jueves, 1 de octubre de 2020

La violencia endémica en México: La coerción como mecanismo transexenal.

 

Por: Jesús Medina Gutiérrez

La violencia institucional ha sido históricamente utilizada como un mecanismo de control social transexenal, puesto que se desarrolla de forma constante y continua independientemente de los colores del partido en el poder.
    En ese sentido, podemos observar la relevancia de lo que Gramsci (1968) denomina el componente coercitivo al interior de la superestructura del sistema, componente que descansa en la sociedad política, es decir, el entramado institucional-gubernamental de la superestructura. La coerción es el mecanismo por el cual el sistema y la clase que representa controlan a las clases subalternas, no obstante, este componente no puede ser el único, ni siquiera el principal, puesto que la mejor forma del mantenimiento del proyecto de clase se da por medio de la sociedad civil, constructo de relaciones sociales que, de forma aparentemente independiente, construyen el sentido común[1] por medio del cual el sistema legitima su dominación por medio de la hegemonía.
    Esta relación entre coerción y consenso es parte central del análisis de correlación de fuerzas en determinado bloque histórico[2], por lo que se vuelve imperante para dar cuenta de los procesos políticos.
    En ese sentido, a fin de dar cuenta del entorno político actual, es menester entender el proceso histórico que nos lleva hasta el momento actual, por lo que revisaremos comparativamente las cifras en torno a la violencia en tres momentos: La guerra sucia de los 70, la mal llamada “guerra contra el narcotráfico” del periodo de Calderón y el sexenio de la impunidad de Enrique Peña Nieto.

Cifras
Inmersa en la Doctrina de Seguridad Nacional y el Plan Cóndor implementados en Latinoamérica, la guerra sucia en México implicó la represión brutal a los movimientos sociales de la época, tanto pacíficos y civiles como clandestinos, así como a las bases populares y comunidades que los apoyaban. Esta estrategia contrainsurgente se dio como respuesta al surgimiento y ampliación de dichos movimientos, ya fueran de carácter legal, como los de los obreros y los estudiantiles, que venían emergiendo desde los años 50, o de carácter “ilegal”, como las guerrillas rurales y urbanas que se gestaron desde los años 60. El movimiento contrainsurgente dejó, según cifras de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Víctimas de Violaciones a Derechos Humanos de México (AFADEM-FEDEFAM), mil 350 personas víctimas de desaparición en el país, mientras que el Centro de Investigaciones Históricas del Movimiento Armado (CIHMA) contabilizó 3 mil muertos entre 1965 y 1975 (Díaz, 2015). Así mismo, según el Informe de la Comisión de la Verdad del Estado de Guerrero (2014), tan sólo en dicho estado se registraron 19 casos de ejecuciones sumarias, 239 personas víctimas de desaparición forzada y 209 víctimas de desaparición forzada transitoria.
    La mal llamada guerra contra el narcotráfico es la muestra contemporánea del mismo proceso de control social (pese a las obvias diferencias de la naturaleza del proceso), y ofreció al gobierno de Felipe Calderón la oportunidad de militarizar el territorio y ampliar el control social, enmascarando la violencia cotidiana del Estado contra los sectores movilizados y la población en general. Bajo el argumento del combate al enemigo interno se hacen pasar los asesinatos de ciudadanos o luchadores sociales como daño colateral o resultado de un vínculo de los asesinados con sectores del narcotráfico (Illiades y Santiago, 2014).
    La guerra contra el narcotráfico generalizó la violencia, alcanzando cifras alarmantes. En el sexenio de Felipe Calderón se contabilizaron 121 mil 613 homicidios, cifras que fueron en aumento desde 2007 y alcanzaron un pico en 2011, con 27 mil 213 homicidios, según INEGI (26 de julio 2017).
    Este entorno no sólo continúa durante el mandato de EPN, sino que crece exponencialmente. En la primera mitad de su sexenio se registraron 87 mil 788 homicidios, con pico en 2016 con 23 mil 953 muertes (INEGI, 26 de julio 2017).
    Pese a que en este entorno la violencia se generalizó, es decir, impactó a grueso de la población, debemos abordar los actores que se vieron particularmente afectados, teniendo en cuenta el carácter político de estos fenómenos de violencia.
    Al respecto, durante el sexenio de Felipe Calderón se contabilizaron 999 detenciones arbitrarias por motivos políticos,67 ejecuciones extrajudiciales y 55 desapariciones forzadas (Comité Cerezo, 2013; 2014). Cifras que, aun siendo muy altas, quedan opacadas ante las que se obtienen para el sexenio de EPN: 2,968 detenciones arbitrarias, 184 ejecuciones y 110 desapariciones forzadas. (Comité Cerezo, 2018).

