancos
internacionales los políticos mexicanos se han empecinado en acabar con lo poco
que queda de un sistema de educación, que en sus orígenes se significó por
ampliar la cobertura a las mayorías con programas de estudios preocupados por
fortalecer la identidad nacional heredada de la revolución mexicana.
Parta algunos al reforma
constitucional es más una reforma laboral y administrativa que
propiamente educativa; sus objetivos manifiestos parecen apuntar a mejorar la
calidad de la educación pero en el fondo se trata de ajustarse a una nueva
correlación de fuerzas entre el ejecutivo federal y el SNTE regenteado Elba
Ester Gordillo. Los priístas no olvidan el apoyo de la maestra a Vicente Fox y
a Felipe Calderón, que para algunos fue determinante en los procesos
electorales de 2000 y 20006; pero tampoco olvidan que los sindicatos charros
son muy útiles para gobernar. No se trata entonces de acabar con el cacicazgo
sindical sino, como decía antes, reformular el pacto corporativo de acuerdo a
las nuevas circunstancias.
Pero más allá de lo que pueda
pasar en la relación entre Peña y Gordillo, los proyectos educativos impulsados
desde el poder están más preocupados por el fortalecimiento de la imagen del
mandón en turno que de actualizar los sistemas educativos para beneficio de las
mayorías. El caso de la Universidad Popular Autónoma de Veracruz (UPAV) no es
más que una raya mas para el tigre de la simulación con fines propagandísticos.
Fundada por decreto en la inauguración del sexenio, la UPAV tiene los años
contados, (cuatro para ser más exactos). Correrá la misma suerte de otros
proyectos sexenales como el Colegio de Veracruz, que hoy no es más que una
dependencia de la Secretaría de Educación de Veracruz, o la Universidad
Multicultural que empieza a desaparecer paulatinamente. Al igual que las
últimas dos, la UPAV tal vez no desaparezca en términos formales sino pase a
ser una institución en coma profundo, una anécdota más en la historia del poder
político en Veracruz.
Cuesta trabajo creer que una
institución con dos años de vida ofrezca decenas y decenas licenciaturas, más
de una docena de maestrías y hasta un doctorado; vamos la UPAV tiene más
oferta educativa y más sedes que la Universidad Veracruzana. Impartiendo clases
en telesecundarias, oficinas gubernamentales y donde se pueda –dentro y fuera
del estado, como en Oaxaca o Puebla- la UPAV simplemente atenta contra
cualquier lógica de mejoramiento de la calidad educativa (signifique esto
último lo que usted quiera).
Nadie puede objetar la necesidad de
abrir nuevas universidades, a menos que esto signifique recortarle presupuesto
a instituciones de educación superior con madurez probada, como la propia UV.
Pero una universidad que ni es popular, pues la mayoría de la población no pasa
de la primaria; ni autónoma, pues forma parte de la SEV; ni exclusiva de
Veracruz, con planteles en otros estados confirma que el estado no tiene una
estrategia definida para el campo educativo ni aspira a tenerla.
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