domingo, 29 de abril de 2012
Democracia: Turbio fondeadero
sábado, 28 de abril de 2012
Empresarios Incómodos II
Walmart, catalogada por la revista Fortune (publicación dedicada a la glorificación del capital y sus representantes) como la mayor empresa del mundo. Una empresa "modelo", que basa todo su éxito en la aplicación de tres sencillos principios: pagar poco a sus trabajadores (los salarios que pagan a sus "asociados" - nótese el elaborado eufemismo utilizado por la empresa para definir al esclavo moderno - son ridículos); pagar aún menos a sus proveedores (importando mercancía a insultantes precios desde China, India y Centroamérica), y minimizar sus costos de instalación y operación mediante la ayuda de gobiernos solícitos.
Este último punto se hace evidente tras la publicación referida, que afirma que Walmart México pagó sobornos hasta por 24 millones de dólares a diversos agentes políticos en nuestro país, a cambio de "desvanecer objeciones y facilitar las aprobaciones ambientales de sus proyectos y obtener, en pocos días, permisos que normalmente costarían meses de trámites".
El crecimiento de la empresa norteamericana ha sido impresionante: en cuestión de una década pasó a contar con más de seis mil tiendas en todo el mundo, la mitad de ellas en Estados Unidos, controlando una tercera parte de la venta de alimentos en el vecino país. En el nuestro existen más de 800 tiendas, cifra que sigue creciendo. Cada tienda que se instala ha traído consecuencias graves, entre ellas la quiebra de todos aquellos negocios que se ven simplemente imposibilitados de competir contra el gigante.
Por su parte, YPF, constituida a principios del siglo pasado como una empresa estatal, fue privatizada en 1992 tras la imposición del modelo neoliberal como paradigma económico en todo el mundo. La pequeña empresa Repsol se hizo con una buena parte de las acciones, convirtiéndose al poco tiempo en una de las mayores petroleras privadas del mundo, a partir de su intervención en varios países de América Latina (un cuento de más de 500 años).
Tras al anuncio la semana pasada de la nacionalización de las acciones de Repsol, la condena internacional no se ha hecho esperar. "Estos actos no quedarán impunes", vociferaba el presidente de la petrolera cuál gángster de película. 40 países han denunciado a Argentina ante la Organización Mundial de Comercio. En la agonía de su mandato presidencial, también Felipillo pone el grito en el cielo, ignorando por completo la Constitución que jura defender, esa que señala la autodeterminación de los pueblos y la no intervención en asuntos extranjeros.
Si bien parecen tener poco en común ambas situaciones, la realidad es que ambos casos son expresiones de un mismo sistema económico que funciona a escala global, un sistema en el que los intereses nacionales, el bienestar de la población y la propia dignidad humana están supeditados al poder del dinero. La única lógica que parece tener sentido en este mundo es la del lucro y la acumulación, disfrazada de competitividad, productividad y demás eufemismos, así sea pasando por encima de cualquier tipo de contemplación moral o política.
Las premisas están claras: los derechos de las grandes empresas transnacionales y de los pocos dueños del dinero están por encima de cualquier otra cosa, soberanía nacional incluida. Al resto de los mortales nos corresponde trabajar para ellos bajo salarios y prestaciones de risa. A la poca clase media restante le corresponde cargar con el grueso de la recaudación fiscal, mientras que aquellos privilegiados gozan de grandes concesiones en la materia, todo en aras de la nueva panacea universal: el crecimiento económico. A la receta se le agregan gobiernos a modo, dispuestos siempre por módicas cantidades a favorecer a quién tenga con qué pagar, y tenemos un modelo económico que nos tiene precisamente donde nos encontramos hoy.
miércoles, 25 de abril de 2012
El futuro del sueño bolivariano tiene sólo un escollo: la sumisión de México a los EEUU.
