Las reacciones de la opinión pública
con motivo de la detención de Elba Esther Gordillo pueden fácilmente
clasificarse en dos grupos: las optimistas y las escépticas. Para los
representantes de las primeras, finalmente ha llegado la justicia al magisterio
y la educación en México va a despegar, olvidando que la hoy acusada de lavado
de dinero llegó al poder sindical en una maniobra similar, más de veinte años
atrás, sólo que ahora ella es la víctima. Para los escépticos, las cosas no van
a cambiar nada y la corrupción e impunidad seguirán siendo la moneda corriente
en la vida sindical, pasando por alto el significado político de la acción
punitiva y su impacto en los trabajadores de la educación.
La maniobra política-gangsteril de dar
un golpe de mano para mejorar la imagen del gobernante en turno, en realidad no
es otra cosa que una muestra de debilidad. El general Cárdenas la utilizó para
sacarse a Calles de encima y empezar a gobernar sin interferencias; fue el
inicio del presidencialismo mexicano, ni más ni menos. En su momento, Carlos
Salinas echó mano del recurso para cerrar filas en un partido que no confiaba
mucho en él y, sobre todo, para debilitar la movilización popular provocada por
el fraude electoral.
En el fondo estaba la debilidad de un
presidente que, por medio de maniobras espectaculares con alto impacto
mediático, quería imponerse a la clase política que encabeza y mejorar su
imagen entre la población. La pregunta queda en el aire: ¿Qué tan efectiva será
la detención de la Gordillo para tales fines políticos? Porque de una cosa
podemos estar seguros: ni va a mejorar la educación, ni la corrupción va a
desaparecer del sindicato como afirman los optimistas. Pero tampoco puede
pensarse que el reacomodo entre la burocracia sindical y partidista no va a
tener consecuencias, sobre todo para los maestros.
El levantón de la maestra –digo
levantón porque la detención está lejos de guiarse por el sentido de la
justicia; si ése fuera el principio inspirador las cárceles no se darían abasto
para alojar a miles y miles de funcionarios y líderes sindicales que utilizan
el dinero público o el de sus agremiados para beneficio personal- entonces, no
es más que una acción motivada por la reconfiguración de la clase política
nacional para fortalecer al presidente y su grupo cercano Pero, al mismo
tiempo, es una muestra del espíritu autoritario y revanchista que forma parte
del estilo personal de gobernar de Peña. Su destinatario natural son los
propios priístas y la población en general. Coopelas o cuello, parece decirles Peña a sus colegas… y a sus
gobernados.
Al mismo tiempo, el levantón le
permite al copete ensillado quedar bien con la derecha aglutinada alrededor de
Claudio X. González, promotor de la calidad de la enseñanza con fines privados,
of course; con las transnacionales de la educación, que se frotan las
manos con la posibilidad de promover sus intereses en el ramo; y con todos los
ciudadanos que creen que la educación en México, una vez desaparecida su
principal líder sindical, llegará a la tierra prometida: la calidad en la
enseñanza básica. No se trata entonces de un reacomodo de ideas o principios
sino de lealtades, que apuntalen un gobierno que no las tiene todas consigo y
que enfrenta una grave crisis estructural. Si no se puede mejorar la calidad de
vida de las mayorías, o mejor dicho, no se pretende hacerlo, será necesario
contar con alianzas dentro y fuera del país, que le cubran la espalda al
gobernante frente a lo que viene: mayor pobreza para el 99% aderezada con la
necesaria impunidad de los dueños del dinero y sus empleados para que todo siga
igual.
Los tiempos que vivimos no son los del
cardenismo o los del salinismo, por lo que resulta difícil pensar en que la
vieja receta surtirá el efecto deseado. La sociedad mexicana ha visto
demasiadas simulaciones como para tragarse la píldora sin chistar. Pero ¿Qué
van a hacer los maestros? Son ellos los que pueden cambiar el significado de
esta coyuntura. Las consecuencias del levantón para los maestros no son nada
halagüeñas, tomando en cuenta el espíritu de la reciente reforma constitucional
en materia educativa. ¿Surgirá una corriente que procure incrementar la
autonomía y la democracia sindical? ¿Lograrán impedir el nombramiento de otro
líder corrupto y servil al poder?
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