El próximo domingo 18 de septiembre arribará a nuestra ciudad la Caravana por la Paz, encabezada por Javier Sicilia, después de recorrer las principales ciudades del sur del país y celebrar la independencia en la comunidad chiapaneca de Acteal. La plaza Lerdo será el espacio en el que la caravana se encontrará con la sociedad xalapeña, después de arribar a la ciudad en Palo Verde, desde donde marchará hacia el centro.
La importancia del acto radica en su afán por visibilizar la problemática que vivimos y concientizar a la población de la necesidad de organizarse para participar activamente en la búsqueda de la paz. Asimismo, la caravana ha procurado construir una plataforma para estructurar redes de apoyo a las familias de las víctimas, evitando así el olvido y la impunidad. Mas allá de servir como espacio de expresión del dolor y la angustia de los afectados, la caravana apela a la sociedad en general para que sientan que no están solos y que su tragedia es una tragedia que nos afecta a todos.
El recorrido por el sur del país se encontrará con las comunidades zapatistas y con organizaciones encargadas de apoyar a los migrantes, dos grupos sociales que han sufrido en carne propia la agudización de la violencia sobre todo por su vulnerabilidad y su poca visibilidad en los espacios noticiosos nacionales. Las violaciones a los derechos humanos de los indígenas chiapanecos y los migrantes han conmovido al país entero, sirviendo de termómetro fiel de la dimensión del problema.
El liderazgo de Javier Sicilia ha enfrentado críticas de diversa índole: desde los que consideran que ataca de manera irresponsable la política se seguridad encabezada por el gobierno federal hasta los que lo descalifican por sus gestos para con el propio Calderón o con Beltrones, presidente del Senado.
En mi opinión, el acierto de la propuesta de la Caravana por la Paz radica en el objetivo de organizar a las familias de las víctimas para poder tender puentes con la sociedad civil organizada dispuesta a apoyarlas con asistencia legal, psicológica e incluso material. La tragedia de perder a un padre o una madre puede poner un peligro la posibilidad de sobreviviencia para toda la familia, sin mencionar el impacto emocional e incluso relacional pues para colmo, las familias de las víctimas tienen que enfrentar la suspicacia de amistades, compañeros de trabajo e incluso familiares. La ola de miedo nos hace reaccionar de extrañas maneras frente al dolor ajeno, creyendo que si volteamos la mirada lejos del problema la violencia no nos afectará.
Dadas las circunstancias, la indiferencia representa el peor síntoma de la crisis que enfrentamos. Todos sabemos que la única manera de vivir en paz y armonía se basa en la cooperación, en la compasión (sentir con el otro) porque el otro soy yo, sin el otro no existe la posibilidad de existir. La competencia inhumana por la riqueza y el poder está poniendo en peligro a la humanidad en su conjunto, no sólo porque estamos acabando con el planeta sino porque estamos olvidando lo esencial, lo que nos define como seres humanos. Si usted está de acuerdo conmigo, lo invito a que asista a las actividades programadas por la caravana para el próximo domingo. Creo que sería una buena manera de expresar la confianza y el amor por el prójimo pero sobre todo de la certeza en que la participación masiva de la sociedad civil representa un paso fundamental para salir del agujero en que nos encontramos.
La importancia del acto radica en su afán por visibilizar la problemática que vivimos y concientizar a la población de la necesidad de organizarse para participar activamente en la búsqueda de la paz. Asimismo, la caravana ha procurado construir una plataforma para estructurar redes de apoyo a las familias de las víctimas, evitando así el olvido y la impunidad. Mas allá de servir como espacio de expresión del dolor y la angustia de los afectados, la caravana apela a la sociedad en general para que sientan que no están solos y que su tragedia es una tragedia que nos afecta a todos.
El recorrido por el sur del país se encontrará con las comunidades zapatistas y con organizaciones encargadas de apoyar a los migrantes, dos grupos sociales que han sufrido en carne propia la agudización de la violencia sobre todo por su vulnerabilidad y su poca visibilidad en los espacios noticiosos nacionales. Las violaciones a los derechos humanos de los indígenas chiapanecos y los migrantes han conmovido al país entero, sirviendo de termómetro fiel de la dimensión del problema.
El liderazgo de Javier Sicilia ha enfrentado críticas de diversa índole: desde los que consideran que ataca de manera irresponsable la política se seguridad encabezada por el gobierno federal hasta los que lo descalifican por sus gestos para con el propio Calderón o con Beltrones, presidente del Senado.
En mi opinión, el acierto de la propuesta de la Caravana por la Paz radica en el objetivo de organizar a las familias de las víctimas para poder tender puentes con la sociedad civil organizada dispuesta a apoyarlas con asistencia legal, psicológica e incluso material. La tragedia de perder a un padre o una madre puede poner un peligro la posibilidad de sobreviviencia para toda la familia, sin mencionar el impacto emocional e incluso relacional pues para colmo, las familias de las víctimas tienen que enfrentar la suspicacia de amistades, compañeros de trabajo e incluso familiares. La ola de miedo nos hace reaccionar de extrañas maneras frente al dolor ajeno, creyendo que si volteamos la mirada lejos del problema la violencia no nos afectará.
Dadas las circunstancias, la indiferencia representa el peor síntoma de la crisis que enfrentamos. Todos sabemos que la única manera de vivir en paz y armonía se basa en la cooperación, en la compasión (sentir con el otro) porque el otro soy yo, sin el otro no existe la posibilidad de existir. La competencia inhumana por la riqueza y el poder está poniendo en peligro a la humanidad en su conjunto, no sólo porque estamos acabando con el planeta sino porque estamos olvidando lo esencial, lo que nos define como seres humanos. Si usted está de acuerdo conmigo, lo invito a que asista a las actividades programadas por la caravana para el próximo domingo. Creo que sería una buena manera de expresar la confianza y el amor por el prójimo pero sobre todo de la certeza en que la participación masiva de la sociedad civil representa un paso fundamental para salir del agujero en que nos encontramos.
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