viernes, 20 de abril de 2012
AMLOfobia. Respuesta a Ciro Gómez Leyva
Sólo en un sistema volcado al conservadurismo más reacio, derechizado hasta la médula, se puede explicar que un político de las características de AMLO, de perfil ideológicamente moderado, represente una amenaza potencialmente desestabilizadora para el orden imperante. El artículo de Ciro Gómez Leyva, que lleva por título “El final de López Obrador”, pone al descubierto la angustia latente de los sectores que preconizan subrepticiamente la “desnacionalización” de la nación, y apoyan sin recato la candidatura del abanderado priista; marioneta cuyo ventrílocuo (EE.UU.) sigilosamente se posiciona tras la parafernalia electoral. Véase el argumento marcadamente proselitista de Gómez Leyva: “Lo cierto es que [AMLO] hoy está a 34 puntos de Peña Nieto. Esa distancia… significaría unos 16 millones de votos de diferencia… Soy un fervoroso de la lógica electoral [sic]. No hay posibilidad de que remonte 34 puntos…”. Y profetiza caprichosamente: “Es el final de López Obrador. Y creo que él lo sabe”.
Un proyecto que comenzó a instrumentarse hace cerca de 30 años, sujeto a las veleidades de la potencia contigua, define todavía en la actualidad el curso de la vida pública en México. Todo aquello que se interpone en la materialización de este proyecto, aunque fuere mínimamente divergente, es objeto de las más forzadas técnicas de satanización, o bien, como deja entrever el argumento de Gómez Leyva, de manipulación. El principal depositario de esta avalancha de improperios ha sido el controvertido político tabasqueño. El credo neoliberal no acepta “rebeliones en la granja”. Andrés Manuel, un hombre que habita, como el resto de los candidatos, entre los miasmas de la descomposición institucional, liberal juarista de cuño, encarna, por increíble que parezca, un auténtico peligro para la continuidad de un proyecto regional que lidera Estados Unidos, y que México acata pasiva y servicialmente. La consigna es la misma que hace seis años: a saber, que en México la oposición nunca llegue al poder, aunque presuma de un discurso conciliatorio.
Visiblemente temerosos ante la posibilidad de que la gente salga a votar, las figuras más “preeminentes” de la opinión pública se ocupan de inyectar apatía y desincentivar a los votantes. Ya no más alocuciones difamatorias: la nueva estrategia es más “amable”, aunque no por ello menos indecorosa. Gómez Leyva es el primero en manipular la intención de voto. Nótese, por último, cuan sutilmente sepulta las aspiraciones de AMLO y sus simpatizantes: “Coincido… en que su inexorable derrota en julio no tiene por qué marcar el término de su actividad política, de su lucha social… No creo, en cambio, que las circunstancias le reserven una tercera oportunidad [¡sic!] para buscar la Presidencia de la República”.
El miedo no anda en burro, Ciro.
jueves, 19 de abril de 2012
Perlas electorales: hay que conspirar para ganar elecciones.
martes, 17 de abril de 2012
Empresarios incómodos
El análisis del video es complicado, puesto que la reacción natural ante el mismo, especialmente al ver a pequeños representar acciones que se han vuelto cotidianas en la descompuesta realidad social de nuestro país no puede ser sino darle la razón a los niños y su mensaje: el país está de cabeza y seguir por el mismo rumbo no puede llevar a nada bueno.
Como suele ocurrir, la discusión ha caído en lo ridículo. La respuesta de nuestros brillantes representantes ha sido de indignación. No por la violencia en sí a la que se hace referencia, sino por el hecho de que sea representada por menores de edad. Se trata de una violación a los derechos de los menores, argumentan.
Sin embargo, las implicaciones del mismo van más allá y pueden ser analizadas desde distintos ángulos.
Por un lado, las imágenes presentadas en el video muestran un claro sesgo electoral. Se hace referencia a la corrupción de funcionarios en clara alusión a personajes cercanos a López Obrador; se presenta una manifestación de maestros que se oponen a la evaluación de su desempeño y escenas que representan la famosa guerra contra el narcotráfico y la delincuencia organizada. El único partido (y por tanto, candidato) al que no se hace referencia directa es, coincidentemente, el que según todas las encuestas habidas y por haber, se encuentra por delante en las preferencias electorales, lo que nos lleva a otro punto. El mensaje último del video bien podría ser interpretado como decir que todos los candidatos son lo mismo, y que por ende no vale la pena votar. La abstención beneficiaría precisamente al mismo candidato.
