A diez años de la huelga estudiantil unamita, consideré oportuno conmemorarle con un breve recuento de los daños ocasionados por el Estado mexicano y sus “Tres Amigos” predilectos: el PAN, el PRI y el PRD.
El 20 de abril de 1999, hace exactamente 10 años, estalló en la UNAM la huelga estudiantil más combativa que ha existido desde los sesentayocheros. El reclamo de los estudiantes: la conservación de la gratuidad educativa frente a las pretensiones privatizadoras. El desenlace fue claramente favorable para el movimiento estudiantil: la UNAM hoy es gratuita gracias a la huelga. Sin embargo, tras la disolución del movimiento, el Partido de la Revolución Democrática fue enérgicamente descalificado por múltiples grupos de izquierda. Su intervención durante los 10 meses de huelga puso de manifiesto su desdén hacia los movimientos políticos alternativos, es decir, no partidistas. Traicionó (si es que alguna vez defendió tales valores) la causa social y arremetió contra el estudiantado, reprimiendo militarmente la huelga y encarcelando a decenas de estudiantes. La social-democracia mexicana, una vez desarropada por la radicalidad de los estudiantes, sufriría una herida casi letal.
Casi 7 años después del movimiento estudiantil unamita se produjo otro agravio contra la sociedad civil. Esta vez las victimas fueron los pobladores de San Salvador de Atenco. El 4 de mayo de 2006, después de una clara provocación de las fuerzas policíacas que culminó con un enfrentamiento entre habitantes de Atenco y miembros de la policía estatal y municipal, el gobierno del estado, encabezado por el célebre Priista Enrique Peña Nieto, dio luz verde para la realización del operativo policiaco-militar mas violento en la historia contemporánea de México. Como es costumbre en nuestro país, los responsables nunca fueron sancionados. El operativo (de represalia), según palabras de los propios artífices (Gobierno del Edo. de México y Gobierno Federal), resultó “limpio”.
Acto seguido del caso Atenco, el Partido de Acción Nacional, con la complicidad del PRI, finiquitó el inolvidable fraude electoral de Julio. Aún hay quienes refutan el carácter fraudulento de las elecciones. Habrá que decir que el fraude no se perpetro, o al menos no únicamente, durante el conteo de votos. El fraude inició tiempo atrás con la campaña propagandística anti-democrática que desplegaron los medios de (in)comunicación, en connivencia con Acción Nacional y otras fuerzas políticas del país (banqueros, industriales, servidores públicos etc.). Asimismo, ha sido probado estadísticamente que los datos fueron adulterados durante y al final de la elección. Independientemente de las creencias personales el fraude es un hecho irrefutable.
Tres agravios inaceptables; tres partidos aparentemente distintos. Para quienes argüían la imposibilidad de una alianza entre partidos, he aquí una muestra inmejorable de un consenso “ejemplar.”
El 20 de abril de 1999, hace exactamente 10 años, estalló en la UNAM la huelga estudiantil más combativa que ha existido desde los sesentayocheros. El reclamo de los estudiantes: la conservación de la gratuidad educativa frente a las pretensiones privatizadoras. El desenlace fue claramente favorable para el movimiento estudiantil: la UNAM hoy es gratuita gracias a la huelga. Sin embargo, tras la disolución del movimiento, el Partido de la Revolución Democrática fue enérgicamente descalificado por múltiples grupos de izquierda. Su intervención durante los 10 meses de huelga puso de manifiesto su desdén hacia los movimientos políticos alternativos, es decir, no partidistas. Traicionó (si es que alguna vez defendió tales valores) la causa social y arremetió contra el estudiantado, reprimiendo militarmente la huelga y encarcelando a decenas de estudiantes. La social-democracia mexicana, una vez desarropada por la radicalidad de los estudiantes, sufriría una herida casi letal.
Casi 7 años después del movimiento estudiantil unamita se produjo otro agravio contra la sociedad civil. Esta vez las victimas fueron los pobladores de San Salvador de Atenco. El 4 de mayo de 2006, después de una clara provocación de las fuerzas policíacas que culminó con un enfrentamiento entre habitantes de Atenco y miembros de la policía estatal y municipal, el gobierno del estado, encabezado por el célebre Priista Enrique Peña Nieto, dio luz verde para la realización del operativo policiaco-militar mas violento en la historia contemporánea de México. Como es costumbre en nuestro país, los responsables nunca fueron sancionados. El operativo (de represalia), según palabras de los propios artífices (Gobierno del Edo. de México y Gobierno Federal), resultó “limpio”.
Acto seguido del caso Atenco, el Partido de Acción Nacional, con la complicidad del PRI, finiquitó el inolvidable fraude electoral de Julio. Aún hay quienes refutan el carácter fraudulento de las elecciones. Habrá que decir que el fraude no se perpetro, o al menos no únicamente, durante el conteo de votos. El fraude inició tiempo atrás con la campaña propagandística anti-democrática que desplegaron los medios de (in)comunicación, en connivencia con Acción Nacional y otras fuerzas políticas del país (banqueros, industriales, servidores públicos etc.). Asimismo, ha sido probado estadísticamente que los datos fueron adulterados durante y al final de la elección. Independientemente de las creencias personales el fraude es un hecho irrefutable.
Tres agravios inaceptables; tres partidos aparentemente distintos. Para quienes argüían la imposibilidad de una alianza entre partidos, he aquí una muestra inmejorable de un consenso “ejemplar.”
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