En medio del caos y la manipulación
de la información en el estado de Veracruz, no sorprende que la
presidenta de la Mesa Directiva del congreso del estado, María Elisa
Manterola, haya confirmado que se recibió un escrito donde
supuestamente el otrora dirigente de la cleptocracia veracruzana,
Javier Duarte, manifieste su intención de regresar para terminar su
infame sexenio. Lo que sorprende es que la diputada Manterola lo
crea, o al menos de que se haya tomado el trabajo de informarlo a los
medios, y que además declare que no existe impedimento legal para
semejante ocurrencia. Lo que en todo caso aparece como una realidad
evidente es que la política en Veracruz seguirá los caminos de la
impunidad, la corrupción y el cinismo que para muchos fue la marca
de la casa.
Y digo fue porque por ahora hay muchos
que por ignorancia o conveniencia tienen la esperanza o la certeza
(dependiendo de si formarán parte del gabinete o no) de que vienen
nuevos tiempos para los veracruzanos. Que los tiempos aciagos de la
simulación y el robo sistemático modernizados por Miguel Alemán
Velasco, Fidel Herrera y su heredero, Javier Duarte, han quedado
atrás; que con la participación de la ciudadanía se abrirán
nuevas perspectivas para los habitantes del estado. Sin embargo los
hechos parecen confirmar lo contrario: la continuidad será la marca
del nuevo gobierno.
Véase por ejemplo el tema de la
conformación del congreso y las claras muestras de simpatía entre
diputados del PRI y el PAN para repartirse el pastel. El que
reconocidos duartistas presidan comisiones o se pongan de acuerdo con
otros partidos para conformar bancadas artificiales pero susceptibles
de recibir recursos y ejercer el chantaje político, es sólo un
botón de muestra. Lo que se pretende en el fondo es el control del
congreso por parte del ejecutivo a pesar de su relativa diversidad. Y
para ello sería necesario formar un bloque que presentara un frente
común contra la bancada incómoda de Morena, vista como una amenaza
a los designios de los ‘ganadores’, negando el sentido del voto
que castigó al PRI en las pasadas elecciones. Aquí lo que importa
es la voluntad de los dueños del dinero y no de los votantes. ¿Dónde
se ha visto eso?
En el tema económico, por lo poco que
se ha dejado entrever -a pesar de planes de gobierno elaborados por
un reducido comité de especialistas pero, eso si, con la amplia
participación de la ciudadanía como los propios especialistas se
empeñan en divulgar- las cosas tampoco parecen apuntar a un cambio
profundo en las tendencias actuales. El modelo extractivista está
más vivo que nunca lo que asegura la continuidad de la minería a
cielo abierto, las hidroeléctricas en construcción, la agricultura
extensiva y la profundización de la industria turística que ahora
contará con el apoyo de uno de sus principales representantes, el
propio gobernador electo Miguel A. Yunes. Por encima de todo, el
proyecto económico está sometido a la idea de que lo más
importante es atraer la inversión extranjera y por ende someterse a
sus intereses, aunque sean contrarios a los de la mayoría de la
población.
El tema de seguridad o de inseguridad,
como sea que se le llame, dada la vocación autoritaria y policiaca
del futuro gobernador se profundizará. Al mando único, la impunidad
de fuerzas armadas y policías, la desaparición forzada, las
ejecuciones extrajudiciales, los feminicidios, se sumará la
indolencia del poder judicial en su conjunto para frenarlas; la
negación sistemática por parte de la autoridad de que ese tipo de
crímenes existan en Veracruz o de que incluso se amenace y persiga a
personas que buscan a sus familiares seguirá siendo moneda
corriente. Ojalá que los hechos futuros lo desmientan pero hasta el
momento no hay señales claras de que eso pueda suceder.
En lo referente a la quiebra de las
finanzas públicas del estado las señales han sido tímidas y sobre
todo encaminadas a subrayar el sentido justiciero (por ejemplo,
dejando correr la especie de la supuesta confiscación de bienes de
la familia Duarte para venderlas y recuperar dinero) muy útil para
ocultar el hecho de que el quebranto financiero viene desde los
gobiernos de Alemán y Herrera y que se hizo más visible por la
falta de pagos de servidores públicos al final del gobierno de
Duarte. Pero sobre todo, que la crisis financiera será la constante
en la próxima década, cuando menos. La capacidad del gobierno para
impulsar el crecimiento económico está seriamente dañada y, a
falta de milagros, lo pondrá de rodillas frente a la federación y
las corporaciones internacionales, obligándolo a contratar mas deuda
y someterse a los designios de los grandes inversionistas y del
presidente en turno.
Si se acepta la idea de que el
retroceso político, económico y financiero del estado tuvo como
objetivo mantener inalterable el control del estado por la oligarquía
veracruzana, a pesar de la llegada de la
globalización/neoliberalismo, entonces no que queda mas que aceptar
que la continuidad será la esencia del gobierno panista. Porque ésa
es la clave para comprender la dinámica por venir: cambiar (de
colores cuando menos) para que todo permanezca igual: gatopardismo a
la veracruzana.
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