Por otra parte, la organización responsable por la difusión del video, Nuestro México del Futuro, asegura ser “un movimiento social sin precedente a escala nacional que ha convocado a todos los mexicanos a expresar su visión sobre el México en el que les gustaría vivir”. La realidad es que, lejos de tratarse de un movimiento social, la organización representa a algunos de los empresarios con mayor influencia en el país. Nuestro México del Futuro es una iniciativa promovida por Grupo Nacional Provincial y respaldada por grupos empresariales como FEMSA y CEMEX, Fundación Televisa y universidades como el ITAM y la Anáhuac. Figuran también entre los integrantes de tan refinado grupo el Consejo de la Comunicación y el Consejo Coordinador Empresarial, quiénes en 2006 ya se encargaron de anunciarnos el peligro que representaba para México la candidatura de López Obrador (también utilizando la imagen de menores).
En fin, detrás del video de los niños incómodos se encuentra un grupo de adultos bastante bien acomodados, que se han visto beneficiados por décadas de un modelo económico y político en el que se hace su voluntad. En el video se omite mencionar que gran parte de la problemática del país se debe a empresarios que evaden impuestos.
Tal parece que, una vez más, se trata de una estrategia de publicidad y manipulación mediante la cual la elite empresarial de este país pretende influenciar de manera directa la agenda política del país. En 2006 se trató simplemente de que no llegara López Obrador a la Presidencia. Ahora, se trata de que llegue quién llegue, de preferencia con copete, se ponga a trabajar en las reformas que, según ellos, el país necesita. Claro que los principales beneficiarios de esas reformas serán nada más y nada menos que ellos mismos: reformas que el sector empresarial juzga necesarias, siempre con el ánimo de lucro en mente.
viernes, 13 de abril de 2012
Vivir mejor
Algo que parecía un revolver, que amenazantemente apuntaba como un revolver, que sonreía con la atípica soberbia de un revolver, y que efectivamente era un revolver, se apoyaba con su fingida frialdad sobre mi sien. La noche de aquel viernes santo lucía particularmente lóbrega. La ciudad de México despedía su habitual tufo a podredumbre reciclada. Agazapados en el interior del auto, presas de la natural parálisis que asalta en momentos donde la vida coquetea fatalmente con la muerte, sin la menor esperanza de que algún héroe enmascarado acudiera a nuestro auxilio (menos un policía), apenas alcancé a articular: “Tranquilo hermano. Ahorita te damos las cosas…”
Yo esculcaba con aparente profusión mis bolsillos, procurando dejar lo más posible dentro de los mismos. El increpante extendía una mano a la espera de las ofrendas, mientras la otra mano sujetaba peligrosamente el arma de fuego. Mi acompañante, quien iba al volante, ponía a prueba su pericia en estos menesteres, aplicando, en el momento de más tensión, tácticas de marrullería fina. “Toma la cartera. Pero, neta, no traigo celular. Si quieres escúlcame”. Pero nada torpe el impasible asaltante, espetó: “Entonces dame el reloj… y la chamarra, cabrón. ¡Órale puto o aquí te mueres!” Obedientemente le entregamos una por una todas nuestras pertenencias. Mi escaso patrimonio personal quedaba en manos de un delincuente anónimo por la vía de la fuerza. La misma lógica que impera en el ámbito de la economía formal, pero en este caso sin retórica ceremoniosa.
Después de ocultar el arma, el villano desenmascarado profirió la última indicación: “Se me van derechito por la avenida. Y cuidado y se les ocurre soplar. Tengo su información personal. Voy y me los tuerzo en sus casas”.
