Estamos comenzando a mirar lo que el padre libertador
imaginaba: una gran región donde debe reinar la justicia,
la igualdad y la libertad.
Marzo 2006, durante la inaguración de la central
hidroeléctrica Caruachi, Edo. Bolívar, Venezuela.
La muerte del
presidente electo de Venezuela, Hugo Chávez, obliga a una reflexión sobre la
historia de Latinoamérica a partir del legado de Simón Bolívar pero también de
la revolución cubana y de las luchas por la autodeterminación de los pueblos. La
relación ideológica que parte de los procesos de independencia a sur del río
Bravo, pasa por la gesta de Martí y luego la de Fidel Castro para desembocar en
pleno siglo XXI en la revolución bolivariana. Los esfuerzos de los países de la
región por conformar una alianza que les permita navegar con cierta gracia por
las embravecidas aguas de la coyuntura internacional forman parte del sueño
bolivariano.
Si bien las
distancias entre el siglo XIX y el actual son enormes, en ambas épocas se
planteó claramente la idea de que los países latinoamericanos estrecharan
relaciones para evitar así el dominio de los imperios, hoy convertidos en
voraces corporaciones internacionales. En la mente de Bolívar no estaba
solamente la viabilidad económica sino también la cultural, base de la riqueza
y particularidad de la región. Hoy, a casi dos siglos de la gesta del
libertador, las cosas no han cambiado mucho, más bien han empeorado, por lo que
su proyecto cobra una dimensión mayor.
A la muerte de
Bolívar, la antorcha del latinoamericanismo fue sostenido por José Martí, ese
gigante que en su infinito amor por Nuestra América, como llamaba a nuestros
países, logró mantener viva la llama; su trágica muerte dejó la simiente de la
revolución cubana. La enorme influencia de este proceso en toda la región
articuló la resistencia a las ambiciones yanquis de dominación y, contra todo
pronóstico, se mantuvo vigente. Cuba estuvo presente en los últimos cincuenta
años y su pueblo ofreció una lección de valor y autonomía que fructificó
allende las fronteras de Latinoamérica. Su crítica al imperialismo y su modelo
socioeconómico es y debe ser criticado, pero sus logros no pueden medirse sólo
por su éxito o fracaso en términos de desarrollo económico. Su gran aportación
al sueño bolivariano fue haberlo mantenido vivo, vigente, siendo solidario con
todos los movimientos populares que se fundaron en la certeza de que la
libertad no puede vivir sin la igualdad; que los destinos de un pueblo no
pueden ser diseñados en una oficina de algún país del primer mundo.
La prueba de lo
anterior fue precisamente la revolución bolivariana en Venezuela, que inspirada
en tales ideales, ofreció al mundo la prueba de que el modelo cubano seguía
dando frutos. Pero además, el aporte venezolano a este proceso fue enorme pues
logró llegar al poder por la urnas y no por la guerrilla foquista; manteniendo
relaciones comerciales con EEUU y con el mundo, evitando así el infame bloqueo
que no pudo poner de rodilla al pueblo cubano. Y si bien en un principio
intentó un golpe de estado, el fracaso demostró y exigió otra forma de llegar
al poder, más acorde con los tiempos.
El socialismo
venezolano fue entonces un avance en la resistencia al imperialismo pues anuló
la posibilidad de una invasión yanqui con el pretexto de salvaguardar la
democracia. El pueblo venezolano dio una gran lección de madurez política al
mundo, manteniendo las formas y al mismo tiempo, abriendo la puerta a un
proceso social que aun no termina. En medio de todo eso, la figura de Hugo Chávez
se levanta y se impone. Sin negar que los procesos históricos son producto de
todos, el liderazgo, la voluntad y la confianza de Chávez en el sueño de
Bolívar lo pone la altura de sus antecesores
en la búsqueda de un mundo más justo.
Proveniente del
pueblo llano, Chávez nunca renegó de su origen; lo utilizó para enfrentar una y
otra vez los ataques y descalificaciones de la burguesía local y sus patrones.
Y si bien podemos compartir o no su estilo y sus desplantes, su alegría y su
empuje, los resultados están a la vista de todos: Venezuela es hoy un país más
justo y su pueblo goza de un nivel de vida que muchos pensaron imposible. Pero
además ha mantenido viva la llama del viejo proyecto del libertador de América.
Les ha dado a los pueblos de Latinoamérica la esperanza en el futuro y al sueño
bolivariano lo ha actualizado y vuelto realidad en nuestros días. Por eso exclamo
sin rubor: ¡Hasta siempre comandante Hugo Chávez!
No hay comentarios:
Publicar un comentario