¿Hacia dónde va la violencia como mecanismo de control?
Como podemos ver, la violencia ha sido una constante histórica para el control social y todo parece apuntar que sus formas y dinámicas se han visto perfeccionadas y ampliadas.               Pasamos del control de poblaciones específicas, particularmente en Guerrero y Oaxaca y el uso de la tortura para desarticular a las guerrillas, a la violencia general orquestada ya no solo por actores gubernamentales (ejército y policía) sino por paramilitares y grupos de narcotraficantes que enmascaran la estrategia como fenómenos resultado de vacíos de poder.
    Si bien en el sexenio actual no se han documentado casos como Iguala (26 de septiembre de 2014), Tlatlaya (30 de junio de 2014), Villa Purificación (1 de mayo de 2015), Tanhuato ( 22 de mayo de 2015), , Apatzingán ( 6 de enero de 2015), Cuitzeo (30 de julio de 2016), Nochixtlán (19 de junio de 2016) y Arantepacua (5 de abril de 2017)[3], es menester analizar igualmente sus cifras para poder ahondar en las siguientes preguntas ¿existe un cambio significativo en la dinámica de control social?, ¿qué implicaciones tiene la revitalización del factor de consenso articulado actualmente, ¿cuál es el estatus en cuanto a la represión dirigida a actores específicos y organizaciones sociales? Preguntas que nos proporcionarán claves para entender el contexto actual y el estatus de la relación consenso-coerción.
                                                              

Referencias:

Comité Cerezo. (2013). Defender los derechos humanos en México: el costo de la dignidad junio de 2012 a mayo de 2013. México: Rosa Luxemburgo Stiftung. Recuperado de https://www.comitecerezo.org/spip.php?article1541

_____ (2014). La defensa de los derechos humanos en México: una lucha contra la impunidad junio de 2013 a mayo de 2014. México: Rosa Luxemburgo Stiftung. Recuperado de https://www.comitecerezo.org/spip.php?article1851

_____ (2018) El Sexenio de la Impunidad junio de 2017 a mayo de 2018. México: Rosa Luxemburgo Stifftung. Recuperado de: https://www.comitecerezo.org/spip.php?article3322

Comisión de la Verdad del Estado de Guerrero. (2014). Informe final de actividades. Recuperado de http://congresogro.gob.mx/files/InformeFinalCOMVERDAD.pdf

Díaz, A. (2015). Prácticas de conmemoración de la Guerra Sucia en México. Athenea digital, 4(15), 197-221. Recuperado de http://www.raco.cat/index.php/Athenea/article/viewFile/303290/392940

Gramsci, A. (1968). Notas sobre Maquiavelo, sobre política y sobre el Estado Moderno. Argentina: Editorial Lautaro.

_____ (1971). El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce. Buenos Aires, Argentina: Nueva visión.

Illiades, C. y Santiago, T. (2014). Estado de guerra. De la guerra sucia a la narcoguerra. México: Era.

Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). (26 de julio 2017). Datos preliminares revelan que en 2016 se registraron 23 mil 953 homicidios. Comunicado de prensa N° 298/17. Recuperado de http://www.inegi.org.mx/saladeprensa/boletines/2017/homicidios/homicidios2017_07.pdf



[1] “…concepción (incluso en cada cerebro) disgregada, incoherente, incongruente, conforme a la posición social y cultural de las multitudes, cuya filosofía es.” (Gramsci, 1971, pp. 125-126), 

[2] Situación histórica que refleja la unión dialéctica entre naturaleza y espíritu que permite la dominación de las clases hegemónicas sobre las subalternas y que se ve trastocada en un periodo de crisis orgánica. (Gramsci, 1968).

[3] Estos casos de desaparición forzada, represión o ejecución extrajudicial serán tratados en un siguiente trabajo.


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