Después de
haberla defendido a capa y espada, el gobierno federal ha decidido acabar con
la prueba Enlace. Promovida por grupos empresariales para intervenir y
controlar los procesos educativos, enfrentó críticas sistemáticas y escándalos
que acabaron por convertirla en un lastre para el grupo en el poder, por lo que
sin pena ni gloria desaparece un intento por privatizar la educación, a partir
de evaluaciones que servirían para diagnosticar los problemas de la educación
en México, pero su espíritu sobrevive.
Se le criticó
porque intentaba establecer
comparaciones partiendo de la idea de que México es un país homogéneo y que los
mismos programas deberían dar los mismos resultados, ya fuera el campo o en la
ciudad, en zonas marginadas que en zonas de altos niveles de consumo. Pero
además, la prueba estaba estructurada a partir de respuestas de opción
múltiple, cuando está demostrado que este tipo de exámenes sólo miden una parte
del proceso de conocimiento y no siempre con resultados consistentes y exactos.
Por si fuera poco, incluso se le intentó utilizar para evaluar, no el
conocimiento de los estudiantes, sino las capacidades de los docentes, poniendo
todo el peso de la educación en ellos, a pesar de que, como es bien sabido, el
rendimiento escolar es un proceso complejo, determinado por varios factores
entre los que se encuentra la labor del maestro pero también las condiciones de
vida de los estudiantes, si contaba con el apoyo de los padres, buena
alimentación, salud y una vivienda digna. Como docente por varias décadas puedo
afirmar sin ambages que las personas no se les enseña sino que más bien
aprenden, adquieren conocimiento en la medida en que cuenten con condiciones
mínimas y sobre todo, consideren útil para sus vidas cotidianas, lo que se
discute y analiza en el aula.
Por su parte los
escándalos giraron alrededor de la proverbial corrupción de la burocracia de la
Secretaria de Educación Pública, la cual obtuvo buenas cantidades de dinero
poniendo en venta los exámenes antes de aplicarlos. Al mismo tiempo, buena
parte de los maestros, en el entendido de que los resultados de sus alumnos
podrían beneficiarle en sus ingresos, se dedicaban exclusivamente a repasar los
temas que serían incluidos en la prueba, empobreciendo la calidad de la
enseñanza., que era lo que supuestamente intentaba mejorar la prueba. Pero
además, quedó demostrado que el proyecto de evaluación educativa fue impuesto
desde Fundación Televisa, con la asociación civil Mexicanos Primero como
fachada, y con el beneplácito de Elba Esther Gordillo y la mafia sindical que
encabezaba, a cambio impunidad y ganancias electorales. En realidad fue un
proyecto político que el panismo, desde Los Pinos, concedió para que la derecha
a la que representaba, interviniera cada vez más en el control de programas de
estudio y claro, en la posibilidad de desahuciar paulatinamente a la educación
pública y a los maestros que la hacen posible.
¿Qué dirán ahora
los que defendieron la prueba Enlace a capa y espada? Los que hasta hace poco
insistían en que es necesario evaluar como sea para mejorar la educación. Al
respecto la Unión de Nacional de Padres de Familia, acérrima enemiga de la
educación pública lamenta la decisión de la SEP, afirmando como disco rayado
que la evaluación es la única manera por la cual los padres conocerán los
avances de sus hijos en la adquisición de conocimientos. Pero para no dejar
dudas, insisten en que además la prueba proporciona elementos para medir el
desempeño de las escuelas a lo largo del país, aferrados a la idea de un México
homogéneo, en el que las diferencias culturales no van más allá de los
platillos típicos o la música vernácula.
El fin de la
Prueba Enlace demuestra entonces que el gobierno federal da por cancelado el
proyecto pero no por ello dejará de intentar debilitar al gremio magisterial en
beneficio de los mismos grupos que gritaron a diestra y siniestra los
beneficios de la evaluación educativa, sólo que ahora será el Instituto
Nacional para la Evaluación Educativa (INEE) el que dará la cara. En todo caso
no se les preguntará a los maestros que sugieren al respecto, como si fueran
simples instrumentos del proceso
educativos y no uno de sus principales actores. El espíritu de la privatización
educativa sigue en pie, sobre todo la obsesión por la ‘calidad’ educativa,
aunque procurarán reconfigurarlo con la verborrea y demagogia habitual en estos
casos. No es la calidad de la educación lo que está en juego aquí sino el
fortalecimiento de las alianzas entre los dueños del dinero -nacionales y
extranjeros- y los que ahora despachan en el gobierno federal para mantener el
proyecto neoliberal promovido por la OCDE y el Banco Mundial con vida. Veremos
que tienen que decir los maestros y la ciudadanía al respecto.
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