Al día siguiente, ya de regreso en la ciudad de las flores, con escasos 20 pesos en el bolsillo y las tarjetas bancarias vacías, abordé un taxi con dirección a mi domicilio. A medio camino, alcancé a divisar a una mujer con bebe en brazos corriendo desesperadamente. “Ahí va el cabrón”, comentó el taxista, estirando el brazo para señalar a un hombre que huía de prisa con lo que parecía ser el bolso de la joven madre. “Cada vez está peor la inseguridad en Xalapa. Yo vengo de Chihuahua. Allá ya no se puede vivir. Aunque acá está casi igual. Yo me vine a Veracruz porque mi hermano me ofreció posada después de un incidente que tuve hace dos años. Mi esposa vivía en Chihuahua y yo trabajaba en el norte, en Houston. Teníamos ahorros en el banco que ascendían a 300 mil pesos. Y unos días antes de regresarme a casa de mi suegra, en Chihuahua, me habla mi esposa y me dice que el dinero desapareció. Que alguien había clonado la tarjeta y que habían retirado los 300 mil pesos íntegros. Y que además, el banco no se hacía responsable por montos de esa magnitud. Que no había manera de que nos repusieran el dinero. Literalmente, nos dejaron en la calle. Unos meses después del siniestro, me vine con esposa e hijos a vivir a casa de mi hermano. Y aquí estamos… Dándole”.
Ligeramente agobiado con todo lo que acababa de vivir y escuchar, decidí cambiar de ruta e ir a visitar a un amigo. Ya en su casa, conté a él y sus invitados el percance del asalto. A media narración, me interrumpe uno de ellos, visiblemente exaltado, y confiesa: “Hace dos semanas me asaltaron cinco cabrones. Se bajaron de una camioneta, me apuntaron con un cuerno de chivo, me metieron una rastriza con macanas y se llevaron las pocas cosas que traía conmigo. Pero la verdad tuve suerte. Los güeyes se pelaron cuando vieron a un taxista merodeando. Si no, seguramente me hubieran levantado. Y ve tu a saber si estaría contando ahorita la historia”.
miércoles, 11 de abril de 2012
El TLCAN y la obesidad en México
Un estudio elaborado por el Instituto de Políticas de Agricultura y Comercio, ubicado en los EEUU, señala que entre 2000 y 2006 el problema de la obesidad y el sobrepeso en México se ha incrementado en un 12 por ciento, debido a la proliferación de productos procesados, con altos contenidos de azúcar y grasas, provenientes de la industria alimenticia estadounidense. El Dr. David Wallinga, uno de los responsables de la investigación asegura que “Mientras el panorama alimentario en México se asemeja al de Estados Unidos, con más refrescos, carnes procesadas y botanas con altos niveles de grasa y dulcificantes, no resulta sorpresivo que la lucha contra la obesidad en México y sus factores de riesgo –diabetes, derrames cerebrales y enfermedades cardiacas– también se haya americanizado” (La Jornada, 06/04/12)
Para darnos una idea de las proporciones del problema, el estudio afirma que el incremento en la energía diaria promedio obtenida de grasas en nuestro país aumentó de 23.5 por ciento a 30.3 por ciento; en un 6.3 por ciento en los carbohidratos refinados; y en 37.2 por ciento en el consumo de refrescos. Es tal el dominio de nuestros ‘socio’ comercial que “… controla el 98 por ciento del mercado de importaciones de productos ‘listos para comer’ y otros procesados como el de botanas procesadas”(La Jornada, 06/04/12) Pero además de la invasión de productos chatarra, México ocupa el tercer lugar en inversión directa estadounidense en el sector alimentario, lo que no deja lugar a dudas de lo atractivo que resulta para las industrias de alimentos procesados estadounidenses por la enormes ganancias que genera.
Como consecuencia de lo anterior, el crecimiento de empresas en México como Mc Donald’s o Wal-Mart se ha disparado en los últimos años. Por ejemplo, el número de tiendas de Wal-Mart, entre 1993 y 2001, ha pasado de 114 a 561 tiendas mientras que hoy por hoy Mc Donald´s posee más de 500 puntos de venta en 57 ciudades de nuestro país. No podría faltar aquí el apunte de un economista políticamente correcto, o sea, neoliberal, que dijera que hay que esas inversiones generan empleos y en eso coinciden presidentes municipales como el de Xico, para no ir más lejos. Pero tal argumento pasa por alto el hecho de que esos empleos están pésimamente remunerados, con largas jornadas laborales y sin derecho a la formación de un sindicato para la defensa de los intereses de los trabajadores. Asimismo, negocios con una visión depredadora y monopólica como Wal-Mart, provoca al cierre de innumerables comercios medianos y pequeños que no pueden competir en la guerra de precios que impone la transnacional, lo que provoca desempleo no sólo por el cierre de comercios sino por la contracción de la economía local pues Wal-Mart compra la mayoría de sus productos en China.
