Hace 35 meses que Mexicana de Aviación dejó de operar. El 28 de agosto de 2010 la aerolínea se declaró formalmente en quiebra e ingresó a un sinuoso –o siniestro– ciclo de concurso mercantil. Envuelta en una humareda de especulaciones, piadosas exculpaciones y falsarias explicaciones, Mexicana de Aviación, conocida en los años 70 como “la aerolínea milagrosa” por sus extraordinarios resultados y réditos, fue víctima de una histérica descapitalización urdida por un impresentable grupo empresarial, con la venia de la administración federal en turno. Pese a los esfuerzos por resguardar la plataforma de bienes e infraestructural de la aerolínea (slots, flota aérea, rutas), las empresas aeronáuticas carroñeras (Interjet, Volaris, Aeroméxico) terminaron por apropiarse casi gratuitamente de la base patrimonial de la primera compañía de aviación en América Latina. Más aún, en la “hipótesis” de solución del actual gobierno federal, y tras sabotear toda tentativa para rescatar a Mexicana, se ha propuesto la venta del último remanente de la aerolínea: la base de mantenimiento. De acuerdo con este remedo clownesco de “hipótesis”, el retiro de esta base (MRO por sus siglas en inglés) del concurso mercantil, y la consiguiente venta de la misma, abriría el camino para el pago de liquidaciones (que según estimaciones alcanzan conjuntamente la cifra de 200 millones de dólares). Aunque el propósito declarado refiere a “una suerte de reparación del daño”, el designio latente nada tiene que ver con esta seudo divisa correctiva. El fin es uno sólo, acaso el mismo de siempre: extinguir definitivamente a la aerolínea. En esta trama no existe un ápice de “error” o “inacción de la autoridad”, como versa la explicación oficialista. La quiebra de la más grande aerolínea nacional, la segunda más antigua a escala continental, es resultado de los “aciertos” y la “acción premeditada” de la autoridad para beneficiar a un puñado de buitres empresariales.
A modo de conmemoración de un atraco a la economía nacional, específicamente a la industria aeronáutica, y como advertencia de lo que se avecina con un sector energético en vías de privatización, sírvase la reproducción íntegra de una investigación que puso en evidencia la trama conspirativa detrás de la bancarrota-destrucción de Mexicana de Aviación.
Mexicana de Aviación: el extraño caso de un harakiri
A 18 meses del cese de operaciones de Mexicana, la tercer aerolínea más antigua de todo el mundo aún se debate entre la extinción definitiva o el rescate en condiciones adversas. Como ocurre generalmente con los casos de gran resonancia nacional, la prensa ha tratado este asunto con su habitual parcialidad, desviando la atención de los pormenores cruciales, y concentrándose en el leviatán predilecto del México pos-salinista: los sindicatos. Más de una vez se ha responsabilizado al sindicato por el quiebre de la aerolínea. Y simultáneamente se ha omitido cualquier dato que urgiera a conclusiones distintas. Por ejemplo, que la súbita suspensión de operaciones pudiera responder a una suerte de maquinación gubernamental para beneficiar a las empresas competidoras, a saber: Aeroméxico, Volaris, Interjet, quienes a partir de agosto de 2010 se apoderaron de los slots aeroportuarios y rutas que otrora cubría Mexicana. Frente al posible rescate de la única aerolínea doméstica de talla internacional, los propietarios de las aerolíneas “usurpadoras” risiblemente acusan falta de criterio empresarial en el salvamento de Mexicana.
Véase la siguiente secuencia que apunta en la dirección de un complot.
2005. El gobierno de Vicente Fox desnacionaliza Mexicana, y traspasa la aerolínea a precio de tianguis –165 millones de dólares– a Grupo Posadas, cuyo decano era Gastón Azcárraga, primo de Emilio Azcárraga Jean. En lo que parece un record guinness en la ruina financiera de una empresa, la conducción de Grupo Posadas supuso una suerte de harakiri empresarial, al acumular una deuda de 900 millones de dólares (repartida entre mil 300 acreedores) en un margen de cinco años. (¿Cómo se explica que una empresa altamente rentable, con 90 años de antigüedad, ¡libre de pasivos antes de la desnacionalización!, con una flota moderna –en 2004, antes de malbaratarla, adquiere aeronaves Airbus A318–, con personal aeronáutico hipercalificado, se hundiera en un plazo insólito de cinco años?).
2006. Un año después, Fox inaugura Volaris en la ciudad de Toluca. Entre los socios fundadores de la empresa destacan: Grupo Televisa de Emilio Azcárraga (¡sí! el primo de Gastón Azcárraga), Inbursa (del multimillonario Carlos Slim), TACA (aerolínea salvadoreña) y Discovery Capital Management (fondo de capital privado con sede en Connecticut). Con la suspensión de Mexicana, Volaris incrementa su boletaje en un 30%.
2007. Inmediatamente después de una renovación de la flota, Aeroméxico pasa por un nebuloso proceso de desincorporación estatal. Este año, el gobierno de Felipe Calderón vende el 90% de las acciones de la aerolínea a Grupo Financiero Banamex, subsidiaria de Citibank, en cuya junta administrativa aparece otra vez el entusiasta multipropietario: ¡sí! Emilio Azcárraga. Las rutas que abandona Mexicana, ahora las acapara Aeroméxico.
2008. El adeudo más fuerte de Mexicana corresponde al crédito que le otorga Banorte este año, justo cuando comienza el capítulo más álgido de la crisis financiera. La aerolínea contrae un crédito suicida por mil 525 millones de pesos, en una coyuntura de conmoción económica.
2009. Para sortear el impacto de la emergencia sanitaria AH1N1, Bancomext facilita otro crédito suicida a la aerolínea por mil millones de pesos. En este mismo año se ventila, aunque muy discretamente, un caso de fraude al interior de la dirección de finanzas, que inexplicablemente los dueños de Mexicana convienen callar.
2010. Ante el estrepitoso desplome, Grupo Posadas vende sus acciones a Tenedora K, empresa fantasma, en ¡mil pesos mexicanos! (y en pagos diferidos). Los trabajadores denuncian el fraude (e increpan a Felipe Calderón por alargar deliberadamente el desenlace de Mexicana “para quitarle responsabilidad a Azcárraga y las consecuencias penales de sus actos”).
2011. Med Atlántica se compromete a recapitalizar la empresa. La Secretaría de Comunicaciones y Transportes, en su presunta condición de árbitro (¡vendido!), introduce requisitos discrecionales e impide el salvamento de la aerolínea.
2012. A 18 meses del cese de operaciones de Mexicana, las otras aerolíneas de operación doméstica (Volaris, Aeroméxico e Interjet) aumentan astronómicamente sus ganancias, gracias a la ruina de la primera compañía de aviación nacional y a un aumento inadmisible del 40% en los precios del boletaje.
“¡Mis antenitas de vinil están detectando la presencia del enemigo!”
“¡Mis antenitas de vinil están detectando la presencia del enemigo!”