El hinduismo, es vieja religión que para muchos es
la madre de todas las religiones, tiene entre sus particularidades el uso de
una frase o una palabra que repetida hasta el infinito por un creyente,
desvanece poco a poco las preocupaciones de la vida cotidiana para lograr paz
interior y fortaleza mental. Guardadas las distancias, en nuestro país existen
una serie de ideas, materializadas en frases cortas, contundentes y sagradas,
que repetidas al infinito por políticos y empresarios pretenden imponerse al
conjunto de la sociedad para tranquilizarla
y poder así llevar adelante la desposesión y depredación de bienes
comunes.
Uno de los más destacados es sin duda el que asume que
lo primordial para el desarrollo económico es la generación de empleos, ya que
sólo así se pueden mantener altas tasas de crecimiento basadas en el aumento
del consumo. Pero además, empresarios y gobiernos justifican su labor
humanitaria al crear fuentes de empleo, logrando engrosar su capital político
declarando a diestra y siniestra que su esfuerzo por generar empleos responde
directamente a la demanda central de la sociedad.
No obstante y tomando en cuenta que el desempleo
sigue creciendo sin control, la mayor parte de los empleos que hoy se generan
cuentan con salario irrisorios, son en su mayoría temporales y no generan
antigüedad, servicio médico y demás prestaciones que hacen del trabajo una
actividad que dignifica al trabajador. De hecho, el modelo de desarrollo que
hoy se impone con la fuerza bruta se basa precisamente en el debilitamiento de
los ingresos de los trabajadores y en la imposibilidad de contar con una
representación sindical que proteja sus intereses. El movimiento magisterial es
una prueba fehaciente de lo anterior pues a pesar de ser uno de los gremios más
numerosos del país y de larga tradición en la historia de México, hoy se
encuentra en pie de lucha para mantener derechos adquiridos a lo largo de
décadas de movilizaciones y negociaciones.
Pero además, la generación de empleos se concentra
hoy en la minería a cielo abierto o en la producción de energía eléctrica, que
como han denunciado una y otra vez las organizaciones defensoras del medio
ambiente, arrasan con regiones enteras, contaminándolas o acabando con sus
recursos naturales como el agua, la fauna y la flora. A pesar de ello, los
gobiernos defienden a capa y espada dichos proyectos productivos porque generan
empleo y fortalecen el desarrollo económico sin importarles en lo más mínimo en
las consecuencias.
Es así como vemos en la prensa, una y otra vez,
fotografías de nuestros gobernantes que con la sonrisa de oreja a oreja
agradecen a las empresas (casi les besan los pies) que realizarán el saqueo y
la depredación de los recursos naturales al mismo tiempo que obtendrán
exenciones fiscales y todo tipo de privilegios porque claro, gracias a su
desinteresado esfuerzo crean empleos. No importa que esos empleos sean
precarios y sobre todo saqueen el medio ambiente en el que viven los
afortunados gracias al pírrico aumento de la oferta laboral.
Resulta absurdo a todas luces que mientras los
gobiernos se congratulan de crear empleos para la gente más necesitada, el
medio ambiente en el que viven se degrade e inutilice para cualquier proceso
productivo en el futuro. Fieles a su vocación depredadora, las empresas
mineras, por ejemplo, pondrán a trabajar a los habitantes de determinada región
para que acaben con su futuro, contaminando sus mantos freáticos y sus tierras
de cultivo. Satisfechos por haber cumplido con la sagrada misión de generar
empleos, los gobiernos se hacen de la vista gorda frente a las consecuencias de
la explotación de los recursos naturales.
Esta dinámica corresponde plenamente con la
naturaleza capitalista de la sociedad en que vivimos, la cual hipoteca el
futuro para gozar del presente. Al igual que muchos consumidores que
comprometen el futuro de sus hijos para gozar de las ‘bondades’ del consumismo,
nuestros gobernantes viven permanentemente en el corto plazo, hipotecando el
futuro de millones, ya sea con el endeudamiento público irracional o
promoviendo el saqueo y la depredación del medio ambiente en el que vivimos
todos para darle empleo a la gente. Afortunadamente mucha gente está empezando
a darse cuenta de los efectos perversos del mantra de la generación de empleos,
organizándose para oponerse al ‘progreso’ y pensar en el futuro actuando en el
presente. No hay de otra.
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