Resulta terrible ver cómo las y los mexicanos gastamos en comida chatarra y, al mismo tiempo, el incremento en el gasto social para la atención de la obesidad, la diabetes y enfermedades cardiovasculares. Por ello insisto en la idea de que hay que eliminar -no revisar como dicen algunos- el TLCAN porque nos perjudica mucho más de lo que nos pudiera beneficiar y las consecuencias las estamos pagando todos.
miércoles, 4 de abril de 2012
Perlas electorales: La clase media emergente.
martes, 3 de abril de 2012
Claves para la crítica de la democracia liberal
En este sentido, una primera clave para construir una crítica de la democracia liberal (¿habrá otra en operación?) sería definirla como un medio y no como un fin en sí mismo. La democracia como un medio para lograr un objetivo sencillo y a la vez gigantesco: establecer condiciones sociales, económicas y políticas para que todo ser humano pueda elegir su destino, en el marco de principios comunes. En el caso de que la democracia no contribuya a generar tales condiciones no habría más remedio que aceptar que es sólo un fetiche muy útil para ocultar una realidad que cada vez nos aleja más de la posibilidad de elegir.
La crítica de la democracia liberal se impone entonces como una obligación para todos aquellos que consideran fundamental reinterpretar el mundo para iniciar un cambio verdadero del mundo en el que vivimos. Es evidente que hoy todos los actores políticos y económicos así como buena parte de la ciudadanía considera a la democracia como un ícono de la libertad y la igualdad pero el hecho innegable es que después de que en México, por ejemplo, se vivió una trans(a)ición política que supuestamente amplió la presencia de mecanismos democráticos para la convivencia social el país, hoy por hoy, es más pobre y mas acotado en el ejercicio de sus libertades que antes. La guerra civil iniciada por el enano de Los Pinos (enano no por su estatura física sino ética y política) es una clara muestra de cómo los poderosos no vacilan en militarizar el país para mantener sus privilegios con el cinismo de decir que la guerra se justifica precisamente para salvar a la democracia. ¡Hágame usted el favor!
Así las cosas, la defensa histérica de la democracia por los políticamente correctos intelecutales del poder resulta más una defensa de los intereses de unos cuantos que el medio para lograr la libertad de elegir para la inmensa mayoría de los habitantes del mundo. Este hecho, insisto, nos obliga a pensar en la mejor manera de enfrenta el fetiche de la democracia liberal y sustentar una crítica que debilite sus bases ideológicas y evite ser emparentados con el fascismo y las propuestas totalitarias. Para los liberales, el atacar la democracia representa el pecado político por excelencia por lo que si queremos debilitar al liberalismo y sus conceptos decadentes, como estado de derecho, democracia y soberanía popular, habrá que empezar por ridiculizarlos mostrando la enorme distancia que hay entre las promesas de la ideología liberal -históricamente agotadas- y la realidad social. Pero al mismo tiempo, habrá que proponer conceptos que los sustituyan, que nos permitan reinterpretar el mundo y mirar a la cara del pasado y el presente. Ese es el reto, reinventar el mundo para que, como sostienen los neozapatistas, quepan muchos mundos.
Sobra decir que abordar semejante tarea puede tener variadas consecuencias, desde el escarnio o la indiferencia, hasta las típicas acusaciones de ser un argumento primitivo, utópico, fascista o de plano simple y llanamente ignorancia supina. Pero también a la soledad, a la desconfianza de la mayoría de los colegas, conocidos y 'compañeros de trabajo'. Habrá que cargar con el estigma que mejor acomode a las buenas conciencias y remar contra la corriente con las consecuencias emocionales del caso. Pero la verdad, prefiero cargar con eso que seguir cerrando los ojos para, como la avestruz que mete la cabeza en la arena, rogar para que los problemas se arreglen por si mismos o peor aún, los arreglen los mismos que los provocan de manera calculada para seguir montados en el macho. En todo caso, hay cada vez más personas que estarán de acuerdo en que es necesario actuar y romper con inercias ideológicas caducas. Ha ellos me dirijo hoy y siempre.