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lunes, 18 de abril de 2011

Contrapolítica


Úrgenos un nuevo enfoque, un nuevo marco operativo y programático, una contrapolítica. En la presente época, predomina un estancamiento intelectual generalizado. El planeta está patas arriba. Y las narrativas vigentes son incapaces de ofrecer un diagnostico acertado; mucho menos una proposición, acorde con los tiempos, que constituya una plataforma ética-política para convivir y sobrevivir en el presente caos. Es momento de parir un nuevo pensamiento: “Todo bajo el cielo está en completo caos; la situación es excelente (Mao Zedong)”.

El tablero geopolítico está apreciablemente convulsionado: Túnez, Egipto, Libia, Yemen, Bahréin, Siria, Europa (Londres, París, Atenas etc.), Estados Unidos (Wisconsin). Y aunque acaso algunos despistados se resistan a reconocerlo, México también se incorpora a la lista de países donde el clamor popular asume tintes insurreccionales.

Pero parece no haber una estrategia que cohesione, articule, estructure, la resistencia. Y todo indica que México es paradigmático en este sentido. Ante el creciente desmontaje institucional y el atropello sistemático a escala ampliada, cuyo patrocinador oficial es el Gobierno Federal S.A. de C.V., las actuales movilizaciones de resistencia en el país se antojan tímidas, toda vez que se mantienen dentro de los confines de la visión estatal-liberal-democrático-republicana. Y si bien es natural que ante el agravio se exija justicia al Estado y los órganos que en el papel la administran, parece que es tiempo, una vez visto que el abandono gubernamental no tiene límites, de replantear las tácticas de lucha política.

Por ejemplo, como respuesta a la incontenible barbarie que azota al país, las recientes movilizaciones señalaban como responsables del actual baño nacional de sangre, no a los autores materiales del crimen, sino a los que, por acción y omisión deliberada, lo promueven (entiéndase la narco-aristocracia política). Hasta aquí todo iba bien. Pero después, en alusión a esta censura popular, el comandante en jefe de las fuerzas desalmadas, Felipe Calderón, respondió: "A ellos hay que frenarlos [los criminales], a ellos hay que condenarlos, hacia ellos debe ir un 'ya basta' colectivo y nacional. Ya basta a los criminales”. Y tristemente parece que no pocos mordieron el anzuelo.

A ver, señoras y señores del jurado, tratemos de desenmarañar la controversia, paso por paso: El crimen es un problema social-estructural, esto es, de Estado, y no de individuos locos y aislados. En este sentido, el Estado es responsable de la seguridad pública. Luego entonces –si se me permite el cantinfleo–, si el Estado no es la solución al problema de inseguridad, entonces es parte esencial del problema. Dicho en los términos de la sabiduría popular: tanto peca el que mata la vaca, como el que le agarra la pata.

¿Por qué entonces este equívoco afán de exigir al Estado y sus esbirros menores (muy menores, exempli gratia, Felipe Calderón) que resuelvan un problema, ¡los problemas!, que ellos mismos fomentan alevosa e intencionadamente?

Si México está hundido, literalmente, en fosas comunes (en Mataulipas suman 145 cadáveres hallados en las fosas de San Fernando), es por razón de elecciones políticas concretas, realizadas en el marco de estructuras y eventualidades concretas, por actores políticos concretos.

La clave primaria del cambio social auténtico consiste en formular, según la expresión de Lenin, “el análisis concreto de la situación concreta”. Sin duda este es el primer paso en la configuración de una contrapolítica genuina.

Parece justo plantearse, como primer esfuerzo contrapolítico, ¡la toma del cielo por asalto!

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